Cuando pronunciamos Miradas Doc, hemos de ser conscientes que estamos ante uno de los mejores festivales de documentales del país. Y eso no lo digo yo, sino la propiedad de los trabajos que integran cada año el catálogo de este festival de documentales o del cine de la realidad como muchos se han encargado de llamar.
Este año el Festival ha cumplido los diez años, podemos decir que ha llegado a su mayoría de edad superando mil obstáculos, sobre todo si entendemos que el documental pasa por su mejor momento pero sigue siendo un completo desconocido para el público generalista.
El Miradas Doc cumple con varias particularidades que lo hacen un festival diferente. La primera de ellas es su sede, en la localidad de Guía de Isora, en el sur de Tenerife, a la que se tarda en llegar algo más de una hora en coche desde la capital de la isla. Un pequeño pueblo que ha sabido acoger durante todos estos años este proyecto abriéndole las puertas cada año tal y, como su alcalde Pedro Manuel Martín ha querido transmitir en su saludo a los espectadores de este año: “Refugiados políticos, refugiados económicos, refugiados por creencias religiosas, refugiados olvidados, refugiados de primera, de segunda, de tercera y refugiados sin clase alguna…¿Servirá de algo insistir después de diez años en mirar los porqués de un mundo que parece cambiar vertiginosamente hacia ninguna parte? “
Miradas Doc apuesta por las miradas de temática social y producidas en países en vías de desarrollo y del tercer mundo precisamente para llegar más profundamente al corazón de aquellos lugares o problemáticas que no tienen cabida en nuestra caótica era de la información.
Destacó este año la presencia del Montxo Armendáriz (Historias del Kronen) al que se le otorgó el premio Mirada Personal por su dilatada trayectoria.
Durante una semana, se pudieron ver largometrajes y cortometrajes venidos de todas partes del mundo pero también compartir y promocionar distintos proyectos documentales gracias al MiradasDoc Market, donde tuvo lugar el encuentro profesional entre televisiones de todo el mundo en busca de comprar películas para las parrillas de su programación y el encuentro con productoras en busca de proyectos que financiar. Según el Festival cada año se dan cita una media de 15 canales compradores y unas 80 productoras.
El palmarés del festival lo integró como gran ganadora internacional la película Muerte en Arizona, del mexicano Tin Dirdamal, que según describe su sinópsis se trata de un documental futurista acerca de un amor perdido y la historia de una civilización en la cúspide de su muerte. Un retrato autobiográfico de un hombre que regresa al departamento vacío de su ex pareja en busca de respuestas. Las voces distantes de una tribu en Arizona, sobrevivientes de un meteorito, logran viajar hasta el departamento en el tercer piso de esta oscura ciudad boliviana. Una película que nos recuerda muchísimo a la estética y formato de Chirs Marker.
También resultó premiada la película española Tchindas, de Pablo García y Marc Serena, que consiguió el galardón al Mejor Documental Nacional: en medio del océano Atlántico, una pequeña isla de poco más de veinte kilómetros trabaja unida para crear algo bonito de la nada: un carnaval. Llegamos cuando empiezan los preparativos y conocemos a Tchinda, la mujer trans más querida del país, y a sus mejores amigas. Es en Mindelo, en la isla de Sâo Vicente (Cabo Verde), un rincón de África que pocos podían imaginar.
El palmarés del festival se completa con el premio a Marina, del cubano Haliam Pérez, como Mejor Documental Canario; la película holandesa Naufragio (Shipwreck), de Morgan Knibbe, a la que se le concedió el premio internacional al Mejor Cortometraje Documental, y la producción francesa Riz Cantonais, de Mia Ma, que recibió el premio internacional a la Mejor Ópera Prima. El Premio Especial del Público, uno de los más valorados por los participantes en el certamen, recayó en esta ocasión en la película Bailo con Dios (Pleśem Sa Bogom), del iraní Hooshang Mirzaee.
Además, el film En otra casa, de Vanessa Rousselot, recibió el Premio Canal+, que anualmente concede esta cadena de televisión en MiradasDoc.
En palabras del propio director del Festival, Alejandro Krawietz, y pese al éxito de la calidad de las producciones que se supera años tras año, Miradas Doc lucha por mantenerse como un islote dentro de la oferta de cine realidad en el panorama nacional e internacional augurando un camino difícil para el próximo año : “En qué país estamos, que vale más lo que dice cualquiera que las películas que proyectamos en MiradasDoc. En la semana que ha transcurrido desde que presentamos la décima edición de este festival, el Gobierno de Canarias ha aprobado sus presupuestos para el próximo año, en los que se reducen un 4% los fondos para cultura. Ya sabemos que la edición de 2016 de MiradasDoc será a vida o muerte”.
Un festival que al igual que muestran muchas de sus películas convive con el escaso valor que otorgan las instituciones a la cultura en Canarias que cada vez dotan de menos ayudas a los proyectos que a priori pueden resultar menos atractivos para una economía en la que el valor del turismo está por encima de todas las cosas, también por su puesto sobre el cine de la realidad que pueda hacernos sentir algo más incómodos. Quizás esa propia realidad que pretenden ocultar como si quisieran colocarnos una venda en los ojos y que quizá no interesa subvencionar por miedo a que la gente pueda pensar más allá de lo que se intenta inculcar desde esas propias instituciones devenga en que al MiradasDoc ya sólo le quede intentar sobrevivir o más bien subsistir en este panorama cultural tan desolador de las Islas Canarias.