Como país que recibió a familiares que debieron emigrar producto de las persecuciones de la dictadura militar de Pinochet en Chile, mantengo estrechos lazos con Venezuela y me importa lo que ocurre ahí.
Esta nación cobijó a muchos compatriotas en una durísima época de represión, un negro período en que sistemáticamente abundaron en Chile la violación de los derechos humanos, prisión, tortura, detenidos desaparecidos y ejecutados políticos como política de Estado subrepticia.
Especialmente agradecidos por la posibilidad de un nuevo comienzo, de armar familia en el “extranjero”, a pesar de luchar contra el desarraigo del exilio, muchos coterráneos se encontraron con un maravilloso y joven país, lleno de recursos y oportunidades.
Es por esto y mucho más que la realidad de Venezuela hoy en día, me deja estupefacta. A lo largo de los últimos años, el mundo ha sido testigo cómo en un par de décadas el país ha colapsado, llegando a convertirse en una caricatura, una sombra. Volteada de cabeza en nombre del socialismo bolivariano, se trastocó su economía y se crearon venenosas divisiones entre sus compatriotas. Sin duda alguna, es una caldera ardiente a punto de explotar.
Un pedacito de paraíso
Recuerdo con nostalgia los cálidos días disfrutados en la famosa playa El Agua, en isla Margarita. Aún gobernaba Hugo Chávez Frías, en sus últimos años y ya diagnosticado con cáncer colorrectal. La oportunidad de recorrer y conocer el país se nos presentaba al alcance de la mano y supimos aprovecharla, ciertamente.
Rememoro soleadas jornadas en los preciosos cayos de Tucacas, del Parque Nacional Morrocoy -en el estado Falcón-, un paraíso terrenal de aguas turquesas de color imposible, la panza llena de arepas y agua de coco, el sonido de la dulce arpa en los joropos y los verdes valles del Estado Miranda. Aragua, Petare, Ocumare del Tuy, todas localidades encantadoras rugían de actividad, de comercio, de vida.
Incluso, a pesar de los ya altísimos niveles de delincuencia en grandes ciudades, como Caracas, igualmente era un placer recorrer sus bullentes calles, centros comerciales y lugares turísticos.
Hoy no me atrevo ni a pensar en qué condiciones se encontrarán.
La República Bolivariana de Venezuela
El gobierno de Hugo Chávez nacionalizó la industria estratégica y se enfocó en implementar programas sociales que ampliaron el acceso de la población más desposeída a la vivienda propia, salud alimentación y educación. Con ingresos récord por la venta del petróleo y polémicas alianzas estratégicas con gobiernos de países como Cuba, Siria, Irán y Libia, Chávez fue acusado de dividir ideológicamente al continente.
Su rechazo a la “hegemonía imperialista”, según él, propulsada por Estados Unidos y su deseo de consolidar un mundo multipolar, a través del fortalecimiento de las relaciones y acuerdos comerciales con países árabes, marcaron la tónica de su gobierno.
Tras su deceso y bajo el mandato de Nicolás Maduro Moros, la situación económica compleja que ya se arrastraba hacía tiempo, empeoró ostensiblemente. Los costos de la exportación de su modelo y revolución bolivariana pasaron la cuenta.
La situación
Según consigna el sitio electrónico chileno El Mostrador, el producto interno bruto se redujo en un 10% durante el 2016 y se anticipa otro 4,5% en 2017, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Adicionalmente, con la caída de los precios del crudo y de sus reservas monetarias, al Gobierno seguirán faltándole dólares para importar comida y artículos de primera necesidad. Sumemos a ello el aumento de la inflación, que significa que los venezolanos comunes no tienen acceso a los bienes que quedan y que cada día aumentan de valor.
A medida que se intensifica la represión policíaca, las solicitudes de asilo se han disparado: hasta el 2016 el número de venezolanos que había solicitado asilo político en Estados Unidos se incrementó un 168 %.
Los datos de inmigración en Latinoamérica son irregulares, pero las autoridades brasileñas dicen que el número de solicitudes de asilo este año (1.805) es cinco veces mayor que el total de 2000 a 2015, sin incluir a los ilegales.
Cada vez son más los venezolanos que han llegado a la conclusión que la única forma de salir del desorden que impera en el país es emigrando. Comerciantes menores, maestros y obreros en busca de empleo se están trasladando a destinos como República Dominicana, México y Panamá, mientras que profesionales más capacitados, como médicos o ingenieros especialistas en operación de refinerías y plataformas petroleras, encontraron en Estados Unidos e incluso países nórdicos, una oportunidad de empleo y estabilidad.
Registros oficiales en Chile indican que se autorizaron más de 8.300 visas a venezolanos en 2015 -10 veces más en solo cinco años-. Comenta Juan Nagel, economista venezolano en la chilena Universidad de los Andes: "Antes, los migrantes venezolanos volaban a Santiago. Ahora llegan en autobuses, con 100 dólares en los bolsillos".
Miles de venezolanos cruzan las fronteras en autobús o a pie, especialmente a Colombia, buscando azúcar, arroz, aceite o medicinas que ya no consiguen en casa. Y cada vez más, muchos de los que salen de compras deciden no volver.
Ahora, con una Venezuela estancada, las autoridades colombianas se están preparando no sólo para el regreso de sus nacionales, sino para lo que los funcionarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados han llamado una "avalancha" de venezolanos buscando refugio.
En América Latina, con mercados laborales débiles y pequeñas poblaciones extranjeras, la bienvenida no siempre es cálida. Se reporta que Guyana ordenó la deportación de los ilegales y la principal escuela de abogados de Panamá decidió "categóricamente" que los títulos de abogacía venezolanos no son válidos en Panamá.
Después de un incidente en que venezolanos presuntamente dispararon e hirieron a dos oficiales de policía en Curazao, los legisladores de las islas de los Países Bajos, Aruba, Curazao y St. Martin están considerando imponer restricciones migratorias.
"Los países latinoamericanos no están preparados para este tipo de crisis", asegura Patricia Andrade, quien lidera el grupo de apoyo a los migrantes en Florida, Venezuela Awareness.
Crisis multidimensional
La inflación en Venezuela aumentó un 141% a finales de septiembre de 2015, reportó el Banco Central Venezolano. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la inflación en Venezuela se incrementará en 204% durante el 2016. En la práctica esto significa que por cuarto año consecutivo Venezuela sufrirá probablemente la inflación más alta del mundo, o sea una abrupta caída del salario real. La destrucción del poder adquisitivo viene aparejada con una escasez palpitante y la expectativa de mayores incrementos de precios.
La economía de Venezuela depende del petróleo, por eso la caída de los precios internacionales golpea aún más al país. Todo funcionaba cuando el precio del barril de crudo fluctuaba alrededor de los 100 USD. Ahora, el precio ha caído actualmente a unos 28 USD por barril.
El economista Alejandro Arreaza, de Barclays, denominó a Venezuela “el gran perdedor” en América Latina, derivado justamente de la caída del precio del petróleo. El profesional había anticipado que las exportaciones del crudo venezolano le representarían apenas unos 27.000 millones de dólares en 2016, una baja ostensible de los 75.000 millones de dólares que obtuvo por este producto en 2014.
Además, la moneda de Venezuela, el bolívar, ha caído a un ritmo frenético. En 2015, un dólar equiparaba 175 bolívares. Ahora, un dólar representa 865 bolívares.
A la difícil situación financiera, inestabilidad social y política se une un clima confrontacional desatado.
En diciembre de 2015, el partido opositor, Unidad Democrática, ganó 109 asientos en las elecciones legislativas, mucho más de los 55 escaños que ganó el oficialismo.
La oposición ahora controla el 65% del Congreso. Esto significa que este nivel de representación le permite destituir a integrantes del gabinete de Maduro y autorizar reformas que el mandatario no podrá rechazar.
Pero no es tan fácil. Maduro designó a nuevos integrantes del Tribunal Supremo de Justicia justo antes de que los nuevos legisladores iniciaran acciones. Los nuevos ministros podrían echar abajo las leyes de la oposición, creando una lucha de poderes.
Venezuela también ha estado al borde de una suspensión de pagos o default en los últimos meses. Al 2016, Venezuela debe más de 10. 000 millones de dólares en pagos por la deuda.
El gobierno no puede pagar para importar artículos comestibles como leche, harina y huevos. Así, nos llegan imágenes del desabastecimiento generalizado, de anaqueles vacíos en los supermercados, colas interminables por abarrotes, mercado negro, especulación de precios, vecinos hurgando en la basura y soportando frecuentes cortes de agua/luz y bebés recién nacidos en cajas de cartón.
Además, existen denuncias acerca de supuesto canibalismo en cárceles venezolanas. Un lloroso padre denuncia en televisión que durante un motín carcelario en el estado Táchira, su hijo fue apuñalado, descuartizado y entregado como comida a otros reclusos.
Igualmente se reportan explosiones de cadáveres en la morgue del Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá, en Cumaná, por la inexistencia de insumos e instrumental para el manejo adecuado de los cuerpos en el recinto, que al parecer no puede ni costear electricidad o aire acondicionado.
Referendo revocatorio
Estos días, los Tribunales Penales de Carabobo, Aragua, Bolívar, Monagas y Apure anularon –por supuesto fraude- la primera etapa del proceso de recolección de firmas para un referendo revocatorio presidencial. Paralelamente, el Consejo Nacional Electoral (CNE) informó que este proceso quedaba pospuesto hasta una nueva instrucción judicial.
Por su parte, la Asamblea Nacional aprobó el pasado martes 25 de octubre el inicio de un “juicio político y penal” al presidente Nicolás Maduro para determinar su responsabilidad constitucional al “propiciar la ruptura democrática”, con la suspensión del referendo.
Maduro, quien asumió la presidencia en abril del 2013, enfrenta estos días multitudinarias manifestaciones en contra, exigiendo su renuncia.