Invisible: que no puede ser visto. Así define el término el diccionario de la RAE. Pero... ¿no puede ser visto o no queremos verlo?
Madrid, una ciudad moderna, dos veces galardonada entre los destinos europeos mejor valorados por los usuarios y, sin embargo, detrás de lo que los turistas no ven, de la capital alegre y bulliciosa, está ese otro Madrid. Un Madrid que se pierde y se desespera en los barrios más desfavorecidos, aquellos hacia los que nadie parece querer mirar.
Uno de esos barrios es parte del distrito de Tetuán, en pleno corazón de la ciudad. La tercera parte de sus hogares padece estrecheces económicas, la quinta parte se encuentra en riesgo de exclusión y alrededor del 5% en extrema pobreza (7.800 personas en 3.200 hogares, aproximadamente).
La precariedad laboral ha sido creciente durante los últimos años, un gran número de personas ha perdido su trabajo y el 10% de los hogares del distrito no puede hacer frente al pago del alquiler o de la cuota hipotecaria de su vivienda, lo que conlleva numerosos desahucios y un desolador panorama social. En la mayoría de los casos son parados de larga duración, que ya no cobran prestación alguna y que se encuentran en absoluta situación de desamparo.
El RMI (Renta Mínima de Inserción) tan solo llega a una de cada cinco personas de los que rozan la extrema pobreza y tres de cada cuatro solicitudes son denegadas. Unas cifras que traspasan el papel.
Les cerraron el local del banco de alimentos del distrito, que era una gran ayuda para muchas familias que se están viendo obligadas a recurrir a la mendicidad, a buscar en las basuras, a Cáritas. En definitiva, a buscarse la vida como pueden.
Ante esa situación, y de una forma totalmente altruista, surge una iniciativa, un grupo de apoyo mutuo, con origen en el 15-M. Se reúnen semanalmente y buscan las soluciones que los políticos y el sistema no les proporcionan. Son los Invisibles de Tetuán.
“El Ayuntamiento niega que haya personas que estén en tal situación de precariedad, personas que estén necesitando alimentos, que no puedan pagar la luz, que les han cortado el agua o no pueden encender la calefacción en invierno”. Según el Consistorio, hay unos cheques destinados a cubrir dichas necesidades, pero “esos cheques son inexistentes”, nos dice Carmen, perteneciente al colectivo de apoyo de Invisibles. “No es cierto que existan tales talones, porque cuando vas a pedir ayuda a los trabajadores sociales te dicen que no hay dinero. El Ayuntamiento no ve la situación que están viviendo estas personas, para ellos son invisibles, no les ven”
Uno de estos casos es el de Aurora, una de las protagonistas que ha dado la cara en la Campaña Invisibles. Pintora, crítica de arte y propietaria de un restaurante, perdió su casa a causa de la crisis. “Llevo cuatro años sin recibir absolutamente nada. He mandado más de 500 curriculums, como crítica de arte, como empleada de restaurante, como limpiadora o para cuidar ancianos, pero no encuentro trabajo. Soy invisible para todos los estamentos: la sanidad, los bancos, el ayuntamiento, la Comunidad...”
Operada de un cáncer, no pudo comprar las medicinas porque la Seguridad Social no las cubría. “He perdido todo”, nos dice. “Antes vivía en un piso de 150 metros en una de las mejores zonas de Madrid”. Su casa estaba valorada en 500.000 euros. Para reformar su restaurante pidió al banco 40.000 euros, donde tuvo que poner su casa como aval, pero la crisis y el cáncer le obligaron a cerrar y no pudo pagar el crédito. Así, mientras todos estrenábamos un año nuevo cargado de buenos propósitos, el día 15 de enero Aurora perdió su casa y el banco se quedó con todo.
Ahora vive en un piso de alquiler social que ha conseguido gracias al apoyo del 15M, del Banco de Alimentos y del movimiento Invisibles. “Las habitaciones de la casa no tienen luz, las puertas están rotas, y el piso está en una zona donde por la noche hay muchas peleas, mucha droga”. Aún así “estoy agradecida de tener un techo”, nos dice al tiempo que se le quiebra la voz. “He tenido que vender todo lo que tenía. Primero empiezas con las cosas de valor, después...todo”. Ha conseguido el RMI, 300 euros al mes, y la comida la consigue en el banco de alimentos.
Psicológicamente lo ha pasado muy mal, pero: “o caminas o revientas, tienes que tirar para adelante”. Su esperanza es seguir pintando.
No es caridad, es justicia social
“El piso de alquiler social no es una verdadera solución, es una manzana envenenada, porque el banco te da este piso por dos años, pero tienes que pagar la luz, el agua, y al final no pueden pagar este alquiler porque tienes que decidir entre comer, dar de comer a tu familia o pagar el alquiler social”, nos dice Hugo, mienbro de la Asamblea Invisibles.
Me quedo callada haciendo una especie de reflexión sobre lo que estamos hablando y él añade: “En el distrito de Tetuán hay familias muy ricas y familias muy pobres. Si la renta del distrito se dividiese por familias, en partes iguales, cada familia estaría cobrando más de 6.000 euros al mes. Lo que quiere decir que hay gente que está ganando muchísimos miles de euros y otras 300 euros o nada. Pero los políticos miran para otro lado, a ellos no les interesa, porque están vendiendo otra historia, el cuento de que se está saliendo de la crisis. No se trata de caridad, es justicia social, ayuda mutua”, nos dice Hugo.
Desde hace unos días, si al recorrer el barrio abres los ojos y te fijas, verás las paredes de Bravo Murillo, Cuatro Caminos, Bellas Vistas.... empapeladas con las caras de personas anónimas. Una campaña protagonizada por aquellos que dan la cara, la suya, para contar su historia y hacer visible a los ojos de los que no les miran la situación que están viviendo. La mayoría de estas caras son de mujeres, mujeres valientes como Aurora, que parecen vivir en su piel la canción de José Ignacio Lapido: “Estoy en el ángulo muerto, es el sitio perfecto, nadie me ve, estoy en ninguna parte bordeando el desastre, lo mismo que ayer”
Puede que aún no los veas pero... no son invisibles.