Los medios de comunicación se encuentran en uno de los peores momentos de su historia causado por diferentes factores: la crisis económica, la caída de los ingresos en publicidad y el desplome en las ventas. Por añadidura, y también como consecuencia, la sociedad civil ha perdido credibilidad en el periodismo y confianza en los medios.
¿Qué entendemos por compromiso? ¿Confiamos en los medios de comunicación? ¿Cuál es la credibilidad de los medios? En el contexto de los medios de comunicación, los ciudadanos les otorgan confianza, porque a su vez les crean expectativas a considerar y les plantean pautas de comportamiento a seguir. Confianza, en este sentido, sería sinónimo de conocimiento; es decir, los individuos tendrán confianza si estiman cumplidas sus necesidades de información. El sociólogo Niklas Luhmann define la confianza como una actitud que permite la toma de decisiones de riesgo. Y dice que el riesgo, a diferencia del peligro, nos da un cierto control sobre la situación, permitiendo elegir entre aceptar o rechazar una actividad.
Uno de los grandes motivos de los problemas de credibilidad que viven los mass media actualmente es la politización que incorporan como base de su funcionamiento. Sin generalizar, porque el periodismo independiente existe, pero teniendo en cuenta la historia y las relaciones de ‘los grandes’ de la comunicación en España.
Esta politización tiene como resultado dos aspectos reveladores. De un lado, la necesaria supervivencia económica de los propios medios, vinculada a su difusión y a la publicidad; de otro, la aportación sesgada de las noticias, en razón de su impacto y sin los debidos contrastes. Todo ello ha aumentado la desconfianza social ante la deseable y dudosa imparcialidad de la información, sobre y durante nuestra crisis -la española-, no sólo económica sino también política.
Aún así, el periodismo, como “institución social”, tiene una valoración pública superior a la de muchas otras, duramente dañadas por la falsa democracia actual. Por ello, le urge crear una ofensiva para recuperar su credibilidad, sin la cual no ejercerá, con eficacia y solvencia, su función de “contrapoder” o, lo que es lo mismo, de “perro guardián” comunitario. Sin confianza, no existe un auténtico compromiso entre los medios de comunicación y el conjunto de la sociedad.