El libro de las Revelaciones, conocido por su traducción al griego como Apocalipsis de San Juan, contiene una serie de contenidos simbólicos de corte escatológico, convertido en el texto de los últimos acontecimientos de la historia del mundo pero con un enfoque que, si no se entiende el contexto en el cual fue escrito, no se podría comprender tampoco que el “lenguaje profético” era algo común en la historia del pueblo judío a través de la historia. 1

Aun así, es importante hacer una serie de señalamientos sobre elementos de la redacción de la Revelación de San Juan (la visión de Yohanan) en la isla de Patmos, en medio del mar Egeo, donde se encontraba el autor encerrado, según la tradición cristiana, por compartir el mensaje del evangelio.

Están también quienes señalan que todo el lenguaje figurado del libro incluiría a su autor, no siendo escrito por el seguidor de Jesús sino por una comunidad de corte joánica que data del primer siglo de la era cristiana.

Otro elemento para tomar en consideración es el fuerte tinte del judaísmo de la época del segundo templo, con importantes referencias a visiones de textos del Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) y de libros apócrifos como el libro de Enoc.

Sobre lo anterior, el libro de Enoc, en su capítulo 86, habla sobre la caída de los ángeles de Dios y la desmoralización humana, para más adelante señalar el juicio de las almas y de los rebeldes contra el Creador, algo sobre lo cual se expresan varios capítulos del Apocalipsis.

Mientras tanto, el libro de Daniel menciona una bestia de cuatro cabezas, representando grandes reinos e Imperios, mientras que el libro de Yohanan hace esta alusión cuando menciona a la bestia con siete cabezas y con diez cuernos. La primera parte se refiere a las siete colinas que rodean a Roma, mientras que los diez cuernos son una alusión a la unión de todos los poderes (político, religioso, económico, etc.), plenamente en contra de los creyentes.

Ahora bien, en cuanto al concepto de un mesías triunfante y juez que aparece en el capítulo 19, hay una referencia en el Talmud, en el Tratado de Sanedrín 98a, donde se refiere al liderazgo del mesías como una figura que llegará en un momento a impartir justicia por igual.

Otro elemento que es reiterado en el texto es el uso de lenguaje figurado a través de números. En hebreo, esta práctica se denominada Guematria. Dándole valores numéricos a las letras, su sumatoria u orden específico daría la posibilidad de interpretar de otra manera un texto.

Por esta razón se ve con insistencia el uso del número siete, por ejemplo, que simboliza aquello que está completo o pleno, como los días de la creación equivalentes a los días de la semana.

Así, llegan a representar a un gran reino mencionando a Roma como una Bestia de siete cabezas y diez cuernos, representando a la ciudad de Roma como el lugar del paganismo y del pecado.

También se utiliza el lenguaje numérico para no correr riesgos. Por esto, al hablar de un personaje que perseguía a los creyentes, se pensó en utilizar un número para representarlo y no un nombre per se, así se evitaría que pudieran tomar represalias en su contra.

Generalmente, las narraciones de textos con lenguaje profético eran vistas como fábulas y no como “advertencias” o “amenazas”.

De esta manera, se presenta a un personaje nefasto que perseguía a los creyentes y era presentado con un código, un “número de hombre”, y se le simboliza con la cifra 666 (616 en otras interpretaciones). Se consideraba que se trataba de algún emperador romano de la época que podría ser Domiciano, que era quien lideraba Roma durante la aparición del texto apocalíptico, o en su defecto Nerón, que ya había gobernado el imperio anteriormente.

Por otro lado, la idea de un juicio divino aparece representado tanto en Apocalipsis 20 como en el texto del Tratado de Sanedrín 91ª. Se refieren a un juicio sobre los pueblos, Israel conforme al cumplimiento de sus mandamientos (mitzvot) y a las naciones con respecto a sus relaciones con Israel.

Difiere el elemento de castigo, pero esto se podría explicar con textos que se supone que fueron añadidos posteriormente dentro del documento, aunque esto fue una cuestión de debate por muchos años hasta canonizarlo totalmente en la mayoría de los contextos cristianos.

Otro concepto que se puede relacionar entre el Apocalipsis y la literatura rabínica del siglo I es, por ejemplo, la idea del Libro de la vida que aparece en Apocalipsis 20 y en el Tratado Talmúdico de Rosh Hashana 16b, donde los justos son inscritos para la vida.

La idea de la nueva Jerusalem conforme a Apocalipsis 21 en verdad proviene de textos tales como Isaías 60 y Zacarías 8, así como el Tratado de Baba Batra 75b, descrita como una ciudad con piedras preciosas y la presencia de Dios en el sitio, lo mismo que la idea de la reconstrucción del templo, el cual, según Apocalipsis, proviene de los cielos (capítulo 11) y tendría un paralelismo en la idea de Éxodo de que el templo en la tierra es reflejo de un templo celestial visto por Moisés, explicación que también aparece en el Midrash Tanjuma con respecto a conceptos que acompañan al templo tales como la shejina (presencia divina), el trono celestial, el paraíso terrenal y el mundo venidero.

Todo lo anterior como parte de los elementos paralelos que se pueden designar con respecto a la explicación del texto apocalíptico del Nuevo Testamento, con literatura rabínica que pueden ayudar a contextualizar mejor la situación, además de dar una esperanza en momentos en los cuales la persecución y los ataques contra los creyentes se han convertido en una constante, convierte así la literatura con lenguaje profético en una esperanza, a veces lejana o irreal.

Notas

1 Esto fue desarrollado anteriormente también en otro artículo.

Referencias Bibliográficas

Libro de Enoc.
Por qué Roma es "la ciudad de las siete colinas".
Talmud.
Midrash Tanjuma.
Domiciano, sobre su vida y personalidad.
Nerón, el mecenas asesino.
Nerón y neronismo. Ideología y mito.