Ludovic Navarre, alías St Germain, es un personaje tímido: no le gusta exponerse. Detrás de un alto atril de madera ocultaba su figura en la sala Razzmatazz de Barcelona, poniendo el broche final con este concierto al tour de presentación de su último disco, St Germain. Allí, en ese escenario donde el público aclamaba fervorosamente su vuelta, los protagonistas exclusivos eran los músicos malienses que con koras, balafones o n’goris lo acompañaban.
Y es que, tras darse a conocer hace más de quince años con Tourist – un albúm que vendíó más de tres millones de copias y que encumbró al músico francés como pionero del “French Touch” y figura destacada del “Deep House”–; el St Germain de hoy en día apuesta por ritmos más tradicionales. Ha querido, con este último álbum titulado St Germain, convertir su música en algo más real y órganico, y el resultado es todo un espectáculo: bucles electrónicos hipnóticos con el corazón de África.
Despareciste de la escena desde la década del 2000 hasta el pasado mes de junio, cuando tu tema Real Blues fue publicado. ¿Por qué has decidido volver?
ST: Después de los últimos shows y conciertos de 2002, simplemente necesitaba tomar un descanso. Pero nunca he dejado de hacer música. En 2004 produje un álbum para Soel, el trompetista que tocaba en Boulevard y en Tourist, y en 2005 dí con la banda el último concierto en Pekin.
En 2006 comencé la preparación del nuevo álbum con los mismos músicos del anterior. Pero después de un poco, como no quería repetirme, lo interrumpí todo y comencé de nuevo, investigando sobre música africana. La nueva grabación comenzó en 2011.
¿Qué diferencias hay entre el St Germain de hace quince años y el de ahora?
ST: Nada ha cambiado realmente, sigo utilizando el mismo método de siempre a la hora de trabajar. Grabo a cada artista individualmente para luego, con todas esas grabaciones, comenzar a trabajar de nuevo en soledad en cada tema. Algunas veces por un mes, otras por más. De nuevo y de nuevo, hasta que quedo completamente satisfecho con el resultado.
Vivo del mismo modo que antes, trabajando siempre de noche, sin salir en absoluto de mi estudio. A veces me tomo unas merecidas vacaciones en Córcega, en una pequeña casa junto al mar. Y sí, es cierto que tomo mi tiempo para trabajar en un nuevo álbum, como sabes…
Qué tiene en común que el título de tu último disco (St Germain) lleve tu nombre con tu reaparición…
ST: St Germain es mi nombre artístico desde el año 94. Sonaba como el Deep House que en aquellos años comenzaba a producir y viene dado por el distrito de París en el que estaba viviendo en esa época.
Ahora vivo en Montmartre, y mi casa está frente a la de un artista urbano llamado Gregos, quién estampó mi cara en una máscara blanca de plástico para la portada del nuevo álbum. Alrededor pusimos arena, diseñando el mapa de África. Esta cover lo dice todo, por lo que no necesitaba dar un nombre mucho más rebuscado para el nuevo álbum.
El nuevo álbum tiene muchos ritmos de percusión africana e instrumentos tradicionales de Mali, ¿por qué razón te inspiras en este país?
ST: Escucho música africana desde hace bastante tiempo. La música de Malí es, en mi opinión, la que más se acerca al blues. Los músicos de este país eran, también, más fáciles de encontrar en París. Hay una población maliense grande en el barrio. Tenía muchas ganas de sonidos más tradicionales, de llegar a las raíces.
Desafortunadamente no fui a Mali. Las voces fueron grabadas en Bamako. Nahawa Doumbia es una gran artista, una estrella en su país. Descubrí The Hunters y sus canciones en internet: cantan con una voz suave, en bucles hipnóticos.
Algunas revistas especializadas dicen que en el último disco has perdido el “French Touch”. ¿Es una buena o mala crítica?
ST: El “French Touch”, como dicen ellos, llegó a principios de los 90. Eran tiempos de raves y poca gente apreciaba el Deep House. Yo firmé mi primer release en un sello belga y, despúes, publiqué en Label F Communications, el mismo sello para el que firmaba Laurent Garnier. Entonces, el “French Touch” comenzó a ser reconocido por el público inglés y americano. Ellos apreciaban ese sonido especial que llegaba desde Francia.
Hoy en día continuamente llegan sonidos nuevos de cualquier parte. Yo ahora, por ejemplo, escucho muchísima Afro House Music procedente de Sudáfrica. Amo ese sonido, cuando lo escuchas sabes perfectamente de dónde viene por la sonoridad. Mis favoritos son Black Coffee, Boddhi Satva, Black Owl, Culoe de Song, Atjazz, quienes hicieron remixes de “Real Blues” y trabajan también mucho con músicos sudafricanos.
Una vez dijiste que “tú no eras músico porque solo estabas usando el ratón de un ordenador”… Ahora que desechas cada vez más los loops y samples, tu música suena más orgánica y real que hace años, ¿estás más satisfecho?
ST: Yo soy un compositor, pero no leo o escribo música porque nunca fuí a la escuela para aprenderlo. Desde el 94 trabajo en mi estudio con musicos y algunos de ellos no entiendo mi forma de hacerlo… Les interpreto una demo que compuse con mi “ratón de ordenador” para luego grabar la música en vivo. Trato las partes de los músicos como samples. Quizás tome más de un mes emplear mi fórmula en una canción, pero prefiero trabajar solo.
¿Qué reacciones te provoca el escuchar tu propia música de nuevo en un escenario?
ST: Me emociona, pero lo que siempre trato es de volcarme en nuevas investigaciones, nuevos sonidos, nuevos instrumentos. Mi papel está a caballo entre compositor y conductor, ayudando a los artistas a adaptarse a un framework electrónico.