En el capítulo IV ¿Son peligrosos los extraños?, del libro “Daños Colaterales”, Zygmunt Bauman pone a discutir la otredad con la búsqueda de la seguridad. Daños colaterales: desigualdades sociales en la era global. Zygmunt Bauman analiza las consecuencias imprevistas y desfavorables del avance de la globalización, exponiendo cómo la modernidad ha traído no solo progreso, sino también desigualdades y problemas estructurales para muchos sectores sociales.

Bauman emplea el concepto de "daños colaterales" para describir cómo el progreso económico y tecnológico en las sociedades globalizadas afecta principalmente a las personas y comunidades más vulnerables, quienes sufren exclusión y precarización en sus vidas.

El capítulo IV en específico gira en torno a dos ideas generales. En primer lugar, marcar al mercado, su desregulación y centralidad en la cultura como la principal fuente de daño a la vulnerabilidad de la condición humana. Bauman, influenciado por el análisis crítico de las estructuras económicas y su afectación en la superestructura, método propio del marxismo, identifica al Neoliberalismo como la estructura en la cadena de producción responsable del surgimiento y obsesión de la noción de Seguridad Humana en la política post Guerra Fría.

El repliegue del Estado frente al Mercado al darle la primacía de los servicios públicos a la iniciativa privada extendió las vulnerabilidades que sufren las mayorías. Al mismo tiempo, como el Estado abandona el resto de sus funciones, necesita buscar nuevas fuentes de legitimidad. Durante los años cincuenta y setenta, el Estado encontró su legitimidad en la formación del Estado de Bienestar, y al caer esté se requirió justificar poder frente a su población. Siguiendo a Robert Nozick, el Estado volvió fetiche la seguridad; que se convirtió en el gran tema de las políticas públicas, la cultura y el comportamiento de los ciudadanos.
La segunda parte del capítulo, después de la crítica al neoliberalismo a nivel de la estructura, pasa a revisar las consecuencias prácticas en la superestructura. Podríamos nombrar esta segunda parte como “seguridad y terrorismo”.

Bauman presenta una descripción adecuada de los fenómenos sociales, vistos en los últimos 30 años. La obsesión por la seguridad, tanto interna como externa, viene acompañada de la identificación de la otredad como la causa de la inseguridad y el riesgo a nuestras vidas y propiedades. El Estado identifica al otro como el pobre, el extranjero, el gentil o el inmigrante. Entonces se dispone a excluirlo, distinguirlo y separarlo del centro social.

Las políticas públicas que describe Bauman son identificables en políticos como Ronald Regan en Estados Unidos, Felipe Calderón con su guerra contra el crimen en México o Nayib Bukele en El Salvador. Sin embargo, los principales ejemplos de esta obsesión con el otro y el terrorismo serían los Estados Unidos post 11 de septiembre y Europa Occidental con sus crisis migratorias al final de los procesos de descolonización. Uno de los mejores ejemplos mencionados por Bauman es el surgimiento de los condominios y privadas para clases medias y altas en las ciudades. Suburbios dentro de las mismas ciudades, limitados con muros, rejas y cacetas de seguridad. “Las comunidades cerradas se suponen mundos separados. Sus anuncios publicitarios proponen un ‘estilo de vida’ total que representa una alternativa a la calidad de vida ofrecida por la ciudad con su deteriorado espacio público (…) El aislamiento significa separación de quienes se consideran socialmente inferiores (…) Las vallas tienen dos lados… Las vallas dividen un espacio, que de lo contrario sería continuo, en un ‘adentro’ y un ‘afuera’; pero el ‘adentro’ de quienes están al otro lado de la valla es el ‘afuera’ de quienes están al otro lado.” 1

Como mexicanos, y sobre todo chilangos, podemos identificar estos procesos de los condominios y privadas. La Ciudad de México cuenta con su buena dosis de condominios y privadas en distintos puntos de la ciudad, para todo tipo de mercados. Los más básicos son apenas calles cerradas con una reja, mientras que los más exquisitos cuentan con regímenes de propiedad específicos y concesiones del Estado en sus servicios públicos. Para muchos, ser parte de la asociación de condominios es un detalle de distinción de clase. Los chilangos podríamos añadir dos elementos a la descripción de Bauman. En primer lugar, el homogéneo fenotipo de los miembros y habitantes de las privadas: familias tradicionales, de piel blanca, rasgos europeos y modas y estilos de vida americanos. En México, donde los simbólico se yuxtapone con lo real hasta substituirlo, el otro no solo es pobre sino moreno, con mayores rasgos indígenas y estilos de vida que desde adentro de la privada son descritos como “nacos”. Pocos se atreven a cuestionar el discurso nacionalista mexicano de la mezcla racial. Sin embargo, étnicamente, la composición mexicana sigue mucho a las estructuras novohispanas.

El segundo elemento es la presencia universal de vigilantes y nanas en los condominios. Miembros del otro, de quien uno busca separarse detrás de los muros de las privadas, pero asimilados dentro del grupo dominante como servidumbre cuando se descubre su utilidad. Sus músculos, sus habilidades culinarias, su conocimiento sobre cómo funciona “el barrio”, sus cuidados para nuestros hijos y su disposición para el trabajo doméstico que no queremos hacer, hacen que la estructura incorpore a quienes antes discriminaba, siempre en una posición de subordinación, evidentemente.

Por último, vale la pena mencionar que la principal valencia del análisis de Bauman es que los paradigmas seleccionados para explicar las razones de la superestructura que describe quedan cortos. La influencia marxista y existencialista, sintetizada en la noción de “sociedad líquida”, es insuficiente, pues los fenómenos descritos no son exclusivos de nuestra época, sino que se presentan en distintos momentos y lugares de la historia humana. El paradigma neoliberal no pareciera explicar el fenómeno que describe. Más adecuado parece ser el paradigma del filósofo francés Michel Foucault sobre una sociedad disciplinaria. La principal ventaja de la nueva postura presentada es su universalidad dentro de todas las relaciones de poder. La sociedad líquida neoliberal explicaría los detalles de la sociedad que describe Bauman dentro del marco teórico más amplio de la sociedad disciplinaria.

Notas

1 Bauman, Z. Daños colaterales: desigualdades sociales en la era global, Fondo de Cultura Económica, 2011. PP. 87-88.