Un ataque terrorista más. Muertos. Pánico. Noticias. Muchas noticias. Más pánico, imágenes y narraciones desde muchos puntos de vistas. Me refiero al ataque del periódico francés Charlie Hebdo. Hace muchos meses de este incidente, pero el terror permanece enraizado en la conciencia. En la memoria. Terror hacia una cultura tan ajena y tan cercana a la nuestra. La cultura oriental.
Recuerdo el ataque. Recuerdo muchos ataques. No estaba allí, pero todavía estoy escuchando los bombardeos noticiosos. Las descripciones del incidente todavía me hacen escuchar el sonido de las armas, los gritos de terror. Pero no estaba allí. Yo solo leí las noticias. Vi los vídeos. Estaba presente en una realidad que no fue mi propia experiencia. No fui yo la que murió. No fui yo la víctima. Pero soy. Soy la víctima del terror que me provocaron los medios de comunicación. Yo se lo permiti. Y mataron mi capacidad crítica. Empecé a vivir en el temor y la ansiedad cada vez que me encontraba en la calle cerca de un musulmán. Cerca de una mujer vestida como suelen vestirse las mujeres de una tradición diferente, con otros hábitos culturales, distintas creencias. Y ahora, lo de Siria. Refugiados que se meten en toda Europa. Seguro nos dirán que son todos terroristas. Miembros de Al Qaeda. Mira que me van a convencer con sus escenarios de ciencia ficción. Pero no más. No se lo voy a permitir más. No, por gente que sufre, que proviene de una guerra y no se mete en los barcos para hacer un crucero turístico.
Claro, mi terror fue impulsado por los medios de comunicación. ¿Cuándo yo, de Europa, la madre de todos los valores humanitarios, que dio a luz a las artes y la filosofía, al concepto de la solidaridad, me volví xenófoba? ¿Cuando yo, he discriminado una persona pos su idioma, su religión, su género, su educación, su trabajo, sus preferencias sexuales?
Claro. Un ataque terrorista no se justifica. Un crimen tampoco. Pero tampoco se justifica que provoque miedo. Miedo por mi vecino musulmán. Porque los crímenes no se realizan pos musulmanes, cristianos, hombres o mujeres sino por personas. Y el miedo, el terror que me provocas con la repetición sistemática de los titulares, los comentarios, las imágenes que conforman percepciones, este miedo es el peor ataque terrorista que sucede actualmente.
Por supuesto, en el mundo "moderno", donde el papel de los medios de comunicación es central, la imagen de la realidad puede ser manipulada para tergiversar los hechos reales. Los medios de comunicación representan a los musulmanes como una amenaza para la seguridad occidental. Además, se transmite una idea de inferioridad de la comunidad musulmana. Imágenes de la vida cotidiana de los musulmanes en sus países, son casi inexistentes o distorsionadas en los medios de comunicación occidentales. Por el contrario, la acción de los grupos terroristas ayuda a los medios de comunicación en la construcción de imágenes negativas. La idea que queda reflejada en los textos periodísticos sobre el Islam, o en las películas o en las descripciones que se hacen a través de los medios de comunicación es que el Islam es un Estado de bárbaros, un Estado fundamentalista, agresivo y extremista, militante, no democrático, violento, un Estado de terroristas suicidas, secuestradores, y fanáticos que no acepta influencias de otras culturas, monolítico y estático, poseído por sus ideas sexistas, primitivas e irracionales.
El terrorismo se asocia a través del discurso periodístico fácilmente con islamismo, y la combinación de las palabras “terrorismo islamista” ha sido estandarizada, mientras que las formas de terrorismo por europeos casi nunca se denominan en estos términos. Por ejemplo, hablamos de terrorismo de ETA y no de terrorismo vasco. Del mismo modo, lo correcto sería hablar de terrorismo de Al Qaeda y no de terrorismo islámico. La tendencia a utilizar el término ‘terrorismo islámico‘ o ‘islamista‘ para referirse a los atentados cometidos por grupos como Al Queda o ISIS o semejantes es una constante en los diarios europeos. Resulta curioso comprobar cómo los ‘terroristas‘, ‘suicidas‘ o ‘kamikazes‘ de Al Qaeda que actúan en Iraq, Afganistán u otros países musulmanes son después ‘islamistas‘, ‘terroristas islámicos‘ o ‘integristas‘ cuando sus atentados son cometidos sobre objetivos occidentales. La violencia de estos grupos terroristas es rechazada por la inmensa mayoría de musulmanes, pese a que sus voces no son tampoco excesivamente relevantes en los medios.
La representación más común de los musulmanes y el Islam les construye como "los otros", como un grupo inmaduro que hace falta que sean gestionados o tolerados por "nosotros" en Occidente. Además, hay que señalar que estas representaciones están discriminadas por género. Estereotipos dominantes que retratan a los hombres como terroristas o extremistas, mientras las mujeres se representan reprimidas por el velo que están obligadas a llevar y necesitan liberarse de la opresión patriarcal y la violencia. Estas percepciones occidentales del Islam y los musulmanes implican además que los musulmanes son intolerantes con las otras religiones y culturas occidentales. El Islam, desafortunadamente, queda reducido a un conjunto de estereotipos, simplismos y generalizaciones y pasó a ser un símbolo de terror y devastación, mientras que parece que nos olvidáramos de otros fenómenos históricos como el colonialismo, el nazismo, el fascismo, el Holocausto o el genocidio que paradójicamente se perpetraron por cristianos. ¿O por personas, en este caso?
Sin embargo, hay que tener en cuenta que Oriente no es solo un vecino de Europa, es también una región en la cual Europa creó colonias grandes y antiguas. Oriente es una parte integrante de la civilización y de la cultura material europea, es una fuente de sus lenguas y civilizaciones. Por consiguiente, en la misma medida en que lo es el propio Occidente, Oriente es una idea que tiene una historia, una tradición de pensamiento, unas imágenes y un vocabulario que le han dado una realidad y una presencia en y para Occidente. Las dos entidades geográficas, pues, se apoyan y hasta cierto punto se reflejan la una en la otra.
Especialmente en una época de crisis, en una época que las tasas de los seguidores de los partidos de la ultra-derecha han aumentado, en esta época yo no permito más que me asustes.
Mucho más que los terroristas radicales, la prensa de calidad contribuye al choque de civilizaciones y la provocación del racismo o Islamofovia. En una Europa supuestamente democrática, la cual siempre estaba favoreciendo la multiculturalidad, hoy en día exigimos fronteras para proteger nuestra civilización europea sagrada y hemos olvidado que en Europa tenemos nuestros terroristas también.
Si Occidente es esa parte del mundo de la que tratan de convencerme, es la parte civilizada, evolucionada, es aquella parte en la cual florece la paz, los principios de la democracia y la solidaridad, la libertad y una manera de vida ideal; si este pues es el mundo ideal, entonces no merece nuestra Europa tener una mentalidad xenófoba, racista, de ultraderecha, islamófoba, una mentalidad de terror. No te lo permito más.