En los últimos tiempos, y cada vez más, los medios de comunicación, los centros educativos y la sociedad, en general, nos envía mensajes continuos en los que se hace hincapié en la importancia de preservar nuestro entorno, el medio ambiente y el planeta en el que vivimos. Uno de los ecosistemas que más ha logrado este tipo de concienciación, propiciado fundamentalmente por los largometrajes de la última década de la gran factoría de los sueños, es el marino.
De hecho, los acuarios y oceanográficos se han convertido en visita obligatoria de algunas de las principales ciudades del mundo, sobre todo, si se viaja con los más pequeños de la casa. Este tipo de actividades obtienen un doble objetivo: por un lado, concienciar a los niños de la relevancia de cuidar el entorno que nos rodea; y, por otro, hacerles partícipes de uno de los mayores espectáculos que nos brindan las profundidades del mar y los océanos.
Una de las más impresiones peceras que albergan a miles de especies marinas de todo tipo, es el Oceanário de Lisboa (Portugal). Declarado el segundo acuario más grande de Europa, tras el Oceanogràfic de Valencia (España), en este oceanográfico coexisten más de 15.000 seres vivos de más de 450 especies distintas.
Mantas, tiburones, rayas, pulpos o cangrejos son algunas de las especies que podemos encontrar en un interesante recorrido que se extiende desde el Atlántico al Pacífico, pasando por el Índico o los mares tropicales. Pero no son los únicos; ya que especies como los pingüinos, los papagayos de mar o las nutrias, también pueden encontrarse en nuestro recorrido. La riqueza de las plantas marinas tampoco pasa desapercibida al visitante, especialmente, la diversidad de colorido de los corales o el movimiento envolvente, casi hipnotizante, de las anémonas.
No obstante, el plato fuerte del acuario de la capital portuguesa es su gigantesca urna central, un auténtico deleite para el sentido de la vista. Este impresionante tanque, que contiene 5.000 metros cúbicos de agua, es, sin lugar a dudas, el mayor atractivo del enclave, ya que, en su interior, conviven más de 100 especies marinas. Mostrar la forma en la que coexisten y se relacionan las diversas especies de todos los océanos del planeta es su objetivo fundamental.
Así que si el destino este verano es la capital lusa, la visita al Oceanário de Lisboa es más que recomendable. Una maravillosa experiencia que difícilmente se puede describir con palabras.