Salvador Freixedo nació en Galicia, España, en 1923. En 1947 se radicó en el Continente Americano y se ordenó sacerdote de la Orden Jesuita en 1953, en Santander. Cursó estudios de filosofía de la Universidad de Santander y de humanidades en Salamanca. Asimismo, estudió teología en el Alma College de California, ascética en Mont-Laurier en Quebec, Canadá, y psicología en la universidad de los Ángeles, California.
Como parte de su actividad profesional, Freixedo enseñó Historia de la Iglesia en el Seminario Interdiocesano de Santo Domingo, fundó el Movimiento de la Juventud Obrera Cristiana en San Juan de Puerto Rico y fue vice asesor nacional del mismo movimiento en la Habana, Cuba. Fundó el Instituto Mexicano de Estudios del Fenómeno Paranormal y presidió el Primer Gran Congreso Internacional. Ha sido ponente invitado en múltiples congresos alrededor del mundo. Es autor de numerosos libros; estos son algunos de sus títulos: Mi iglesia duerme, Parapsicología y religión, Defendámonos de los dioses y Diccionario sulfúrico.
La primera vez que escuché a Salvador Freixedo su voz me cautivó. Es posible que lo diferente de esa voz se deba a la exclusividad de su mensaje. Hasta el último día de su quijotesca vida en el 2019, él nos ha contado una verdad tan inverosímil como aterradora y tan reveladora como debatible. Una desafiante verdad que abarca la existencia humana y el caprichoso curso de la historia.
Para entrar al mundo de Freixedo se necesita una mente predispuesta y despejada de prejuicios, porque si atravesamos su puerta y empezamos a comprender, solo un poco, de la antesala de lo oculto, cambiaremos irremediablemente.
¿Recuerdan la pastilla roja y la azul, en Matrix? ¿Acaso no han sentido en algún momento de sus vidas que todo es una farsa y que esta realidad que creemos dominar, hace rato nos doblega?
Antes de explicar quién fue Salvador Freixedo, debo aclarar qué circunstancias me hicieron reparar en sus afirmaciones. La primera, es que el investigador Freixedo fue un jesuita durante 30 años, hasta que fue “invitado” a dejar la Orden en el 69, a causa de su libro Mi iglesia duerme y, también, por sus afirmaciones imposibles de silenciar. Fue un hombre de fe, un mensajero de Dios y de su palabra, y este no es un detalle menor, de acuerdo al cambio que protagonizó posteriormente.
La segunda cuestión es la vehemencia al exponer sus ideas y descubrimientos, la fuerza interior con la que defendía sus postulados. Pocas veces he visto a un ser que atravesase un cambio tan extremo y que, gracias al estudio intensivo y la experiencia de campo, lograse defender, sin fisuras, sus hallazgos.
No solo se topó con férreos opositores en el orbe científico, también los hubo en su mismo campo de estudio, el misterio y lo sobrenatural. Siempre polémico, el presidente Batista llegó a expulsarlo de Cuba por su libro 40 casos de injusticia social.
Antes de dedicarse a la investigación del misterio ovni, Salvador Freixedo fue jesuita en Salamanca y en Cuba, y quién sabe cuál fue la chispa que encendió su aparente apostasía y su irreverencia al contradecir el sistema establecido. Hasta la misma imagen de Salvador se asemejaba a un incómodo grafiti en el muro de un ayuntamiento.
Todo él ha puesto los pelos de punta a muchos eruditos que persiguen beneficios más que el bien universal.
En los libros Defendámonos de los dioses y La granja humana, Freixedo deja bien claro que la humanidad es esclava o, acaso, un mero juguete de otros seres superiores que han protagonizado su papel de dioses desde tiempos prehistóricos. Criaturas diversas de este plano de la existencia o de otras dimensiones, seres interplanetarios o extraplanetarios que dominan la materia y la tecnología como solo podemos soñar nosotros.
Salvador nos compara con hormigas ante la observación o la indiferencia de los humanos. Somos simples insectos que vamos y venimos mientras esas potencias tejen una realidad ajena a nuestra limitada comprensión.
Son muchas las páginas de testimonios y de datos que él arroja sobre la mesa del debate y son muchos los kilómetros que ha recorrido en pos de encontrar la verdad. No me explayaré en esos descubrimientos, están en sus libros y se pueden descargar de la internet.
Pretendo analizar sus postulados desde mi propia mirada, como ser racional que soy y un común, entre comunes.
Es colorido el abanico de temas que Freixedo acoge en sus volúmenes. Tan complejas y agudas sus afirmaciones que he debido analizarlas por capítulos. Muchos de sus postulados son controvertidos, pero diré que es difícil refutar sus argumentos sin estremecer las bases del conocimiento. Salvador calló muy poco y, sin duda, fue un adelantado a su época y una mente brillante que es más sencillo tildar de contestataria y delirante.
Si existen entidades que están en una escalera evolutiva muy por encima de nosotros y que vienen apareciendo desde la antigüedad en diferentes formas, especialmente como dioses, mesías o iluminados decididos a conducir nuestro destino, es claro que la famosa serie documental Alienígenas Ancestrales lo ha afirmado desde su inicio, tanto como Zecharia Sitchin y otros. Ancient Aliens ya ha superado la decimoquinta temporada, ¿de verdad no han visto alguno de sus capítulos?
Volviendo a los dioses que cita el ex jesuita; él afirma que son seres que no tienen un concepto del bien o del mal como en nuestra acotada percepción de las cosas, y parece que en estos tiempos tecnológicos se muestran asumiendo buena parte del fenómeno ovni. Acontecimiento que tiene más ramificaciones y procesos de los que llegamos a discernir. ¿A qué juegan con nosotros estas entidades?
Es lógico pensar que no somos plenamente dueños de lo que hacemos en la Tierra, más cuando analizamos la constante del error y el sufrimiento que nosotros mismos nos imponemos. Somos depredadores de nuestros hermanos y de todo lo vivo en el planeta. Nos pervertimos, nos corrompemos, guerreamos sin cesar, producimos tanto dolor y tanto pesado karma como nos es posible.
Vale entonces suponer que “algo poderoso” nos conduce a estos traumas, tal vez con el fin de cosechar nuestro dolor en forma de ondas, que puede ser alimento para esas formas de vida energéticas, que abundan en el cosmos y en sus diferentes dimensiones y, a capricho, rigen nuestro devenir.
Corrado Malanga, el investigador italiano, tiene mucho que decir sobre eso y no está demás echar un ojo a su trabajo. De igual manera, a los aportes del encarnizado Andreas Faber-Kaiser, y a las crudas investigaciones sobre abducciones del doctor John E. Mack, ambos muertos en extrañas circunstancias. Además, es importante remarcar que Jacques Vallee y otros ovnílogos de ese calibre apoyan muchas de las tremebundas teorías de Salvador Freixedo.
Parece que somos marionetas plantadas en este mundo para deleite de esos dioses o para determinados fines que no llegamos a comprender del todo, aunque estemos más cerca de correr los velos. Quizás seamos un reservorio genético, para algunos, y simple ganado, para otros (como asegura Freixedo en La granja humana).
¿Acaso no hacemos lo mismo con los animales que nos alimentan? ¿Nos importa el cuidado que una vaca tiene sobre su ternero o el sufrimiento de un cerdo al ser sacrificado? Creemos que son criaturas inferiores a nuestro nivel de inteligencia. Un argumento de peso, ¿verdad?
En su libro Teovniología, Freixedo juega todas sus cartas desnudando y atacando a los corruptos gobernantes de nuestra historia reciente, como viles títeres de estos dioses y su amplio accionar. Refuta a la Iglesia Católica y a otros credos, afirma que los gobiernos están en contacto con estas inteligencias superiores y nos habla de Reptilianos, Draconianos y Grises, entre otros. Cita libros de consulta como Forbidden Archeology de Cremo y Thompson y, en el capítulo seis, transcribe las afirmaciones de Karla Turner (experta en abducciones) acerca de los poderes de estos seres extraterrenos:
Pueden hacer desaparecer un coche de la carretera sin que los demás coches se den cuenta, pueden penetrar en la mente cuando les plazca, pueden entrar sin problema en una vivienda, tanto de día como de noche; pueden interferir con un infante aún en el vientre materno, pueden abducir a un niño de su cuna sin que se sepa cuándo, pueden interferir y cambiar las relaciones entre los seres humanos, tanto las sociales como las amorosas; pueden causar enfermedades, pueden causar problemas mentales y adicción a las drogas, pueden causar guerras y crear generaciones amorales y sin amor; conozco muchos de estos hechos y, de algunos de ellos, he sido testigo directo.
Es significativo que después de varios libros y años de investigación seria, esta doctora falleciese de un cáncer repentino, sin antecedentes genéticos y gozando de buena salud. No solo es esquiva la verdad que rodea a estas criaturas extraterrenas, los dioses del ex jesuita sino, también, expeditiva.
Podría hablar de Salvador Freixedo días enteros, he seguido su vida y su obra, con curiosidad, pragmatismo y placer. Lo admiro, mientras que otros lo tildan de loco; suele ser así, en este mundo de ceguera y crueldad.
En este artículo, intento dejar un atisbo de su persona y sus descubrimientos; igual que mis respetos por ser tan valiente y adelantado. Sinceramente, espero que se interioricen de su amplia y meticulosa obra y no se queden en la cómica imagen de marcianitos enanos y sus platos voladores, va en serio este investigador tras muchos libros y desvelos. Vale la pena unas cuantas lecturas y un análisis a conciencia, es parte de nuestra libertad o de lo que resta de ella.
Dijo Freixedo en un reportaje: “Naces y cuando te das cuenta que eres tú, te entierran”.