Eureka: Un poema en Prosa es un trabajo que fue publicado por vez primera en formato de tapa dura en marzo de 1848 por la editorial Wiley & Putnam. Dicho libro, escrito por Edgar Allan Poe (1809–1849), es también conocido como Un Ensayo sobre el Universo Material y Espiritual. El prólogo de la obra, original del escritor bostoniano es, sin duda, particular:
To the few who love me and whom I love – to those who feel rather than to those who think – to the dreamers and those who put faith in dreams as in the only realities – I offer this Book of Truths, not in its character of Truth-Teller, but for the Beauty that abounds in its Truth; constituting it true. To these I present the composition as an Art-Product alone: let us say as a Romance; or, if I be not urging too lofty a claim, as a Poem.
Eureka nos habla de la relación del hombre con Dios, quien es comparado con un escritor. En esencia, esta obra nos describe una concepción intuitiva sobre el origen del universo de acuerdo a la visión de Poe. Sin embargo, sus puntos de vista no están basados en ningún trabajo científico en particular. Aunque numerosos investigadores modernos tienden a minimizar esta obra considerándola de poco valor, tal creación es proféticamente científica, intuitivamente romántica y hasta calculadoramente irónica. Este último concepto está frecuentemente asociado a muchos de los trabajos del escritor.
En Eureka, Poe postula que el universo comenzó a partir de una partícula de origen único, una “singularidad”. Según Poe, esa “partícula primordial,” iniciada por una entidad divina, se divide en todas las partículas del universo. Estas se buscan entonces entre sí, gracias a la gravedad, y causarán eventualmente el final del universo al regresar a ser una partícula sola. Poe nos muestra así una teoría cosmológica que anticipa el descubrimiento de los agujeros negros, el proceso que hoy conocemos como el “Big Bang” (modelo que describe como el universo se expande, a partir de un estado de muy alta densidad), y la teoría del “Big Crunch” (uno de los posibles escenarios para el destino final del Universo), así como la primera solución plausible de la Paradoja de Olbers (el cielo nocturno es oscuro a pesar del número enorme de estrellas en el Universo).
También contiene Eureka algunas ideas acerca de la unidad entre tiempo y espacio, la velocidad de la luz y un concepto muy rudimentario sobre la relatividad. Aunque carente de pruebas, Poe nos dice del … poema en Prosa que su objetivo no es demostrar que lo dicho sea verdadero, sino que pretende convencer que ciertamente lo es sugestionando al lector. Poe dedicaría esta obra, una de sus últimas y la más larga de no-ficción, al investigador más importante de su tiempo, el Barón Alejandro de Humboldt (1769 – 1859).
Humboldt fue un geógrafo, científico, naturalista y explorador prusiano cuyos trabajos de Geografía Botánica son aún considerados parte de la esencia de la Biogeografía. Entre 1799 y 1804 viajó extensamente por Latinoamérica. En 1799, gracias a una autorización del Rey de España, sale de Tenerife originalmente a Cuba, pero debido a la presencia de unos casos de fiebre tifoidea en la nave, el capitán decide cambiar rumbo, desembarcando en Cumaná, Venezuela. Al no tener un plan específicamente definido, Humboldt y su acompañante, el destacado naturalista y botánico francés Aimé Jacques Alexandre Bonpland (1773–1858), recorren buena parte de la entonces Capitanía General de Venezuela, exploran la Cueva del Guácharo y el río Orinoco.
Además, describirían numerosas especies de plantas y animales, reportarían datos etnológicos y geográficos. Recorren el río Casiquiare, anomalía geográfica que une a la cuenca del río Orinoco con la del río Amazonas al conectar al primero con el río Negro de Brasil. Luego de varios meses, regresan a Cumaná para embarcarse a Cuba, donde efectúan investigaciones científicas y etnológicas por tres meses, partiendo entonces a Cartagena de Indias, Colombia. Recorren el río Magdalena hasta Honda. De allí van a Bogotá. Luego de varios meses se dirigen a Ecuador, donde resalta su ascensión al Pichincha y al Chimborazo, cuya cima es el punto más alejado del centro de la tierra. Continúan Humboldt y Bonpland su expedición en busca de las fuentes del río Amazonas en ruta hacia Lima, Perú.
Aunque los expedicionarios pretendían cruzar el Pacífico, terminan viajando a la Nueva España, hoy conocida como México. Entran por Acapulco, exploran el área, para dirigirse luego a la Ciudad de México y de allí a Veracruz. Luego de varios meses de estudios, regresan a Cuba. Una vez allí, Humboldt le escribe una nota al Presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson (1743-1826), también científico, quien los invita y hospeda en la Casa Blanca.
Esta exploración y descripción del nuevo mundo aparecería en el libro Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente hecho en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803, y 1804, el cual constituye apenas un tercio del contenido total de los diarios escritos por el naturalista durante esos cinco años de exploración. Antes de comenzar su viaje, Humboldt había escrito que su propósito sería: “… investigar cómo se entretejen todas las fuerzas naturales, la influencia de la naturaleza muerta sobre el mundo vivo animal y vegetal”. Sus palabras y motivos son una similar definición de la rama de la biología que hoy conocemos como Ecología, expresado muchos años antes que Ernst Haeckel (1834-1919) propusiera dicho término por vez primera en 1869.
No existe duda que las complejas observaciones de Humboldt sobre la geografía, los pueblos, la fauna, la flora, y los fenómenos naturales continúan siendo relevantes para la ciencia. Han pasado poco más de 200 años del viaje del naturalista, pero sus textos siguen siendo actuales. Valga mi primer artículo para este medio, para que recordemos con admiración al eminente explorador de quien el Libertador Simón Bolívar (1783–1830) diría que fue “el verdadero descubridor de Suramérica…, ya que su trabajo ha sido más útil para nuestra gente que el trabajo de todos los conquistadores.”