El puente de Toledo se encuentra situado en Madrid. Es de estilo barroco churrigueresco y fue construido entre los años 1718 y 1732 por el arquitecto Pedro de Ribera. Une ambas riberas del río Manzanares, enlazando la glorieta de Pirámides con la glorieta del Marqués de Vadillo.
El verdadero origen de esta construcción data del siglo XVII, cuando Felipe IV proyectó enlazar la Villa de Madrid con el camino de Toledo por medio de un puente sobre el río Manzanares. El viaducto inicial fue destruido dos veces por sendas riadas.
En 1956 el puente fue declarado Monumento Histórico artístico. En 1972, dentro del proyecto de construcción de la autovía de circunvalación M-30, se iniciaron las obras de los dos puentes laterales que permitieron liberar al de Toledo de la gran carga de tráfico que soportaba. Con la canalización del río se mejoró también la fisonomía de los arcos. No obstante, la autopista discurría paralela a ambos lados del río, pasando bajo los arcos del puente, y dejó marcado tanto su entorno como el de todo el río Manzanares.
En 2007, en medio de una fuerte polémica, concluyó el proceso de soterramiento de la M-30 con, entre otros, el objetivo de recuperar toda la ribera del río para el uso y disfrute de los peatones. En el transcurso de estas obras se descubrieron restos arqueológicos de lo que parecen ser seis pilas con el arranque de los arcos, de los que solo quedan dos, del antiguo puente de Toledo. Están situadas aguas abajo del actual, a una cota de ocho metros por debajo de la actual carretera, y se estudia mantenerlas en el mismo lugar una vez restauradas, así como el ajardinamiento de toda la zona bajo el puente.
Actualmente, el puente luce todo su esplendor. Enclavado en un lugar privilegiado de Madrid Río, contempla paciente y bello el fluir de las aguas del Río Manzanares.
Posee dos templetes dedicados a San Isidro y Santa María de la Cabeza, que ya han sido restaurados en varias ocasiones. El próximo 15 de mayo serán visitados por millares de turistas con motivo de las Fiestas de San Isidro, patrón de Madrid.
Es muy recomendable dar un paseo a lo largo del puente y pararse a contemplar el atardecer desde diferentes perspectivas. Todo un lujo para los amantes de la fotografía y de los atardeceres madrileños.