En los años 70, Ciudad Juárez se caracterizó por los centros nocturnos, salones de baile, cantinas y tugurios en los que, bajo la autorización de las autoridades sanitarias, se ejercía la prostitución. En arterias viales de la frontera, como la Avenida Juárez, Vicente Guerrero, Juárez Porvenir o 16 de Septiembre, entre otras, funcionaban las 24 horas del día durante toda la semana.
Todo era algarabía y simulación; se daba cuenta de cientos de mujeres y homosexuales que se prostituían ofreciendo sus servicios a plena luz del día y al mejor postor. En tanto que en la zona centro, en las cantinas y salones de baile, se ofrecían bailes eróticos con desnudos totales, sin que hubiera restricciones. Quienes acudían no solamente a emborracharse, tenían la oportunidad de escoger a la mujer con la cual se iban a sostener relaciones sexuales.
Primeramente, antes de irse a dar el acostón con la damisela, eran obligados a una revisión ocular de sus partes genitales por parte de personal de la Secretaría de Salud. En este contexto, cabe hacer mención que las enfermeras tomaban el miembro viril entre sus manos, a fin de hacer una revisión ocular minuciosa, con la pretensión de detectar si los hombres “cachondos”, hábidos de placeres carnales, estaban en condiciones de lograr su cometido.
Aquellos que no cumplían con los requerimientos de las autoridades sanitarias, se les negaba el servicio sexual, y se les hacía de su conocimiento que tenían enfermedades venéreas, como la gonorrea o la sífilis. Los que lograban pasar la revisión sanitaria, una vez acordado el precio con la prostituta, eran obligados a usar condones: tenían la libertad de hacer realidad sus fantasías sexuales.
Después, se daba la encerrona correspondiente, según el tiempo acordado. Posteriormente, uno de los lenones, en pleno acto sexual, se presentaba sorpresivamente para avisar que solo les quedaban cinco minutos para terminar. Mientras que las chicas de los prostíbulos de la zona centro cobraban entre 100 y 200 pesos por hora, las que operaban en la Avenida Juárez cobraban 100 dólares. Eran las más exuberantes y atractivas.
Las presentaciones de las prostitutas en las pistas de baile estaban debidamente programadas por los lenones y lenonas, obligando a las mujeres y homosexuales a trabajar hasta 12 horas diarias. Las mujeres, ataviadas con diminutas prendas de vestir que no dejaban nada a la imaginación, presentaban su show en un lugar a determinada hora, y después se trasladaban a otro, ofreciéndose al mejor postor. Algunas veces contoneando su cuerpo al ritmo de la música del momento, con movimientos sensuales y sugerentes; otras fichando en las mesas simulando que bebían alcohol o cerveza, hasta embriagar al cliente y despojarlo de su dinero.
A Ciudad Juárez empezaron a arribar mujeres de distintas ciudades para ejercer el oficio más antiguo del mundo, algunas de Torreón, Coahuila, Durango, Zacatecas, la ciudad de México, Veracruz, Sinaloa, Sonora, así como de diferentes comunidades del estado de Chihuahua, pues toda la región fronteriza era zona de tolerancia.
Los bailes sensuales y privados, streaptease, tabledance, tuvieron su auge no solo con los habitantes de Ciudad Juárez, sino también entre camioneros de autobuses foráneos y de carga. A su vez, estas prácticas de servicios sexuales, traspasaron la frontera hacia comunidades de El Paso, Texas y lugares circunvecinos. No se diga de los soldados del Fuerte Bliss. Se podían apreciar a cientos de soldados estadounidenses embriagados por las calles de Ciudad Juárez, derrochando dólares por doquier. Algunas veces haciendo alarde de su poder adquisitivo, contrataban los servicios adicionales de mariachis y conjuntos norteños.
“Rubí”, una mujer de 67 años de edad, originaria del estado de Puebla, manifestó a Wall Street International que en esa época se dieron algunas prácticas de propietarios de bares y cantinas que obligaban por años a cientos de mujeres, al igual que a ella, a continuar prostituyéndose, sin poder retirarse del oficio.
En este sentido, precisó que tenían deudas de grandes sumas de dinero que no podían pagar, debido a que estaban obligadas diariamente a usar prendas exóticas diferentes, que todavía no liquidaban y por su uso, tenían que adquirir más, obligándolas a trabajar más horas, vender droga o timar a los clientes.
En ocasiones, las prostitutas se confabulaban con grupos criminales para sacar a los clientes de los prostíbulos, con el propósito de asaltarlos y despojarlos de sus pertenencias de valor.
Como fue el caso de un militar estadounidense con grado de mayor, el cual en vida respondía al nombre de Jesús Estrada, cuyo cuerpo su encontrado calcinado en un lugar conocido como el Aeropuerto, en Puerto Palomas, ubicado al noroeste de Ciudad Juárez, aproximadamente a 180 kilómetros, por la carretera Casas Grandes.
Una exuberante jovencita de 19 años de edad, de nombre Camila, lo invitó a que sostuvieran relaciones sexuales en una zona semidesértica de esa comunidad. En el lugar, nueve jóvenes menores de edad los sorprendieron y dieron muerte con proyectil de arma de fuego e incineraron dentro de su camioneta de reciente modelo.
Según las indagatorias correspondientes, los agentes investigadores, después de realizar algunas indagatorias en el pueblo, determinaron que la mujer estuvo en compañía del hoy occiso.
Durante los interrogatorios respectivos, la mujer aceptó su culpabilidad, una vez que los policías estatales encontraron en el patio trasero de la casa de su novio la identificación del militar, que no fue consumida por el fuego cuando trataron de quemar las evidencias.
Arrojó esta investigación que los jóvenes eran familiares de la presunta responsable y que venían operando desde hace años en la región. En al menos ocho casas habitación fueron localizadas decenas de maletas y pertenencias de connacionales que arribaron a Puerto Palomas como aspirantes a indocumentados para cruzar hacia territorio estadounidense.
En la actualidad, debido a la violencia que azotó la región fronteriza y que provocó el cierre de cientos establecimientos en los que se vendían bebidas alcohólicas y se presentaban shows estilo cabarets, el ejercicio de la prostitución se logra mediante el contacto previo vía Internet, anuncios publicitarios en periódicos de la localidad, directamente en vivo y a todo color en salas de masajes, casas de citas o promocionándose en la carretera Casas Grandes.
No hay revisiones sanitarias en los centros nocturnos, bares, cantinas o prostíbulos, pero se les exige a las sexoservidoras un carnet de revisión expedido por la Secretaría de Salud.
En los últimos dos años, se han procesado a seis personas por el delito de trata de personas, al haberles comprobado que tenían en su poder a varias mujeres menores de edad ejerciendo la prostitución. Las autoridades prejudiciales han hecho énfasis en la divulgación de los derechos de la mujer, a través de campañas publicitarias, cursos y talleres, principalmente en el sentido de que no pueden ser obligadas a ofrecer los servicios sexuales contra su voluntad.