Cuando vuelves a leer un libro después de mucho tiempo te das cuenta den detalles y pinceladas que habías pasado por alto, seguramente por falta de madurez, experiencia o reflexión.
Cuando El Príncipito de Saint-Exupéry se encontró con el Zorro, le pidió que jugara con él. Pero el Zorro no estaba “apprivoisé”, es decir, “domesticado”. “¿Qué significa “apprivoiser?”, condenados por desconfiados, herederos de un tiempo que parece que siempre llega tarde, el problema de la cultura es el problema de la persona, y la respuesta al vacío de la cultura es la palabra. Romano Guardini dejó escrito que “el sentido de una época cultural no reside en definitiva en que, en ella, el hombre logre un bienestar cada vez más alto y un dominio de la naturaleza cada vez mayor, sino en producir la forma de existencia y de la actitud ética humana que exige la historia en cada ocasión”.
¿Qué es el periodismo? “Un lugar en el que se cuentan historias”. El periodismo no es más que mendigar unos gramos de interés en nombre del gusano de la manzana de la curiosidad. Juan de Mairena, el alter ego peripatético de Antonio Machado, definió al hombre como “el animal que usa relojes”. Y yo digo que el periodismo es el cronómetro de la Historia. Mal que le pese a la razón económica y a la sinrazón social.
Arcadi Espada ha escrito que “si como decía Borges “en las letras de rosa está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra Nilo” o, incluso, mientras hablaba del bravo Jacinto Chiclana, “yo canto sólo lo que se cifra en el nombre”, parece natural y justificada la costumbre de respetar al mensajero, sin degollarlo con la navaja desprecio”. el niño. Y contestó el animal: “Es algo muy olvidado hoy día. Significa crear lazos (…) Todavía tú no eres para mí más que un muchacho en todo semejante a otros cien mil. Y yo no tengo necesidad de ti. Tú tampoco me necesitas. Yo no soy para ti más que un zorro semejante a otros cien mil. Pero si tú m´apprivoises (domesticas), tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Y seré para ti único en el mundo”.
Y, más adelante, le recordó al niño: “No se conocen más que las cosas que uno mismo domestica. Los hombres no tienen ya tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas en los almacenes. Pero como no existen almacenes de amigos, los hombres no tienen ya amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!”.
A veces perdemos lo esencial sin darnos cuenta de que lo hemos perdido. Llenamos nuestra vida de palabras y obras compradas en almacenes de apariencia de sentido, en grandes superficies culturales sin pensar y sentir el único tiempo y el único espacio que no son relativos: la palabra que interpela a la vida. Ortega y Gasset dijo aquello de que “no sabemos lo que nos pasa, y eso es lo que nos pasa”, y añadió: “Una cultura contra la cual se puede lanzar el argumento de que no nos hace felices es una cultura incompleta”.
Condenados por desconfiados, herederos de un tiempo que parece que siempre llega tarde, el problema de la cultura es el problema de la persona, y la respuesta al vacío de la cultura es la palabra. Romano Guardini dejó escrito que “el sentido de una época cultural no reside en definitiva en que, en ella, el hombre logre un bienestar cada vez más alto y un dominio de la naturaleza cada vez mayor, sino en producir la forma de existencia y de la actitud ética humana que exige la historia en cada ocasión”.