Si estando enfermo alguna vez oyes que tu dolencia se debe a un conflicto emocional no resuelto y que poniéndole solución lograrás que tu cuerpo se cure, huye. Y si quien te habla, además, nombra la física cuántica como la ciencia en la que se basa su terapia sanadora (que seguro cuesta un buen pellizco de euros) y lo mezcla con energías del universo conectadas con tu ser más íntimo, corre todavía más deprisa. Si te quedas, lo más seguro es que pongas en peligro, en el mejor de los casos, tu bolsillo; y en el peor, tu salud.
En el ámbito de la salud proliferan los charlatanes con sus terapias sin ningún fundamento científico que, sin embargo, cuentan cada vez con mayor número de adeptos. Muchos de sus preceptos están aceptados socialmente con un sorprendente espíritu acrítico. Son afirmaciones que suenan bien, vestidas con una pátina científica pero absolutamente simplificadas y distorsionadas y que, sobre todo, ofrecen esperanza a personas en una situación de vulnerabilidad.
Pero, ¿por qué hay quienes se fían más de estas pseudoterapias que de los tratamientos basados en la evidencia científica? Probablemente porque rellenan- aunque sea con invenciones- los huecos a los que la ciencia no puede dar respuesta aún. La medicina convencional cura el cáncer, pero el tratamiento es duro y no es efectivo en todos los casos. Ahí hay un vacío que algún charlatán vendrá a llenar con sus cantos de sirena. Terapias no invasivas, sin efectos secundarios y que dan una cierta sensación de control sobre lo incontrolable: está en ti, tu propia mente puede sanarte, ¿no es maravilloso tanto poder? O con un simple cambio en la alimentación conseguirás curarte, ¿a qué es sencillísimo? Mucho mejor que la quimioterapia, sí.
Este retrato puede parecer un poco extremo porque, por suerte, la mayoría de las personas que se enfrentan a una enfermedad seria confían en los médicos y en los tratamientos que han demostrado científicamente su eficacia, pero hay muchísimas otras, en número creciente además, que basan el cuidado de su salud en creencias que distan mucho de corresponderse con la realidad. Por ello, no está de más el siguiente decálogo que nos puede ayudar a disparar la alerta roja cuando nos encontramos frente a un charlatán:
- Aficionado a las teorías conspirativas, afirma que la malvada industria farmacéutica solo quiere mantenernos enfermos y que los tratamientos convencionales no hacen sino envenenarnos. La duda que siempre cabe es si, en el caso de que él mismo padeciera una enfermedad grave, seguiría manteniendo este discurso o acudiría al sobornado doctor convencional a que le tratara con el peligroso cóctel químico que tanto critica.
- Él es un mártir y un héroe. Sus tratamientos no están aceptados por la comunidad científica porque su descubrimiento revolucionario arruinaría a las grandes empresas, que solo quieren amasar dinero a costa de tu salud. Por eso, él tiene que luchar a contracorriente, soportando críticas y desplantes, para hacerte llegar su extraordinaria terapia. Por supuesto, sus tratamientos no son gratuitos, de hecho suelen ser bastante caros; pero claro, sus ganas de amasar dinero no son como las de las empresas farmacéuticas, es un tipo de ambición distinta, sí.
- Gusta de citar a grandes de la ciencia que en su tiempo fueron unos incomprendidos. Su frase favorita es “antes también se creía que la tierra era plana” y le encanta compararse con Galileo Galilei. Vete corriendo a comprar un décimo de lotería, es más fácil que te toque a que estés delante de un genio que pasará a los anales de la ciencia.
- Ni tú ni yo entendemos bien lo que es la física cuántica, pero él la domina en toda su profundidad. Por supuesto, nunca ha ido a la facultad de Ciencias Físicas, pero ha leído un par de libros y ya sabe utilizar un par de palabros que suenan muy científicos. Si te dice que puedes curarte a través de tal o cual proceso cuántico, dirígete a la puerta. La palabra “cuántico” debe encender las luces de alarma como si de un ataque nuclear se tratara. Otras palabras como “holístico”, “armonía” o “equilibrio energético” son la base de su discurso; si las oyes, probablemente te estén vendiendo una moto.
- La ciencia aún está investigando el complejo proceso que lleva a que nuestras células fallen en su replicación y formen un tumor maligno. Pero él ya sabe por qué una mujer ha desarrollado un cáncer de mama: probablemente sufre un conflicto con su hermana o con su madre que no ha logrado resolver y ha ocasionado la enfermedad que, por supuesto, se sanará cuando esta disputa de solucione. En serio, hay gente que dice esto y hay personas que les creen. Como prueba de la cantidad de cosas alucinantes que se pueden decir sin asomo de sonrojo está el canal de Youtube de Enric Corbera y la pseudoterapia que promueve: la Bioneuroemoción, un conjunto de postulados sin base científica alguna que dudamos mucho alguna vez vaya a conseguir un Nobel de Medicina.
- Para él, cuanto más milenaria sea la técnica mejor es. Da igual que fuera formulada cuando apenas sabíamos cómo funcionaba realmente nuestro organismo. Lo que se descubrió hace cientos de años es mucho mejor que lo que se descubre ahora, en la era de las resonancias magnéticas, las tomografías axiales computarizadas o la cirugía laparoscópica.
- Todo lo natural es bueno y todo lo químico es malo. Si trata de curarte con una infusión de estramonio, corre. Es natural sí, pero bastante venenoso.
- Él quiere ser un gurú, tu maestro, tu guía. Probablemente sea una persona carismática que se expresa bien y sabe cómo ganar tu confianza. Y puede ser que, en ciertas ocasiones, un líder espiritual nos ofrezca cierto consuelo -depende ya de las creencias de cada quien- pero, si intenta sustituir al médico, no es de fiar.
- Los charlatanes suelen ser muy hábiles en la utilización de los términos lingüísticos para evitarse problemas legales. Probablemente, nunca digan que pueden curar la enfermedad biológica en cuestión, pero si emplearán conceptos ambiguos que te darán a entender que si haces lo que te dicen te curarás, sin que realmente lo hayan dicho. Ellos hablan de sanación, de lograr el bienestar global de la persona, de equilibrar el cuerpo y el alma… Vamos, que lo dicen todo y no dicen nada.
- Por último, si algún curandero te invita a no pensar demasiado, a no hacer preguntas, a no cuestionarte los métodos, sino simplemente a creer en lo que te están contando, hazte el favor de poner a trabajar tu pensamiento crítico, seguro que su terapia no logra superar ni las primeras dudas de una mente escéptica. En la medicina de verdad no hace falta creer, simplemente funciona.