A lo largo de sus poco más de cien años de vida, la historia del cine ha sido trepidante. Desde que en 1888 Louis Le Prince consiguiera realizar una grabación de apenas dos segundos en una película de papel hasta el cine digital tridimensional de alta calidad del siglo XXI, la técnica cinematográfica se ha visto marcada tanto por los avances tecnológicos que iban surgiendo como por sus propias limitaciones. Por un lado cada innovación ofrecía a los cineastas nuevas formas de hacer cine, pero por otro las limitaciones con las que lidiaban les obligaban a exprimir su creatividad al máximo a fin de poder plasmar sus ideas en la pantalla.
En el caso de la industria, a pesar de que se ha visto afectada en gran medida y a todos los niveles cada vez que una gran innovación tecnológica tenía lugar, sin duda han sido las salas de cine las que más se han visto afectadas por estos avances, pues constantemente han tenido que ir renovando los equipos para poder adaptarse a los nuevos formatos. Desde la transición al cine sonoro hasta la incorporación de la tecnología 3D, las salas de cine han ido pasando por diferentes procesos de cambio que siempre han conllevado grandes inversiones económicas para la renovación de equipos. Sin embargo, y a diferencia del resto de transiciones, la implantación del cine digital trajo consigo una novedosa fórmula de financiación para las salas que si bien se pensó inicialmente para facilitar el cambio, actualmente está siendo motivo de controversia por los efectos negativos que está teniendo el llamado “Virtual Print Fee”.
Virtual Print Fee
El “Virtual Print Fee” (Tarifa por copia virtual o VPF) es una fórmula surgida tras la aparición del cine digital. Se debió principalmente a que las salas de cine veían demasiado riesgo en la implantación de los sistemas digitales ya que el precio de éstos era cinco veces superior al de los proyectores convencionales y a la vez tenían unas expectativas de vida útil muy inferiores –diez años frente a treinta-. Al mismo tiempo veían cómo los distribuidores salían beneficiados con el nuevo sistema ya que los costes por fabricación y distribución de las copias se reducían de forma más que evidente. El VPF se creó a fin de equilibrar la situación, haciendo que el dinero que se ahorraban los distribuidores con las copias se destinara a que los exhibidores financiasen su digitalización y así hacer la transición más viable.
Esta tarifa, que se pensó con el objetivo de hacer la situación más justa para todas las partes, ha acabado teniendo un enorme efecto negativo en el cine independiente, dado que en muchos casos los ingresos que se puedan llegar a obtener por sala no llegan a cubrir los costes de ese VPF. Xavier Marchand, director ejecutivo de Momentum Pictures, señalaba en unas declaraciones a Variety que “el modelo económico del cine independiente es diferente al de las majors, por lo que es bastante perjudicial que se nos ofrezca el mismo trato que a los grandes estudios con muy poco o ningún margen de maniobra”. Por su parte, los exhibidores defienden que los grandes estudios realizan muchas más copias que las pequeñas distribuidores, por lo que los costes por cada copia virtual que les apliquen deben ser inferiores. Esta situación provoca que al carecer de los recursos de los grandes estudios, las pequeñas distribuidoras se vean obligadas a estrenar sus películas en cada vez menos salas.
Para paliar esta situación, se han dado casos como el de Argentina, donde en 2015 el Instituto Nacional de Artes Audiovisuales (INCAA) estableció que el VPF le sería posteriormente reintegrado a las distribuidoras argentinas que estrenaran un máximo de 120 copias y a las extranjeras que no excediesen las 40, con el fin de brindar una protección extra al cine independiente en general y al argentino en particular. Por el contrario, en España no se ha adoptado ninguna medida en este sentido.
Norberto Ramos del Val es un director español con ocho filmes a las espaldas que se declara consciente y orgullosamente fuera del circuito comercial. En 2016 estrenó Amor Tóxico, una comedia que aparte de buenas críticas, consiguió estrenarse en el Festival de Cine de Autor de Sevilla así como hacerse con los premios al mejor guión y actriz en el Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia y obtener sendas nominaciones en el Festival de Cine de Autor de Barcelona y en el de Cine Fantástico de Bilbao. Tras pasar por algunas salas se estrenó en Filmin el pasado 5 de Octubre –día en el que casualmente también apareció en todas las páginas de descargas ilegales- y a pesar de todo ello y de que es una película con un coste más que reducido, apenas ha conseguido recuperar la inversión inicial. Para estos directores el VPF es una gran piedra en un camino ya de por sí bastante accidentado, pues si ya les es complicado conseguir cubrir unos modestos gastos de producción, tener que pagar las mismas tarifas que las grandes distribuidoras les es por completo inviable.
La causa directa que ha provocado el VPF y más concretamente su falta de regulación –cada exhibidor impone sus propias tarifas o se realizan acuerdos de exclusividad que imponen penalizaciones a otras distribuidoras- es una clara disminución de la diversidad cinematográfica en las salas de cine. En teoría esta tarifa estaba destinada a ayudar a los exhibidores a financiar parte de los nuevos equipos y así hacer más fácil la digitalización de los cines, pero más de tres lustros después de las primeras proyecciones en digital el VPF parece lejos de desaparecer.
La creatividad se abre camino
Esa falta de regulación que hace que la aplicación de esta tarifa sea tan arbitraria ha provocado no pocas voces discordantes que alertan de que la continuidad de esta práctica como se ha venido haciendo puede acabar matando al cine independiente. No se puede negar el efecto negativo que está teniendo, pues está limitando a unas pocas salas la proyección de este tipo de películas, pero también es cierto que no se trata más que de otra limitación, y como tal obligará a los cineastas a buscar formas de llevar sus obras a la pantalla.
Y es que si bien hasta ahora las limitaciones han venido dadas fundamentalmente por la tecnología, esta ha avanzado hasta un punto en el que nos es posible recrear cualquier cosa que conciba nuestra imaginación sin más limitación que la imaginación misma. Hoy los impedimentos no vienen dados por la tecnología, sino por la industria, e igualmente surgirán formas de sortearlos. En ese sentido hay quien defiende la utilización del Blu Ray, pues de esta manera las pequeñas distribuidoras pueden estrenar evitando el pago de esta tarifa adicional.
Resulta curioso que aunque los avances tecnológicos han influido enormemente en el cine, ha sido la creatividad la que lo ha desarrollado. Cierto es que se recordarán las películas El Cantor de Jazz (1927) como la primera película comercial con sonido sincronizado, el corto de Walt Disney Flowers and Trees (1932) como la primera grabación hecha íntegramente en Technicolor o The Last Broadcast (1998) como la primera película grabada, editada y distribuida digitalmente, pero ninguna de ellas pasará a la historia más que como una mera muestra de lo la tecnología era capaz de hacer. Sin embargo se recordarán películas como Ciudadano Kane (1941), Jasón y los Argonautas (1963) o The Matrix (1999) por cómo supieron utilizar elementos que ya existían de una forma creativa dando lugar a avances en la técnica cinematográfica. Fueron estas películas las que se convirtieron en influencia y referente, las que realmente cambiaron la forma de hacer cine.
Actualmente los medios tecnológicos han avanzado tanto que se pueden ver producciones independientes con una calidad cada vez más próxima a la de los grandes estudios y por otro lado vemos cómo esos mismos estudios están cada vez más faltos de creatividad. Al echar un vistazo a las carteleras, vemos muchas sagas, adaptaciones o reboots, pero pocas historias nuevas. La ventaja con la que siempre han contado las grandes productoras es que tenían los medios, pero esos medios se han ido abaratando progresivamente y estamos llegando a un punto en el que las pequeñas producciones van a poder mirarles a la cara. Llegará un momento en el que sean las historias las que llamen un público harto de los mismos finales y es posible que un día veamos cómo una pequeña producción puede convertirse en un éxito global al tiempo que Hollywood se va convirtiendo en Blockbuster.