Si nos miramos al espejo lo que veremos será nuestro "fenotipo", es decir, la expresión de nuestra base genética (genotipo). El segundo, el genotipo, se lo debemos a nuestros padres, y a la combinación de sus ADN. En cambio en el fenotipo influyen otros factores, como los ambientales.
Pero no es eso sólo lo que somos, además sentimos, pensamos y actuamos "independientemente" de nuestra genética. Así puede haber una persona "feliz" con más o menos kilos, más o menos alta, o con más o menos pelo en la cabeza, por ejemplo. Pero ¿somos como somos independientemente de la genética?
Es evidente que, en determinados trastornos, tanto físicos como del desarrollo, la genética ha jugado un papel fundamental en su aparición. Por ejemplo, en el caso del Síndrome de Down una alteración genética tiene importantes consecuencias tanto a nivel físico como cognitivo.
Basado en estos descubrimientos, se ha tratado de averiguar hasta qué punto la genética, la herencia que traemos de nuestros padres, determina por ejemplo nuestro desarrollo y nos hace ser lo que somos. Al respecto, en el caso del autismo, todavía existe una gran polémica sobre su "origen". Si bien hace unos años se consideraba que la causa era de tipo "ambiental", debido a la "forma" de educación especialmente de la madre, esta teoría actualmente no se considera válida. Igualmente se ha tratado de encontrar sin éxito un gen o variante del mismo que pueda explicar este trastorno del desarrollo.
Es cierto que la literatura científica recoge información sobre la heredabilidad de algunos trastornos psiquiátricos. Es decir, si una persona sufre esquizofrenia, tiene un determinado porcentaje de posibilidades de que sus descendientes vayan a sufrirlo, pero dichos porcentajes sólo han sido hallados en unas pocas psicopatologías.
Recientemente un estudio en el que han participado 190 investigadores con casi un millón de participantes han analizado las variantes genéticas de las características de personalidad. Así han podido identificar variantes genéticas para la satisfacción con la propia vida, el neuroticismo (un tipo de personalidad) y los síntomas depresivos.
A pesar de estos descubrimientos, son más las dudas que dejan sin responder, ya que no se ha encontrado base genética para el resto de variables investigadas. A priori, esto podría indicar que somos más "libres" de lo que cabría pensarse, ya que lo que somos no va a venir determinado por nuestra genética, sino por nuestra experiencia, educación y relaciones sociales.