Una tarde cualquiera en un canal de la televisión española. Una mujer se enzarza en una discusión con un hombre, al que la vena de la frente lo atraviesa como si fuese una autovía de la costa en pleno 15 de agosto. Hablan de no se qué de unas fotos que nunca debían haber salido a la luz pero que lo hicieron no sé cuando. A la escena le sucede un cambio de canal con desidia y aparece frente a los ojos del televidente una de esas mullidas informaciones en el clásico programa de variedades en el que nos explican desde la receta de magdalenas de unas monjas de un pequeño pueblo burgalés a los temporales que sorprendentemente tanta cabida tienen en los medios de comunicación de nuestro país. Pero para huracán el del estado estadounidense de Michigan, que está asolando, por lo que cuentan, las calles de las ciudades más importantes de la región. Una región que, calculando a ojo de buen cubero, creo que no pisaré en el toda mi vida. Sin embargo, la nueva nos la presentan como primera noticia en el informativo nocturno, con todo lo que conlleva tal decisión. Cabe preguntarse qué ocurre en el consumo de los habitantes para que el engaño a la hora de mostrar lo que ocurre a nuestro alrededor sea enorme y no encuentre reacción. La respuesta, desde luego, no puede ser la ausencia de medios de comunicación que tratan de dirigir la mirada a otros lugares que los habituales. Y mucho menos en los tiempos que corren, donde parece que el espectador comienza a despertar.
A pesar de que los niveles de audiencia de los programas encuadrados en la telebasura no descienden tan bruscamente como para que desaparezcan de la parrilla de la televisión, es cierto que el consumo ha variado sustancialmente en los últimos tiempos. De hecho, la oferta de medios digitales y la presencia de periódicos y revistas de suscripción ha aumentado significativamente en los últimos años. Este nuevo formato de consumo de periodismo muestra a las claras que la profesión no muere a pesar de las dificultades en las que se encuentra. Problemas que son tanto financieros como de modelo. De hecho, en la actualidad hay unos 5 millones de lectores menos de media de prensa tradicional al año que en 2008. Esta circunstancia ha provocado que el periodismo de calidad salte del formato tradicional a la búsqueda de uno nuevo que le proporcione mayores comodidades. Porque esta crisis de ventas ha derivado en peores condiciones laborales para los periodistas, lo cual se ve reflejado con más fuerza en aquella sección de la que con algo de paternalismo etéreo se ha dicho que es la que da prestigio al periódico: las informaciones internacionales. La ausencia de corresponsales internacionales en la plantilla de los periódicos deja en el aire la situación de los trabajadores por cuenta propia, denominados comúnmente freelancers, haciendo buena la idea de que si tienes que vender algo que no es bueno, mejor hacerlo en inglés. Porque son muchos los inconvenientes de este tipo de trabajadores que se encuentran a menudo en países inmersos en conflictos sin ningún tipo de seguro, sin seguridad a la hora de vender las informaciones o con exigencias y prisas a la hora de publicar.
La consecuencia de este horizonte ha sido que los propios profesionales han cogido el timón de la nueva perspectiva. Una de las últimas incorporaciones a este nuevo modelo es la revista 5W, que nació en septiembre de 2015 con el objetivo de adentrarse en las historias de las personas más desfavorecidas y en aquellas que no tienen cabida en los medios de comunicación tradicionales. Noticias que cuando consiguen hacerse un hueco, se explican de manera descontextualizada y sin ningún seguimiento, lo cual acaba inevitablemente por confundir al lector. La revista digital, que tan solo se publica una vez al año en papel a través de una especie de anuario, fue lanzada por varios fotoperiodistas y redactores en un intento de “ir hacia la información con otra mirada”. Así lo publicaron en la plataforma de crowdfunding llamada Verkami en la que pidieron 25.000 euros mediante aportaciones individuales y solidarias. En 49 horas ya habían llegado a esa cifra, y en menos de un mes el proyecto había alcanzado los 40.000 euros. Con ello, una nueva revista de consumo digital había nacido. Pero con la característica peligrosamente olvidada de que quienes dirigen el medio son periodistas y no corporaciones o grandes empresas.
Este modelo de negocio permite que si el lector abre bien el ojo pueda encontrar historias que antes quizá no tenían cabida en los grandes medios. La dictadura del titular y de la rapidez informativa impedía que los reportajes pudieran ser tratados con el tiempo y esfuerzo necesarios. Ahora el consumo ha cambiado y es una oportunidad para proyectar la luz a lo que siempre había sido oscuridad. El virus del Ébola ha sido un buen ejemplo. Siendo cierto que ha tenido mayor repercusión en España por la presencia de casos en el territorio nacional, tampoco debemos desdeñar la atención inusitada que su propago y la lucha para acabar con él produjo en los medios de comunicación españoles, incluso en radios o diarios generalistas. Quizá el foco al que los nuevos medios digitales apuntan sea capaz de girarnos a todos el cuello para que nuestra visión gane kilómetros.
Sin embargo, la necesidad de esta apertura de ángulo conlleva errores de nitidez como cuando en la profusa oscuridad se enciende la luz de la lámpara. Cuesta comprender lo que vemos, y cualquier mala práctica puede tener como consecuencia que el lector se quede con una idea tergiversada de la realidad. Apuntar fuera de lo habitualmente conocido debe realizarse con precisión de cirujano. Xavier Aldekoa, uno de los fundadores de 5W y periodista freelance en África desde hace 10 años, lo tiene muy presente. “Los medios solo nos quedamos con lo negativo. Pienso que es importante explicar lo que pasa, pienso que hay que dar contexto a la realidad y los medios adolecemos de eso, bien por desinterés, bien por darle prioridad a lo que es influyente y no es importante. Si tú sacas el contexto no ves la raíz, no ves la gravedad de la cuestión”. En la construcción de ese contexto se inserta el nuevo periodismo al que todo lo que le falta de garantía financiera, lo tiene de liberación en sus manos. “Explicar lo importante en lugar de lo influyente”, dice Aldekoa aludiendo a la agenda setting de los grandes medios, que prioriza los temas que se van a publicar en un medio de comunicación y que según el periodista se basa más en el predominio que ejerce una determinada declaración que en el fundamento de lo acontecido.
El periodismo sigue mutando, como siempre lo ha hecho. La necesidad de contar lo que le pasa a una gente a otra gente está en el genoma humano. Las crisis y las revoluciones siempre han servido para soplar con fuerza y que la ventolera dejase un descampado sobre el que construir de nuevo. El lector, hoy, tiene la oportunidad, y personalmente creo que tiene la voluntad, de exigir más y olvidar lo menos, lo minucioso, lo nimio. Que el detalle, por fin, deje de copar las portadas de los proyectores de opinión.