Hacer arqueología implica conocer y aplicar técnicas que surgieron en otras ciencias, y un trabajo interdisciplinario con especialistas como el Dr. Fabián Bognanni de la Universidad Nacional de Luján y la Universidad Nacional de Lanús, en Argentina. Más que contarles qué es la teledetección, mi interés (así, en primera persona) es acercarles a una ciencia aplicada que pareciera lejos de nuestros radares simbólicos, tomando prestada una frase popular de mi país.
Los radares son, precisamente, protagonistas del trabajo actual de los arqueólogos, pues ofrecen la ventaja de no destruir parte de la información del llamado “registro arqueológico”. Durante décadas, los pioneros de la arqueología y los amateurs no tenían las técnicas necesarias para recoger todas las muestras de la fauna, la flora y fragmentos de objetos que hoy se perciben como valiosos para la arqueología. ¿Quién iba a preocuparse por una pequeña muestra de madera, por ejemplo, si desenterraba una pieza fragmentaria de cerámica?
A menudo se destruyeron valiosas fuentes de información. En cambio, hoy es posible estudiar grandes extensiones de superficie terrestre y buscar posibles patrones de asentamientos en épocas prehistóricas en Egipto o en Argentina, cambios en terrenos que sirvieron para el traslado de masas ganaderas conocidas como “rastrilladas” o caminos de indios en Tandilia, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, en el siglo XIX (Bognanni, 2015).
A partir de ello, podemos comparar con los registros históricos escritos e intentar, a través de imágenes satelitales y ópticas, determinar cuáles fueron las rutas de florecientes intercambios ilegales (tráfico de ganado) entre Argentina y países fronterizos como Chile, por parte primero de pobladores indígenas y después de “criollos-europeos”.
Si bien, no fue posible determinar con precisión las posibles rutas de esa forma de comercio, al emplear las técnicas de teledetección se encontró que existen caminos modernos que coinciden con otros caminos que pudieron ser más antiguos.
“Las rastrilladas son las improntas producidas por el movimiento constante de prácticamente casi todos los animales gregarios que se movilizan en forma conjunta, desde las hormigas hasta los grandes mamíferos como caballos o vacunos que habitaron libremente por la Pampa Argentina” (Bognanni, 2015). El tránsito de animales guiados por los arrieros modificó el paisaje y las relaciones de poder en un momento histórico concreto (Bognanni, 2015).
Así es que vemos que la teledetección, que el mismo Dr. Bognanni ha definido como “el registro y la interpretación de información sobre rasgos u objetos sin estar en contacto con ellos” (2011: 92) es útil para responder preguntas científicas sobre el pasado, una función que sobrepasa las que originalmente tuvieron esas técnicas.
Incluso nos permite recabar información para conocer mejor ciertos asentamientos y vestigios materiales en cualquier lugar del mundo, como sitios antiguos donde se desarrollaron combates de los que escasea la información histórica: entre ellos está la Batalla de Vuelta de Obligado (1845) en Argentina.
Tiene la ventaja de ser una técnica no invasiva, y Bognanni ha planteado que son métodos que “emplean energía electromagnética en forma de luz, calor y ondas de radio, para detectar y medir características de los objetos”, por lo que requieren un elevado entrenamiento en ciencias, o ciencias aplicadas, que fueron originadas en el sistema militar norteamericano desde las décadas de los veinte del pasado siglo.
Solo hasta recientemente se incorporaron al uso civil, en los noventas. Quizás esto se explica en parte, por qué todavía hoy muchas de ellas que son muy costosas.
En el artículo “Lo nuevo y lo viejo. Aplicación de la tecnología a la arqueología” que apareció en Arqueología y antropología social. Arte, política y economía, el autor ofrece una introducción a la teledetección, los sensores pasivos y los sensores activos, y distintos recursos para la teledetección como los radares, que son sensores activos: “Es decir que emiten sus propias señales a la Tierra y luego las procesan en su retorno al sensor” (Bognanni, 2011).
En resumen, la teledetección es una técnica que apoya el trabajo de arqueólogos e historiadores a partir de avances científicos surgidos en otros campos que tienen mucho que ofrecer al estudio del espacio, el paisaje modificado por agentes naturales y humanos, como los campos de la Batalla de Obligado (1845). Investigar es hoy un paisaje en el que múltiples ciencias aplicadas dialogan como las ramas de un cedro con el viento, en pos de una única melodía arqueológica.
Bibliografía
Bognanni, F. 2011. “Lo ‘nuevo’ y lo ‘viejo’. Aplicación de la tecnología a la arqueología: la teledetección”. En: Arqueología y Antropología Social. Arte, política y economía. M. Ramos (CONICET, UNLu), A. Balazote (UBA y UNLu) y S. Valverde (UBA y UNLu) Editores. Pp. 91-107. Colección Pensamiento Social, Editorial Biblos, Buenos Aires.
Bognanni, F. 2015. "Posibilidad de detección de “rastrilladas” y otros caminos antiguos a través del uso de imágenes ópticas y de radar en la zona de Tandilia, Provincia de Buenos Aires, Argentina". En: Arqueología y Tecnologías de Información Espacial: una perspectiva ibero-americana (Alfredo Maximiano y Enrique Cerrillo-Cuenca editores). Archaeopress Publishing Ltd., Oxford, pp. 11-34.