Para el escultor venezolano Francisco Martínez (1971), el fuego y la huella es la excusa perfecta para hablarnos de geometría, color y movimiento. Pero no podemos negar que la identidad se cuela por los resquicios de sus obras cuando vemos, por ejemplo, su propia silueta mimetizada con la huella de Piero Manzoni, haciendo referencia a todo el trabajo de este importante artista del siglo XX, con obras tan conocidas como “Merda d’artista” y con otras no tanto como los “Huevos esculturas” (huevos sancochados) firmados con su huella dactilar para ser consumidos. De esta forma, Martínez nos abre la puerta de su casa-museo para acercarnos a un mundo caracterizado por la investigación, el crecimiento y la renovación constante como eje fundamental para el artista contemporáneo.
Escultura gráfica
Siempre sintiéndose atrapado por el dibujo, luego experimentando con el color y tomando en cuenta su experiencia en el taller de Carlos Cruz-Diez, la geometría le abrió un nuevo camino en el que la escultura fue la protagonista principal. Teniendo la huella y el fuego como excusas, pudo doblegar materiales como el hierro y el aluminio para sintetizar la línea, el plano, la sombra y la textura en espacio y movimiento. Más tarde, aparece una inquietud relativa a la experimentación con nuevos materiales, lo que le permitió trabajar con el color sin recurrir a “disfrazar o a esconder el material, cosa que me podía suceder con el hierro y el aluminio”. Y es así como comienzan a aparecer piezas en acrílico con colores vibrantes, un cambio que “era necesario para mi trabajo como artista”.
Geometría y calle
En el año 2011, en la Galería GBGArts de Caracas, el artista expuso una serie de piezas en acrílico, vinil y hierro que remitían una vez más a la perpetua transformación en su trabajo. En esta oportunidad, como una actividad para complementar la exposición, el artista dispuso en distintos puntos de la ciudad una serie de señalizaciones con huellas, en lugar de las acostumbradas señales de tránsito. Esta acción resultó ser una suerte de guía hasta la muestra expositiva que nos mostraba huellas vibrantes que desaparecían en la oscuridad o que quedaban impresas en la retina a través del material “reflectivo” utilizado en las obras. De esta forma nos remitió a todos los objetos y materiales que ya tienen un significado propio o una utilidad definida por sí misma, pero esta vez transmutada en lenguaje artístico.
Positivo y negativo
Hoy, aún experimentando en la búsqueda de otra renovación, podemos ver como su más reciente trabajo se pasea por la dualidad de los espacios positivos y negativos, pero esta vez mediante composiciones en acrílico que saltan y encajan de un color a otro. Y aunque son piezas menos tridimensionales y más planas, siempre está presente la premisa de la línea, el color y el movimiento; cosa que nos sigue recordando a la huella y al fuego “como elementos conformadores e integradores de formas que necesitan un desarrollo en el espacio y que al multiplicarse producen una constante infinita e indetenible”.
Enlace de interés
Más información del artista en www.tudotcom.com/franciscomartinez