Desde que debutase en el profesionalismo allá por el año 2010 tras ser campeón del Mundo y de Europa en mountain bike, Peter Sagan no ha parado de crecer. Pero, sobre todo, no ha parado de sumar triunfos a su palmarés. Además con su estilo, irreverente a todas luces, se ha ganado a la mayoría del público ciclista. Ningún espectador tiene malas palabras para un hombre que aporta frescura y buenas noticias cada vez que logra una victoria en el duro deporte de las dos ruedas. Pocos pueden imaginar un ciclismo sin él en estos momentos y es siempre una de las grandes atracciones en las carreras más importantes. Los focos de los medios de comunicación están siempre puestos en él y, en definitiva, se ha convertido en un ídolo de masas, en un referente para jóvenes y no tan jóvenes que quieren ser como este eslovaco de 26 años de edad.
Pero al igual que despierta grandes simpatías entre la no tan pequeña parte de la sociedad que sigue el ciclismo, también genera cierta envidia y malestar en otros corredores que, como él, se dedican a buscar la gloria cuando se presenta en cada esquina. El mismo Sagan, tras el reciente Eneco Tour, expresó su malestar diciendo que “Los demás corren para que no gane yo, a pesar de que haya ganado más que todos ellos juntos”. En cierta medida tiene razón con esta afirmación, ya que estamos en unos tiempos en los que el resto del pelotón lucha para que el nuevo campeón de Europa no siga agrandando su trayectoria profesional. Pero la realidad demuestra que esto es, sencillamente, inevitable.
La voracidad de Peter Sagan no conoce límites. Ya ha sido, como hemos mencionado anteriormente, conquistador del entorchado europeo, además de campeón del Mundo de fondo en carretera, cinco veces ganador del prestigioso maillot verde de la regularidad en el Tour de Francia, consiguiendo incluso siete triunfos parciales en la ronda gala. También ha salido por la puerta grande en España, con cuatro victorias de etapa y ha logrado vencer en clásicas tan importantes como son el Tour de Flandes o la Gante-Wevelgem. Quizás se pueda echar de menos que no haya aún probado el sabor de lo que es una dura competición como el Giro de Italia, pero tiempo tiene de ello de sobra. Su juventud hace que estemos hablando ya de un hombre que puede marcar un antes y un después en la historia del ciclismo profesional, y, de hecho, ya está dejando una huella imborrable, al menos entre los aficionados.
Porque su carácter es indomable y espontáneo y esto hace que llegue muy hondo a la gente que sabe apreciar a los ciclistas y a sus cualidades sobre la bicicleta. El eslovaco lo mismo te brinda un “caballito” en el transcurso de una etapa que besa apasionadamente a su novia tras conseguir el cetro mundial. Peter Sagan es único en su especie, es querido por la afición dando igual cual sea el país, y será, desde luego, irrepetible. Esto es lo que hace que nos guste, que nos alegremos todos cada vez que levanta los brazos y que deseemos que su sed de victoria no se termine nunca jamás.