Las vacaciones son un periodo de relax, distracción y desconexión. Sin embargo, un contratiempo en la salud, por pequeño que sea, como un resfriado, puede estropear y lanzar por la borda todos los planes de estos días.
Es verdad que todo depende de lo que se tenga decidido para estos días. Si uno se queda en casa, el problema no se convierte en tan grave. Tienes la farmacia dónde vas siempre, tu médico de cabecera o tu hospital de referencia.
Los problemas empiezan cuando nos desplazamos. Si uno se desplaza dentro del territorio, la barrera idiomática no existe. A pesar de no tener ninguna cara conocida, te puedes hacer entender a la perfección. Ir a la farmacia a por unos ibuprofenos para el dolor de cabeza no se convierte en una odisea.
Todo se complica si se viaja al extranjero. Al cambiar de sistema sanitario nos podemos encontrar que sea de pago. Evidentemente, y para evitar sustos, lo mejor es llevar un seguro de viaje. Es verdad que en muchas ocasiones tendrás que pagar primero y luego se te reembolsa, pero tienes la seguridad de un respaldo. La comunicación ya no es tan fácil tanto si uno va a la farmacia o necesita acudir a un médico. Por eso, es muy recomendable y necesario que en la maleta incluyas una pequeña farmacia con lo básico, es decir, para el dolor de cabeza, dolor de estomago o medicamentos de la alergia si se padece. En definitiva, todo lo imprescindible para poder superar pequeños contratiempos de salud.
Los viajes a países exóticos o considerados de riesgo ya son otro asunto. En estos casos, las unidades de atención al viajero o de enfermedades tropicales se convierten en una visita obligada. No porque estas enfermedades sean más o menos peligrosas o mortales, sino porque nuestro organismo no está acostumbrado a esas bacterias y no está preparado para combatirlas.
La malaria, la fiebre amarilla, el dengue o la enfermedad del Changas son sólo algunas de las enfermedades contra las que tendremos que protegernos.
A esta protección inicial, en los lugares de destino también se tendrán que añadir algunas precauciones, como no beber agua del grifo, vigilar la ingesta de alimentos crudos o tomar precauciones si se mantienen relaciones sexuales. Consejos que, a priori, pueden parecer absurdos, pero que en muchas ocasiones no se piensa en ese momento y luego se puede pagar con diarrea, dolor de estomago o contagiándose de alguna enfermedad.
En estos casos, además, el seguimiento no termina aquí, sino que a la vuelta uno debe estar atento a si el cuerpo emite algún signo de contagio o enfermedad. Una fiebre, diarrea, etc. a la vuelta de un viaje a países tropicales hace que nos mantengamos alerta y acudamos al médico e informar del viaje. Este sabrá dónde derivarte y hacerte las pruebas necesarias para emitir el diagnóstico correcto.
En las vacaciones, no dejes que los problemas de salud, por pequeños que sean, te estropeen los días de descanso y relax. Prepara una pequeña farmacia, sigue los consejos sanitarios pautados y disfruta del descanso merecido. ¡Los bueno pasa rápido y tarda en volver!