El pasado viernes 24 de junio por la mañana todo el mundo aquí en Inglaterra tenía algo que decir o comentar. Una compañera de trabajo, de origen polaco, llegaba alterada asegurando que ella pagaba sus impuestos y que merecía un trato igualitario. Por su parte, nuestro “manager”, egipcio pero con nacionalidad británica, defendía que él había votado la salida del Reino Unido de la UE porque consideraba que a largo plazo sería beneficioso para la economía y repercutiría en mejores ayudas para los nacionales que tienen familia a su cargo, su caso. La opción del “Brexit” obtuvo un 51,9% de los votos. Más que el “Remain”, que reunió el 48% de las papeletas.
El deseo de cortar la inmigración ha sido sin duda el tema central, por encima de la repercusión económica que la salida de Europa puede tener para los ingleses. Para unos, la llegada de extranjeros acaba con la estructura social tradicional de Gran Bretaña. Para otros, los inmigrantes estrangulamos el mercado laboral forzando sueldos a la baja y ponemos bajo presión servicios públicos como la sanidad y la educación. Los partidarios de la permanencia han sostenido en todo momento que los inmigrantes, sobre todo los europeos, pagamos más impuestos de lo que recibimos en concepto de ayuda estatal y somos indispensables para la economía inglesa.
Según la mayoría de los analistas, periodistas, políticos… el voto por salir de la UE ha venido de una mayoría de personas mayores que añoran la Inglaterra de hace varias décadas y el voto protesta de gente que ha sufrido en la crisis y culpa a la inmigración. Aunque también existe otra parte de la población, menos densa, que apoyó el Brexit igualmente. Personas con ideas económicas liberales, que piensan que romper con Bruselas va a liberar a Reino Unido de unas regulaciones que limitan la competitividad del país.
Los 17 millones de británicos que han apoyado el Brexit deben prepararse, porque la salida de la UE va a ser muy larga. El proceso de salida va a poder alargarse hasta 2018-2019, periodo en el que no se va a poder cerrar la frontera a españoles, polacos o búlgaros. Tampoco está claro que Reino Unido vaya a poder restringir la entrada a los europeos tras dejar la UE, en especial si no quiere a su vez que el continente corte el paso a sus ciudadanos, productos y servicios.
Es probable que tras el Brexit las leyes británicas distingan entre tres tipos de europeos:
- Los que ya tienen derecho a residencia permanente en Reino Unido (los nacionales de la UE lo adquieren automáticamente tras 5 años de residencia continuada).
- Los que están en Reino Unido de manera legal, pero no tienen derecho de residencia permanente.
- Los europeos que quieren entrar a Reino Unido después del Brexit.
En el primer caso, se esperaría que los ya residentes obtengan un permiso para quedarse de forma indefinida. En el segundo caso, se espera que Reino Unido intente garantizar que puedan quedarse con el fin de obtener el mismo trato para los británicos que viven en otros países de la UE.
Las negociaciones de la salida del Reino Unido de la Unión Europea deben contemplar no sólo qué pasa con los extranjeros que puedan estar trabajando en el Reino Unido, sino también con las empresas británicas que tienen sedes en otros países e incluso con los jubilados que residen en la Costa del Sol. Hay más de un millón de británicos viviendo en la Unión Europea, entre ellos más de 700.000 en España.
Habrá algunas cosas que si eres extranjero pueden afectarte a nivel práctico. En junio de 2017, por ejemplo, la Unión Europea va a eliminar el roaming, que es el cargo extra que cobran las compañías cuando sus abonados usan el móvil fuera de su país. Cuando Reino Unido salga de la UE, se van a aplicar estos cargos adicionales. El Brexit también puede afectar a las compras online, encareciéndolas en caso de que se apliquen costes de aduanas.
Aún no se sabe que va a ocurrir si se ha cotizado en Reino Unido. Si el país opta por permanecer en el Espacio Económico Europeo o si se firma algún acuerdo bilateral al respecto, se van a mantener los reglamentos comunitarios actuales sobre Seguridad Social. En caso contrario, va a ser necesario buscar alguna forma de que no se perdiera el derecho a la prestación por haber cotizado algunos años en otro país.
La consulta, por otra parte, ha dejado también claro que Londres es muy diferente del resto del país. La mayoría de la ciudadanía de la capital británica quiere quedarse en la UE, el 75%. Sadiq Khan, el nuevo alcalde de Londres, musulmán y símbolo de la tolerancia y la diversidad que definen a la capital britanica, ha insistido en que Londres es abierta y diversa y va a querer seguir siéndolo. Circula además una petición por Internet que ya suma 150.000 apoyos y que pide la salida de Londres de Reino Unido y su incorporación a la UE.
Cuando se unió a la Comunidad Económica Europea, en los primeros años setenta, Reino Unido lo hizo, según historiadores y economistas, como respuesta a un relativo declive económico y político. Su relación con lo que hoy es la UE, en general, ha sido más bien transaccional, en función de que la economía del continente fuera bien. Gran Bretaña ha sido un amigo que parece haber querido estar sólo a las maduras. Si no nos refiriésemos a una de las mayores economías del mundo podríamos hablar de un futuro incierto, de decisión suicida o valiente, según se mire. Pero estamos hablando de Inglaterra así, que no será para tanto.