Eivissa, la Isla Blanca, la Isla Mágica, es sin duda un referente para los amantes de la fiesta y la música electrónica. Cada verano, miles de jóvenes de todas partes de Europa y del planeta se desplazan a este oasis mediterráneo para disfrutar de sus populares discotecas, clubs y dj's en un entorno de playas y calas paradisiacas. Es parte del fenómeno conocido como clubbers. Sin embargo, esta cosmopolita isla también encierra mucho más que interminables sesiones de marcha electrónica. Sus paisajes, biodiversidad y cultura, Patrimonio de la Humanidad, esconden una historia de civilizaciones milenarias, lugares místicos y enigmáticos, leyendas y una magnética energía que hace de esta ínsula un enclave único en el mundo.
Aiboshim, la isla de Bes
Se cree que esta isla mediterránea pudo estar habitada desde el 5.000 a. C. Pero serían los fenicios quienes, a partir del siglo VIII a.C., poblarían la isla y la convertirían en un estratégico enclave marítimo. Su ubicación, entre el norte de África y los Pirineos, permitía a esta civilización de mercaderes comercializar con la Península Ibérica y con las colonias griegas del sur de Francia. Los griegos conocían a Ibiza y a Formentera como las Pitiusas, Las Islas de los Pinos, nombre que todavía hoy se sigue usando debido a la gran abundancia de estos árboles que había y hay en las ínsulas.
Los fenicios, por su parte, bautizaron al enclave ibicenco como Aiboshim, “La Isla de Bes”. Esta deidad de origen egipcio, que los fenicios asimilaron a través de su contacto con el norte de África, era representada como un hombre pequeño y rechoncho con apariencia un tanto demoniaca. Era el dios protector del hogar, de la fertilidad, del sueño y el guía del Más Allá. También se le consideraba la divinidad de la música y danza, y se le relacionaba con la vida alegre, la embriaguez, el sexo y el libertinaje, dato que nos trasporta a la actual popularidad de la isla.
Otro importante atributo del Dios Bes era su capacidad para ahuyentar el mal de ojo y a los reptiles, en espacial a las serpientes. Algo curioso ya que en Ibiza y Formentera no hay serpientes, en contraste con la contigua isla de Mallorca. Se conjetura que este supuesto hecho pudo ser lo que llevo a pensar a los fenicios que la isla de Ibiza estaba protegida por este Dios. La creencia de que su tierra poseía propiedades protectoras y alejaba a las serpientes hizo que viajantes, comerciantes e incluso reyes se llevaran pequeñas cantidades para colocarla alrededor de sus casas. Aun hoy hay quien lleva un saquito de tierra de Ibiza colgada del cuello para protegerse de energía indeseadas.
Isla Blanca, Diosa Blanca
En el siglo V a. C. los cartagineses tomaron Ibossim. Durante su estancia la isla paso de a ser un mero puerto de distribución a producir y exportar sus propios bienes. Se empezaron a explotar las famosas salinas de la isla, moneda de cambio en aquella época. La población isleña casi se triplico y se construyeron casas según la [costumbre de encalado cartaginesa]. Las paredes de las casas se cubrían con cal por dentro para desinfectar en caso de plaga y por fuera para proteger la arcilla. El resultado dejaba ver un paisaje de casas blancas, tradición que todavía se mantiene y que le otorgo a este lugar el sobrenombre de Isla Blanca.
Además de prosperidad, los cartagineses también trajeron sus propios dioses, en concreto la adoración a la Diosa Tanit, deidad que aún se continúa recordando y venerando. Tanit, la Diosa Blanca o Diosa Madre, era la divinidad del amor, la prosperidad, de la fertilidad y la cosecha, de la vida y la salud, de la luna. También se le atribuía el poder de proteger contra los animales venenosos, como ocurría con el Dios Bes. Por otro lado, era considerada una diosa del subsuelo y se la relacionaba con la muerte y guía de los difuntos. La leyenda dice que para contentar a la diosa se les sacrificaban a niños primogénitos de familias adineradas a través de rituales donde eran degollados y quemados.
Tierra de conquistas y piratas
Con la llegada de los romanos en 123 a.C. la isla pasó a llamarse Ebusus y la adoración a la diosa Tanit continuó hasta su muy posterior cristianización. Tras los romanos, la isla sería invadida y saqueada por diversos pueblos durante los siglos V y IX d. C. Los Godos, los Visigodos y relativamente los Bizantinos mermaron el esplendor de la isla que más tarde sería recuperado tras la conquista árabe. Los 500 años de estancia árabe en la rebautizada Madina Yabisa, dejaron su herencia en varios aspectos de la vida isleña como en la vestimenta o en la construcción de las casas. Los árabes serían expulsados por las tropas catalanas en 1.235 dirigidas por Jaime I de Aragón, El Conquistador.
Otra leyenda cuenta que los catalanes consiguieron conquistar la isla gracias a una disputa que existía entre el jeque y su hermano. Ambos peleaban por una mujer del harem, el despechado hermano quiso vengarse y reveló a los cristianos la existencia de una entrada subterránea secreta que pasaba por debajo de la muralla. La Eivissa catalana y cristiana reemplazo las mezquitas árabes por iglesia que después serviría como refugio para los nativos de la isla ante a los constantes ataques piratas turcos y argelinos que se dieron durante el siglo XVI. Para defenderse del peligro se construyeron las murallas fortificadas de Dalt Vila sobre los antiguos muros medievales, esto permitió a la isla desarrollarse durante los siglos posteriores.
Ibiza hippy
El crecimiento progresivo de la isla alcanzaría su apogeo con la llegada del turismo en los 60. En aquellos años el movimiento hippy, nacido en San Francisco, se extendía por todo el mundo tomando fuerza en ciudades como Londres y Ámsterdam. Este movimiento contracultural y antimilitarista se revelaba contra el sistema capitalista impuesto y la política bélica del momento. Planteaba un estilo de vida pacífico, naturalista y libertario. Estos jóvenes desencantados encontraron en lugares como India y Nepal un refugio ideal para la búsqueda espiritual, la meditación y la experimentación con drogas.
Ibiza sería el descubrimiento de un oasis de paz y libertad. El buen clima, el contacto con la naturaleza, la ausencia de turismo masivo y los parajes místicos y mágicos de la isla atrajeron a estos jóvenes rebeldes. Los hippies se instalaron en comunas en las casas payesas del campo ibicenco y comenzaron a organizar mercadillos artesanales, eventos y fiestas a los que todavía se pueden asistir. La isla se popularizo e intelectuales, artistas, escritores, pintores… y visitantes de todo el mundo empezaron a arribar a la isla. A pesar de que España se encontraba bajo una dictadura, la riqueza que la isla empezó a generar gracias al turismo le concedió una relativa libertad.
La puerta que abrieron los hippies de los 60 trajo a la isla el desarrollo de eventos musicales, festivales y discotecas en las décadas siguientes. Durante los años 70 y 80 la isla vivió un periodo de glamour y esplendor con grandes conciertos a cielo abierto con artistas como Bob Marley, Eric Clapton, Freddy Mercury… Sin embargo, a finales de los 90 esta forma de experimentar la música y la fiesta sufrió un gran cambio. Las autoridades establecieron una ley que obligaba a las discotecas a convertirse en espacios cerrados para moderar los ruidos. Esto provoco el declive de los locales de música a los que la gente acudía para disfrutar de las actuaciones al aire libre. Muchos de estos establecimientos salieron a subasta y cambiaron de manos. Fue entonces cuando empresarios del sector en Londres, donde las estrictas normativas ponían difíciles trabas, vieron en Ibiza una gran oportunidad para llevar a cabo sus eventos. Empezaron a organizar packs turísticos discotequeros, viajes relámpago que incluían vuelo y fiesta. Poco a poco Ibiza fue adquiriendo su fama y dj's e importantes personajes de la industria se establecieron en la isla. Ibiza se convirtió en “The party Island”, el paraíso de la música electrónica y los grandes clubs y discotecas.
Lugares mágicos, el influjo de Shiva y Escorpio
Pero los hippies también supieron explorar los parajes mágicos de la isla. Descubrieron ciertos lugares cargados de una energía natural idónea para las prácticas espirituales o celebrar ritos ancestrales. En la playa de Benirrás, al norte de la isla, aún se puede asistir los domingos de verano a la fiesta de los tambores para honorar las puestas de sol. Otros rincones escogidos fueron Punta Galera o Atlantis por su fascinante belleza y enigmático encanto. Atlantis, como lo llamaron los hippies en referencia al mito de la isla pérdida de la Atlántida, se conoce oficialmente como Sa Pedrera de Cala d´Hort. Se trata de una antigua cantera de donde se extrajo la piedra para construir parte de la muralla de Dalt Vila en el siglo XVI. Aunque según la leyenda, estas piedras también se usaron como material para las pirámides de Egipto. Los curiosos cortes diagonales de las rocas forman extrañas estructuras escalonadas por donde se filtra el agua del mar creando piscinas naturales. Entre las paredes se pueden encontrar pequeños altares, dibujos e imágenes talladas, muchos de ellos símbolos y divinidades budistas e hindús. Posiblemente debido a la gran influencia que estas filosofías y religiones orientales tuvieron en el movimiento hippy.
Una de las deidades hindús más representadas es el dios Shiva. Algunos creen que la isla está bajo el influjo de este dios destructor, regenerador y creador. Shiva destruye todo lo que es innecesario para regenerar las energías y poder volver a crear, por lo que puede ser benigno o maligno. Es el dios del caos, domina todas las fuerzas sobrenaturales, lo esotérico, lo mágico, lo inclasificable, lo peligroso. Asimismo, es el protector de lo marginados, de aquellos que por diferentes causas son diferentes y viven fuera de lo convencional. En consonancia con su fuerza irracional e impulsiva, es también el dios de la embriaguez, de la fiesta, del placer sexual y del desenfreno. En su lado regenerador, es quien guía la reflexión y el autocontrol del asceta en su vida de soledad, sacrificio y abnegación para revelarle la verdad. Como dios del conocimiento creador instruye a los filósofos y maestros, e inspira y protege a los artistas.
Curiosamente muchos de los rasgos descriptivos del dios Shiva coinciden con las características que se le atribuyen al signo de escorpio. Signo zodiacal que, según eruditos en el tema y de acuerdo con las conclusiones del Congreso de Astrología que se celebró en Ibiza en 1978, rige la isla mágica. Las energías escorpianas se relacionan con lo misterioso, lo esotérico, la seducción y la sexualidad. Al igual que la Diosa Tanit o el Dios Shiva, son fuerzas bipolares que simbolizan la muerte y la vida. Escorpio representa los procesos de transformación, la soledad y la reflexión del aislamiento llevan a un estado de cambio donde se produce una metamorfosis para emprender un nuevo comienzo. Es la capacidad creativa de volver a reinventarse, a renacer. Tal y como ocurre en el ciclo de la isla, los inviernos solitarios, tranquilos e introspectivos dejan paso a las explosivas temporadas de verano llenas de vitalidad, fiesta y sensualidad.
El enigma de Es Vedra y el Triángulo del Silencio
Muy cerca de Atlantis, en el suroeste de Ibiza, se eleva el islote de Es Vedra acompañado de su vecina menor Es Vedranell. Este enigmático peñón, de cerca de 400 metros de altura y con forma de columna, esconde numerosas cuevas y grutas subterráneas que se adentran en grandes profundidades. Considerado por la cultura nativa como un centinela de piedra surgido de las aguas del Mediterráneo para proteger la isla, esta formación rocosa ha suscitado grandes enigmas y numerosas leyendas. Muchos estudiosos coinciden en que en ella se acumula una gran energía magnética semejante a la que se encuentra en lugares como Stonehenge, la Isla de Pascua o las Pirámides de Egipto. Además, Es Vedra junto con la costa suroeste de Mallorca y el Peñón de Ifach en Alicante forman el llamado “Triángulo del Silencio”, un área dónde se producen efectos similares a los detectados en el Triángulo de las Bermudas: las palomas se desorientan, los radares de aviones y barcos dejan de funcionar e incluso las brújulas se ven afectadas.
Pero la leyenda va mucho más allá y nos habla de extraños fenómenos paranormales tales como apariciones de seres luminosos, inexplicables sonidos o incluso avistamiento de OVNIS. Los primeros relatos sobre estos fenómenos se remontan a la segunda mitad del siglo XIX cuando el padre Francisco Palau, fundador de las Carmelitas, estuvo retirado en Es Vedrá. Sus escritos narran diversas experiencias en las que vislumbró “damas de luz” y “seres celestiales”. Más tarde vinieron muchos más testimonios: pescadores que decían haber visto extraños objetos flotando mientras navegaban, lugareños que observaron misteriosas luces salir y entrar en las aguas o nadadores y buceadores, como el campeón de caza submarina José Amengual, que atestiguan haber escuchado intensos “ruidos metálicos” en sus profundidades que hacían cambiar de dirección a los peces, hecho insólito según los expertos.
Pero sin duda uno de los acontecimientos más extraordinarios es el conocido como “Caso Manises”. El noviembre de 1979 un avión comercial que volaba de Mallorca a Tenerife se vio acosado por varias luces de un rojo intenso que amenazaban con colisionar con la aeronave. Los pilotos tuvieron que realizar un aterrizaje forzoso en el aeropuerto de Valencia por miedo a que pudiera producirse un accidente. Muchos identificaron estas luces como OVNIS. Los científicos no consiguieron ofrecer ninguna explicación lógica a estos sucesos.
Tal vez se puedan encontrar algún tipo de respuesta a todos estos misteriosos hechos en los mapas geológicos de las placas tectónicas terrestres. En esta zona del Mediterráneo Occidental se localizan los límites de las grandes placas tectónicas Africana y la Euroasiática. Entre ambas se sitúa la microplaca Mesomediterránea o de Alborán. La relación entre estas placas y otras de menor tamaño crean un complejo mosaico donde las diferentes piezas todavía no han encontrado su lugar definitivo. En la actualidad, los expertos continúan investigando estos movimientos tectónicos intentando desentrañar otro enigma que rodea esta la isla mágica.
El filo de la doble cara
Muchos conocedores de la isla dicen que su energía esconde los dos extremos, una fuerza que te puede atrapar o rechazar, hacerte crecer o destruirte, amar u odiar, regalarte extraordinarias vivencias tanto buenas como malas. Mito o realidad, lo que es evidente es que la isla atrae cada verano a cientos de turistas en busca de fiesta y belleza natural. Visitantes que si bien generan su fama y riqueza al encontrar la libertad para experimentar interminables veladas de fiesta y diversión; también son causantes del deterioro y de una cuestionable reputación asociada a oscuros episodios derivados del exceso.
Jóvenes ávidos de libertad y diversión llegan a la isla con la intención de pasar unos días de fiesta sin descanso. Muchos de ellos provienen del Reino Unido donde los viajes relámpago a Ibiza se comercializan con gran éxito. Para aguantar noches enteras de marcha y días de playa y sol es necesario consumir sustancias que ayuden a seguir el ritmo. El alcohol y las drogas siempre han sido parte de las festividades, pero en el frenetismo de la absoluta libertad puede llegar a ser letales. Así lo demuestra la alta tasa de intoxicaciones y mortalidad de jóvenes turistas en Ibiza. La mayoría de ellos británicos, encuentran su último viaje en el consumo de excesivas cantidades de estupefacientes, en sus mezclas mortíferas, en delirios que les llevan a saltar de los balcones o en torpezas que acaban al final de los acantilados ibicencos.
Otro de los aspectos destructivos derivados de la popularidad de la isla es el deterioro medioambiental causado por el turismo. Cada verano la isla pasa de albergar alrededor de 150 mil habitantes a acoger a más de 2 millones de visitantes. La fragilidad y belleza natural se resienten al tener que hacer frente a problemas como el repentino incremento de residuos, la escasez y contaminación de sus aguas, degradación del litoral, la pérdida de biodiversidad o el deterioro del patrimonio cultural. Consecuencias negativas del hechizo de esta isla de leyenda. Una isla de belleza singular merecedora de cuidados y atenciones, de consideración y respeto. Una isla que te abrazará o rehusará, pero que nunca te dejará impasible. Una isla blanca, mágica, enigmática. Una isla única.