En la era de la globalización, cuando cada vez es más y más sencillo conectar con las diferentes partes del mundo gracias a las redes sociales como Facebook o Instagram, es también cada vez más corriente que se den una serie de convencionalismos que rayan el tópico y que se convierten algo ya más conocido como las “microagresiones”.
Elogiar a alguien con un piropo grosero (eres muy guapa para ser una chica de piel oscura) o felicitar a alguien por hacer algo bien a pesar de sus circunstancias (jugar bien al fútbol aun siendo una mujer o planchar bien la ropa siendo hombre) son ejemplos de estas microagresiones en las que muchas veces la víctima ni siquiera sabe como actuar ante ellas y el que las emite no es consciente de que ha dicho algo malo.
Según el Dr. Derald Wing Sue, profesor de psicología en la Universidad de Columbia y autor de varios libros sobre el comportamiento y la conducta, las microagresiones consisten 'de cortos intercambios verbales, conductuales o ambientales que pueden ser o no, poseer la intención de comunicar desaires negativos o insultantes de grupos marginados en la sociedad. Este intercambio de palabras se da usualmente por medio de una pregunta, un comentario, hasta incluso un "complemento" con "buenas intenciones", pero que sin embargo sugieren algo degradante.'
A pesar de que este término lleva circulando en el ámbito académico desde la década de los setenta es ahora cuando, gracias a Internet, se ha convertido en la palabra de moda. Existen varios proyectos online que se basan en cómo se perciben las microagresiones en diferentes ámbitos, pero sobre todo en el universitario. La estudiante coreano-americana Kiyun Kim colgó en la web Notonism las fotos que sirvieron de base a su proyecto de fin de curso y que dan un nuevo relieve a estas pequeñas agresiones. En ellas se puede ver a estudiantes que llevan carteles que expresan las agresiones de las que han sido víctimas: «No, no estoy escuchando rap», es el cartel que lleva un estudiante afroamericano de Harvard. O el que porta una estudiante jamaicana «¿Qué haces en Oxford? ¡Los jamaicanos no estudian!». Son solo algunos ejemplos de los estereotipos que se han ido perpetuando en la sociedad y que dan lugar a estas agresiones.
Estos pequeños actos están sobre todo basados en tópicos por lo que muchas veces el autor de los mismos no siente que está haciendo algo malo, sin embargo el que las recibe se suele sentir insultado sin saber muy bien por qué, por lo que es una tarea muy difícil generar conciencia sobre ellas.
Hay que tener en cuenta que las microagresiones no se basan solo en cuestiones raciales, sino que abarcan otros ámbitos como el género o el nivel social y económico. Los piropos denigrantes a los que se ven expuestos muchas mujeres en su día a día están considerados como la principal microagresión hacia el género femenino. Uno de los archivos más completos sobre microagresiones en la Red es Everyday Sexism, la web fundada por Laura Bates en Reino Unido, pero en español esta web también tiene su homologo, Micromachismos, creada por Ana Requena Aguilar.
A pesar de que este término parece estar mas en boga ahora que nunca, hay quienes se muestran contrarios a hacer uso de él y afirman que el hacer denuncias sobre estas supuestas agresiones no hace más que aumentar la conciencia de victimización de las minorías, lo que, a largo plazo, no supone un avance en la lucha contra la discriminación. Sin embargo, hacer ver a la sociedad, sobre todo a los más jóvenes, que perpetuar los estereotipos no es justificable siempre es un paso adelante, sobre todo porque las víctimas son siempre las mismas, ya que según el Dr. Sue, los hombres blancos y heterosexuales no se ven expuestos a este tipo de discriminación.