Todos nacemos con una imaginación desbordante. Ojalá pudiéramos meternos en la cabeza de algún niño, de ahí saldrían las historias más increíbles, más fantásticas, universos llenos de magia.
Esa fantasía se va transformando en una realidad cuando las personas maduran y adaptan su forma de pensamiento basada en la repetición de aspectos cotidianos o de valores sociales y culturales aprendidos.
La evolución de la mente tiene recónditos y enigmáticos lugares, donde no a todos los adultos le afecta a la imaginación de manera negativa. De hecho, algunos la transforman en un legado, como es el caso del escritor de origen noruego Roald Dahl. Su prosa directa y sencilla, sus personajes repletos de vida, que viven mil aventuras y su inventiva desbordante siguen seduciendo a medio mundo, incluso después de su muerte, tanto a niños como a adultos.
Todos nos sentimos especiales al leer sus libros, supo canalizar la inventiva, la imaginación que necesitan los niños, pero con un toque de crítica social y picaresca, donde muestra lo cruel y lo grotesco, pero con grandes dosis de humor e inconformismo.
Alguien transgresor que cuestiona la autoridad, pero de forma sarcástica y con toques de humor, donde no hace enfadar a nadie. Un tipo extraño que necesitaba su propia cabaña para escribir. Alguien que ofreció las mejores novelas infantiles de la historia, pero por otro lado escribió cuentos eróticos que fueron publicados para la revista Playboy. El hombre de las mil caras, dependía en qué momento estaba para mostrar una u otra faceta literaria.
El autor de Charlie y la fábrica de chocolate, Las brujas o Matilda, entre otras de sus grandes novelas dirigidas al público infantil, contrastan con otras de sus narraciones donde vende esperma al por mayor, crea perfumes para poder fornicar con todo aquel que se le ponga por delante o incluso tener sexo con leprosas sirias en el desierto.
Un hombre que vive su vida de la misma manera, con esta dualidad que muestra en sus novelas, aparentemente padre ejemplar y amante de su mujer, se le conoce también como filántropo y misógino que tiende a la crueldad, un maleducado cautivador aficionado a la infidelidad.
Este espécimen de casi dos metros de altura y aspecto desaliñado al que ni la vejez, ni la enfermedad apagaron su inspiración, nos ha deleitado con obras especiales, llenas de encanto. Cuando abres un libro de Roald Dahl es imposible dejar de leerlo, los detalles, las tramas bien ligadas, la construcción y evolución de sus personajes, todo en un marco de realidad cotidiana para ofrecer fantasía.
Este escritor, al que de pequeño no se le daban nada bien los estudios y prefería mil veces boxear, descubrió su facilidad de inventiva y de escribir por casualidad, cuando un periodista le invitó a que describiese su experiencia mientras había formado parte de la aviación y Dahl, en vez de darle unos puntos resumidos, le explicó todo lo sucedido con una prosa excepcional y todo tipo de detalles.
A partir de ahí no dejó de escribir en toda su vida. Primero para diarios y después empezó su andadura dentro de la literatura clasificada como infantil, como Los Gremlins, James y el melocotón gigante, Charlie y la Fábrica de Chocolate, El gran gigante bonachón, Danny el campeón del mundo, Las brujas, Matilda, entre otras, que compaginaba y contrastan con su prosa para adultos, llena de humor retorcido y negro en contextos sexuales sórdidos y fantasías eróticas chifladas como El gran cambiazo, Mi tío Oswald, etcétera.
Por su gran éxito literario muchas de sus obras fueron llevadas a la gran pantalla. Alfred Hitchcock fue el primero en adaptar algunas de sus obras como: Cordero para la cena, obra adaptada años más tarde por el cineasta español, Pedro Almodóvar, ¿Qué he hecho yo para merecer esto, protagonizada por Carmen Maura y que utiliza una pata de jamón como arma homicida.
Irónicamente el hombre imperfecto ha dejado huella en la historia de la literatura y es uno de los escritores más admirados del género infantil. Un hombre polifacético, controvertido y terriblemente talentoso que enseñó a disfrutar de la lectura a generaciones de todo el mundo.
Así es la literatura de Roald, un sinfín de historias llenas de personajes como los umpalumpa, o mujeres con vaginitis atróficas seniles, estremecedoras alucinaciones, paradojas y misterios donde siempre los que no bondadosos son castigados sin piedad.
Muchos hemos aprendido a amar la lectura gracias a él y a su legado de fábricas de cuentos, llenos de magia y fantasía. Uno de los bombones de la literatura, de los que una vez que un libro cae en tus manos los devoras sin piedad… pero, claro está, ¿a quién le amarga un dulce?