“Queremos libertad”. Esa es la petición que millones de venezolanos han solicitado para rescatar el futuro político, social y económico de la nación caribeña. Desde la oposición se ha apostado por las manifestaciones pacíficas para demostrar el evidente descontento social que existe dentro del país. Aunque se llenaron las calles de Caracas, así como de otras ciudades nacionales y extranjeras, la necesidad de un cambio requiere de medidas contundentes que faciliten la transición democrática de un gobierno que se niega a renunciar al modelo totalitario implementado por Hugo Chávez.
El referéndum es la herramienta más sensata. El Gobierno y la oposición han intentado demostrar el apoyo social que disfrutan por medio de las fotos y los vídeos de las manifestaciones convocadas durante la primera semana de septiembre. Sin embargo, no son las redes sociales o los medios de comunicación el espacio para determinar cuál es el camino anhelado por la mayoría de la población, sino los centros de votación, dando a todos los venezolanos la oportunidad de evaluar al actual gobierno y decidir si desean o no una prolongación del ‘socialismo del Siglo XXI’.
El rechazo constante del chavismo por someterse a unas elecciones demuestra sus dudas sobre las posibilidades de obtener la mayoría. Es importante recordar que en los últimos comicios electorales fueron los grandes perdedores de la Asamblea Nacional, una de las instituciones más importantes del país. En este sentido, el eslogan oficialista de ‘no volverán’ está, cada vez más, quedándose obsoleto ante una población asfixiada por la crisis económica, por la escasez, la inseguridad y una incertidumbre constante sobre su futuro.
Conscientes de los altos índices de violencia e impunidad en el país, el apoyo exterior se hace vital. La presión internacional para garantizar la celebración de unas elecciones en Venezuela que cumplan con los criterios de transparencia y objetividad es necesaria para garantizar la paz en un país que, desde la consolidación de Hugo Chávez en el poder, ha venido coqueteando con las posibilidades de un encuentro armado o, incluso, con el inicio de una guerra civil. ¿Cuántas veces el propio Gobierno ha amenazado con la presencia y actuación de las fuerzas militares en el supuesto de un levantamiento civil por el derecho a una democracia?
La situación política venezolana está en jaque. Las condiciones económicas y sociales hacen que la población exija respuestas a un Gobierno cuya única finalidad radica en la preservación del poder, así como prolongar normativas obsoletas que solo agravan el día a día de sus ciudadanos, al mismo tiempo que hunden los pilares básicos de su economía (obligándoles incluso a traspasar la frontera para comprar alimentos en el país vecino de Colombia).
El mensaje de los venezolanos ha sido claro: “Queremos libertad”. Sin embargo, no se trata de una labor sencilla. La historia ha demostrado que las dictadoras son sordas a las necesidades de sus ciudadanos, por lo que los gritos deberán ser más altos y en todas las ciudades del país. La población debe encontrar el camino para transmitir su mensaje con votos y poner punto final a una pesadilla que sólo ha conllevado a la destrucción del país y a la ralentización de su futuro.