Atletas de las 3PM: en 2017 una publicidad del Banco Santander Argentina parecía captar con precisión el clima de época: un grupo de runners hacía actividad física en la ciudad en pleno horario laboral frente a la mirada atónita de trabajadores y trabajadoras.

La pieza publicitaria comienza con un fondo rojo y una voz en off masculina que advierte: “Las siguientes imágenes pueden causar confusión, desconcierto” y lanza una pregunta central: “¿De qué trabaja esta gente?”, seguida de escenas de deportistas urbanos alternadas con laburantes sorprendidos frente a la posibilidad del ocio y el tiempo libre.

image host

Si hay algo que logró el discurso neoliberal en las últimas décadas es permear el sentido común instalando relatos de esta índole. La figura central a la que se aspira es a la del empresario, preferentemente del sector financiero, que sin esfuerzo se hace millonario en un abrir y cerrar de ojos.

¿Qué es lo que resulta tan seductor de esta propuesta? Justamente esta idea falaz de alcanzar el éxito a través de la especulación financiera; la narrativa del empresario de sí mismo, de ser uno su propio jefe, de manejarse sus horarios y trabajar desde la comodidad de su casa.

Estos mitos sociales, en palabras de Ana María Fernández (1996), logran adecuar los deseos al poder a través de la repetición insistente de sus narrativas, manteniendo al infinito una trama argumental. Con eficacia simbólica logran invisibilizar lo diverso, disciplinar la sociedad y mantener el status quo.

Según Mark Fisher (2009; 2024), en el mundo actual, el capitalismo da forma a nuestros deseos y aspiraciones, de modo que casi todo lo que queremos está ligado a la capacidad de obtener dinero. Este sistema económico nos impulsa a buscar productos y experiencias que a menudo están promovidos por la publicidad, el deseo de estatus o el sentido de pertenencia que se intensifica en las redes sociales.

En Postmodernism, or, The Cultural Logic of Late Capitalism (1991), Fredric Jameson ofrece una crítica al neoliberalismo al mostrar cómo este modelo económico y político ha influido en la producción cultural y la percepción del mundo, destacando una era en la que la lógica del mercado afecta profundamente todos los aspectos de la vida moderna.

David Harvey, en su libro A Brief History of Neoliberalism (2005), ofrece una crítica exhaustiva al neoliberalismo, desglosando cómo esta ideología económica y política ha transformado las sociedades y economías globales desde su ascenso en la década de 1970.

Según el autor, los principios fundamentales del neoliberalismo incluyen la promoción del mercado libre, la reducción del rol del estado en la economía, la privatización de servicios públicos y la desregulación de los mercados. Dichas políticas están diseñadas para beneficiar principalmente a los más ricos, intensificando las desigualdades económicas. Al reducir la intervención estatal y fomentar la competencia del sector privado, el neoliberalismo favorece a las grandes corporaciones y a profundiza las brechas sociales.

Las consecuencias sociales de la aplicación de las recetas neoliberales, se manifiesta en una creciente desigualdad económica y en la erosión de los derechos laborales. Las reformas impulsadas por este modelo han llevado a la precarización del empleo, con trabajos menos seguros y peor remunerados. Además, la privatización y la desregulación han debilitado los servicios públicos esenciales, como la educación y la salud, perjudicando el bienestar general de la población.

Perry Anderson en The New Old World (2010), ofrece una visión crítica del neoliberalismo, destacando cómo esta ideología ha reformulado las economías y sociedades modernas, a menudo en detrimento de la igualdad y la democracia.

De acuerdo con el autor, este modelo ha implicado un retroceso en términos de derechos laborales y bienestar social, mientras fortalece el poder de los actores económicos privados. El neoliberalismo ha desmantelado las estructuras estatales de protección social y ha promovido una agenda que favorece a las élites económicas.

Realismo capitalista

Bajo este concepto Fisher (2009) aborda la creencia de que el capitalismo es el único sistema viable y que no es posible imaginar una alternativa. En su obra describe cómo el capitalismo se ha naturalizado al punto de ser percibido como insuperable, limitando la imaginación de futuros distintos.

El capitalismo con cada crisis demuestra su capacidad de resurgir, cual ave fénix, con más fuerza. En los últimos años logró colonizar las subjetividades e instalarse como “sentido común”.

image host
Mark Fischer (Leicester, G. B., 11.07.1968 - Felixstowe, G. B., 13.01.2017)

Fisher señala que esta ideología no solo moldea la economía y la política, sino que también afecta la educación, la cultura, la salud y el trabajo, limitando nuestra capacidad para pensar fuera del capitalismo. La mentalidad empresarial permea todos los aspectos de la vida, gestionando incluso la educación y la salud como si fueran negocios. Algo de ello dialoga con el pronóstico de Cornelius Castoriadis acerca del avance la insignificancia y de la hipermercantilización catastrófica de la vida (ver artículo publicado en el mes de octubre).

Fisher en sus escritos intenta imaginar formas posibles de salir de esa “jaula mental”. En sus textos confluyen aportes del cine, series, música, publicidades. Herramientas poco ortodoxas en el mundo académico, que hicieron de su obra una pieza original y provocadora.

En palabras del autor, el deseo está profundamente moldeado y erosionado por el sistema capitalista, que permea todas las esferas de lo social con la lógica del mercado.

En un ensayo reciente de la Revista Anfibia, titulado Todo es plata y ansiedad José Heinz recupera los aportes de Fisher que se copilan en la obra Deseo postcapitalista y nos advierte sobre el riesgo de caer en la trampa del capital:

En un mundo en el que se valora más la acumulación de capital que las bondades sociales de una profesión, el trabajador se identifica menos con un oficio que con la figura del empresario exitoso, aun cuando nunca vaya a ser como él. El capitalismo no señala esa contradicción, sino que transforma ese espejismo en un horizonte.

( Mark Fisher)

El capitalismo puede entenderse como una gran máquina que genera estados de ánimo sociales, dado que influye en cómo las personas sienten, piensan y actúan, tanto a nivel individual como colectivo. Este sistema dirige nuestras energías hacia el consumo y la competencia, moldeando nuestras emociones y deseos a través de estructuras económicas y culturales.

La publicidad, por ejemplo, y los medios de comunicación juegan un papel crucial en la creación de deseos, promoviendo estilos de vida y valores que refuerzan la lógica del mercado. Así, el capitalismo no solo regula la producción y distribución de bienes, sino también de emociones, generando estados de ánimo colectivos como la ansiedad, el entusiasmo por el consumo o la insatisfacción.

La pregunta de cómo intervenir o hackear esta "máquina" es compleja. Algunas propuestas surgen desde el arte, la cultura y los movimientos sociales que intentan desviar la lógica capitalista. Esto podría implicar la creación de nuevas formas de relaciones y afectos fuera del marco capitalista, como la solidaridad y la cooperación. Otra opción es utilizar las herramientas del propio sistema, como la tecnología y los medios, para construir narrativas alternativas que redirijan las energías colectivas hacia objetivos más equitativos y sostenibles.

En resumen, el reto está en entender cómo el capitalismo condiciona nuestras emociones y comportamientos, para luego encontrar maneras de resistir o transformar esos flujos afectivos hacia propósitos diferentes.

Bibliografía

2010 Anderson, Perry. El nuevo viejo mundo. Editorial Akal.
1993 Fernández, Ana María . De lo imaginario social a lo imaginario grupal. Editorial Nueva Visión.
2009 Fisher, Mark. Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? Caja Negra Editora.
2024 Fisher, Mark. Deseo postcapitalista. Caja Negra Editora.
2005 Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo. Editorial Akal.
1991 Jameson, Frederic. El Posmodernismo o la lógica cultural del Capitalismo Avanzado. Paidós. Buenos Aires.