Habiéndome criado en Londres y volviéndome a Argentina para la adolescencia, mi vida me brindó la oportunidad excepcional de ser nativo a dos culturas totalmente dispares. Esta virtud (o falencia, dependiendo de con quien hables) me habilitó una posibilidad de análisis de mi entorno que trajo consigo un punto de vista crítico diferente.
Esta aventura me permitió viajar por muchos países, dos continentes y cientos de pueblos y ciudades. En mis pocos años de vida he experimentado lo que la vida tiene para ofrecer en márgenes amplios, y no tengo ninguna intención de detenerme ahora.
Aunque mi vida ha dado vueltas locas, mi vida laboral aún sigue en pañales. He filmado 4 cortos, 3 videoclips musicales, he sido fotógrafo profesional de música en vivo; pero ahora, estudiando una carrera universitaria, me encuentro en la hermosa posibilidad de afianzar mi vocación por la escritura. Siendo un ávido lector de ficción, no ficción y filosofía política, en los últimos años se me ha dado el privilegio de cursar materias dirigidos hacía la redacción que propulsó en mi interior un fuego que me trajo hasta estas oraciones que vos estás leyendo en este preciso momento.
Inspirado en los escritos de Mark Fisher, Rodolfo Walsh y Mariana Enríquez, mi objetivo es invitar al lector a acompañarme en una lectura del mundo, un análisis de lo que nos rodea, que tal vez permita observar con claridad la belleza y el infortunio del mundo posmoderno, posverdad, en el que vivimos nuestra cotidianeidad.
Pero no todo es tragedia, el gran unificador de todos nosotros, sin importar clase social, género, creencia u orientación sexual, es la comida. Mi padre, cuando yo tenía 16 años, me obligó a participar de la preparación de la comida en el hogar. "Tenés que aprender a cocinar, porque cuando vivas solo, no vas a vivir de pedir afuera", palabras que me expresó en su momento y yo acepté a refunfuños y desgano. ¡Cuánta sabiduría que tuvo el viejo!
Es la mejor terapia que he conocido hasta el momento, habiendo atravesado el psicoanálisis, la meditación y los múltiples estupefacientes ilícitos que surgen cuando uno es artista; ninguno ha traído el placer que me trajo la cocina. La gran unificadora, la comida es para mí la expresión de amor y cariño mas genuino que uno podría expresar, compartiendo la mesa con sus seres queridos, sus allegados o con un posible compañero de vida, la comida nos permite expresar tanto ese cariño como la raíz cultural del que emerge, germen de la prueba y error milenaria y trascendental al tiempo.
En pocas o muchas palabras, esto es quien soy, y espero que si en mis escritos no hemos logrado aprender algo juntos, por lo menos espero, como mínimo, haberte entretenido.