Mientras recorres el camino desde el chiringuito de la playa hasta el apartamento desde el que se otea el mar, algo se activa en tu mente: “¿Qué día es hoy?”, te preguntas. Echas un rápido vistazo a tu muñeca en busca del reloj, pero nada. Te lo quitaste en cuanto empezaste las vacaciones para no tener ni horarios ni la molesta marca del sol en el brazo. Al llegar a casa, enciendes la televisión y ahí está, copando los informativos. La operación salida. “¿Ya se han acabado las vacaciones? Pero si llegamos hace nada…”.
Aunque en la sociedad científica y médica no existe actualmente ningún consenso en torno a la definición exacta del temido “síndrome postvacacional” se considera que es producto de ese choque frontal con la realidad y de ese brusco cambio de hábitos y de sentimientos cuando toca volver a la rutina laboral tras un periodo largo de desconexión y descanso.
Generalmente, esta transición se produce de forma pausada, gradual y normal, por lo que no acarrearía ningún trastorno e, incluso, en ocasiones, se trataría de un proceso lleno de ilusión por volver a la actividad productiva, sobre todo para trabajadores que desempeñan labores más creativas, así como los que disfrutan de relaciones sociales satisfactorias dentro del ámbito laboral.
Sin embargo, no todos los puestos de trabajo son igualmente valorados por las personas que los desempeñan y, sí, el síndrome postvacacional se hace presente acompañado de una serie de síntomas. ¿Cómo saber si no hemos podido escapar de él este año?
El síndrome postvacacional se asocia sobre todo con cuadros de estrés, en ocasiones de carácter agudo, con todas las manifestaciones que esto supone tanto emocionales como físicas: malestar, ansiedad, depresión, disminución del rendimiento, sudoración, aumento de frecuencias respiratoria y cardiaca, palpitaciones, cambios de humor, temblores… Según algunos estudios, estos síntomas afectan con mayor frecuencia al sexo femenino y se entiende que esto es debido a que, además de su labor profesional, también se le suman las tareas a realizar en el entorno familiar.
Aunque muy pocos casos de síndrome postvacacional requieren de intervención por parte de expertos psicólogos, sí que existen consejos a tener en cuenta para evitar cualquier cuadro de ansiedad en la temida vuelta al trabajo.
Se recomienda empezar de manera gradual con la intensidad del trabajo y hacerlo por las tareas más gratas para hacerlo más llevadero. También aprovechar los tiempos de descansos o de comidas para fomentar las relaciones sociales o familiares. Para evitar el cansancio generalizado, dormir alrededor de ocho horas cada noche y mantener horarios regulares durante el día y a la hora de acostarse o levantarse. No llevarse el trabajo a casa para poder separar perfectamente el tiempo laboral con el de ocio y personal. Mantener una actitud realista y proactiva a través de la cual ir realizando las labores necesarias. Mejorar las relaciones sociales valorando el trabajo de los compañeros para enriquecer el clima laboral y fomentar la proactividad y el rendimiento.
Si tras estos consejos no tenemos la seguridad de haber expulsado de nuestro cuerpo al temido síndrome, siempre podemos echar un vistazo rápido al calendario y contar los días hasta el próximo puente. Además, las Navidades no se ven tan lejanas… ¡Feliz vuelta al trabajo!