Laura Marchetti enseña pedagogía intercultural y metodologías innovadoras en la Universidad Mediterránea de Reggio Calabria y es autora de numerosos volúmenes, monografías y ensayos sobre múltiples temas como los cuentos de hadas, el medio ambiente y la feminidad. Además, lleva años implicada en política, defendiendo ideologías pacifistas y ecológicas, antinucleares y antimilitaristas, comprometiéndose especialmente en la defensa del medio ambiente y de las mujeres.
En sus estudios originales sobre los Hermanos Grimm ( La Fiaba, la Natura, la Matria, libro publicado en Ed. Il Melangolo) destacó los valores políticos del Cuento de Hadas y el carácter tanto masculino como femenino de la palabra patria. En alemán aparece, de hecho, bajo las entradas Vaterland (tierra del padre y patrimonios) y Heimat, traducida con el neologismo Matria. Pero es realmente interesante la implicación política que Laura Marchetti atribuye a esta palabra, para la cual nos dice:
es posible una alternativa a la “Patria” ligada a un modelo de Pater, Patriarca y Maestro. Más aún, dueño de patrimonios (derechos y bienes), durante siglos legado sólo al hijo varón.
Según el significado femenino, sin embargo:
podría configurarse como “Matria”, es decir, una tierra de madres y de padres/madres, un lugar de nacimiento común, un destino común, de cuyo abrazo nadie puede ser excluido.
Nuestra antropóloga afirma también que «los cuentos de hadas son escritos por adultos para adultos, aunque los personajes que los habitan sean a menudo niños. Surgen del pueblo, son esa parte de la historia escrita por la gente corriente, por los derrotados, por los débiles y los desheredados, que va más allá de una narrativa historicista que ha acabado transmitiendo sólo la historia de los vencedores».
Además, los cuentos de hadas, a diferencia de las fábulas, están absolutamente desprovistos de moraleja, son historias contadas desde el principio de los tiempos en todo el mundo de las que emergen principios ahora olvidados. Representan la herencia poética e imaginaria de un pueblo abrumado por el avance de la historia y que, sin embargo, encuentra caminos alternativos a su condición de derrotada, contando siempre con la ayuda de toda la comunidad.
En esta Poesía popular que es el cuento de hadas, Laura Marchetti encuentra valores comunes.
El primero sería lo de la Bondad, actitud olvidada por los contemporáneos. Cualquiera que se ocupe de cuentos de hadas debe ser necesariamente amable. Hannah Arendt remonta la etimología de la palabra "política" no a la "polis", el lugar militar y fortificado de la agresión, sino precisamente a la palabra "polites", la Bondad, entendida como cortesía, amistad y también como intercambio. El valor de la Bondad también lo destaca un gran lector de cuentos de hadas como Walter Benjiamin. «En el libro con el irónico título Hombres alemanes, expone la historia secreta de Alemania, desde Kant hasta Brentano pasando por todos los filósofos románticos, pasando por los Hermanos Grimm como punto fundamental, observando cómo todos están unidos por el Valor de una Bondad culta, hecha de gracia, de atención a las vidas frágiles y sobre todo al valor de la Hermandad.
Los Hermanos Grimm son un ejemplo del valor de la Hermandad: en primer lugar porque la han practicado toda su vida, ayudándose mutuamente como les ocurre a los protagonistas de los cuentos de hadas, el Hermanito y la Hermanita, Hansel y Gretel, Los Tres Hermanos.
En segundo lugar porque:
En los cuentos de hadas los hermanos se ayudan unos a otros, pero el valor de la fraternidad es aún más amplio porque abarca toda la tierra. La ayuda siempre llega porque la Naturaleza es una comunidad de ayuda mutua que participa de la historia del héroe, desde el bosque, hasta los animales, las piedras, hasta los propios hombres. Como bien había comprendido Antonio Gramsci, hay una fraternidad humana que se restablece, en la que nadie se salva nunca solo.
Del cuento de hadas también se desprende otro valor importante: el de la Igualdad. Según Laura Marchetti, se trata de «una Igualdad profunda y ontológica: de hecho, el Rey y la Reina tienen el mismo estatus que el Posadero, el Granjero, el Pescador e incluso lo que los Grimm llaman la 'gente pequeña', hecha por enanos, por gente marginal, por gente que aparentemente parece idiota pero que, en su discapacidad y aparente idiotez, puede resolver la difícil situación».
Además, según nuestra antropóloga, el Cuento de Hadas es constitutivo de la Igualdad porque supera uno de los prejuicios más graves de nuestra cultura occidental: el horror hacia los niños. La palabra niño, en efecto, deriva de "bambo" - forma arcaica que significa "tonto" - o del griego "βαμβαινω" ("bambaino" = "tartamudear"), por lo tanto, el niño es un 'tartamudo''.
En definitiva, para el mundo adulto real es un idiota tartamudo, mientras que en el Cuento de Hadas es el protagonista y pone en marcha esa inteligencia etológica que los adultos hemos perdido. Los niños son cooperativos, como las mujeres.
(Laura Marchetti)
Las mujeres, entonces, son protagonistas de la estructura trágica del cuento de hadas ya que tiene como objetivo unir los opuestos. El héroe puede ser un hombre o una mujer, pero «la Mujer adicional tiene una resonancia con la Madre Naturaleza y es, además, una narradora.
Los cuentos de hadas, en efecto, tienen un doble origen: uno proviene del mar, de las canciones de los marineros que al final del día contaban cuentos de hadas, el otro proviene de mujeres analfabetas que, de boca en boca, transmitían el historias junto a un hogar, a un telar... Las Mujeres que tejen, que hilan, poseen un conocimiento secreto, oscurecido por el conocimiento oficial del Patriarcado de los hombres, pero que regresa subterráneamente a través de esta filosofía de la rueca, de las cocinas, de las tejedoras».
La igualdad ontológica entre el Hombre y la Naturaleza es la propuesta epistemológica más avanzada que aporta el Cuento de Hadas. Ya que el hombre constituye la parte inteligente de la Naturaleza y establece con ella una relación de solidaridad cosmo-biológica. De hecho, subraya Marchetti:
esto es evidente porque en el cuento de hadas todo el mundo habla. Pueden testificar el Rey, la Reina, el Sol, la Luna, el Árbol, el Gato, la Mariposa. El mundo está dominado por un gran animismo que es más poderoso que todas nuestras leyes ambientales: de hecho, si hay un gnomo dentro de un árbol y una ninfa en la fuente, uno se ve obligado a pensar un poco antes de destruirlos. Además, en esta Igualdad de los Seres existe la posibilidad de la Metamorfosis de uno en el otro. La niña puede transformarse en una planta, un animal, una piedra, el héroe puede vivir su vida y muchas otras vidas posibles, como en una cadena que puede ser representada por la gran danza de Shiva.
En los Cuentos de los Hermanos Grimm también queda patente otro valor consagrado en nuestra Constitución, el de la Felicidad, tanto en la vida personal como en el camino del héroe: para superar las dificultades de la vida es importante poseer bases sólidas que hundan sus raíces en abrazo de la infancia y en la comunidad familiar extendida que actúa en el cuento de hadas.
Otro valor importante que nos transmite el Cuento de Hadas es lo de la Libertad. «En el cuento de hadas es un concepto complejo, es una Libertad negociada. El héroe, exactamente como en el Mito, choca con el destino que pone un límite a su Hubris, es decir, a su "prevaricación" o "exceso". Tiene el carácter trágico de tender hacia su deseo, pero es consciente de que hay cosas más grandes que frenan su deseo y que, si lo excede, le infligirán un castigo. Debe respetar una Libertad más amplia, la de los pueblos y las comunidades. Al mismo tiempo, los bienes comunes, como el bosque y el agua, son accesibles a todos porque todos los pueblos están vinculados a la tierra, a la lengua de la tierra, a las raíces, al olor de las hierbas. El cuento de hadas nunca es personal, sino que siempre pertenece a una comunidad que ha elegido una 'valla protectora' en la que ha fundado su propia y extraña soberanía», explica Laura Marchetti.
En definitiva, la Matria es un recinto protector que no representa un obstáculo para los de afuera, pero protege a los de adentro dejando aberturas para que puedan llegar muchas diversidades al interior. Estar arraigado en la propia tierra significa también abrirse a la posibilidad de acoger a los extranjeros.
La estructura misma del cuento de hadas, como afirma Propp, presupone una experiencia de viaje.
El crecimiento del héroe, llámese Ulises, Cenicienta o Pulgarcito, se produce siguiendo un camino, un viaje iniciático y cognitivo de sí mismo, de los hombres y de la Naturaleza que lo rodea. La civilización misma sólo puede crecer a través del cuento de hadas porque es precisamente lo diferente lo que, al darnos la experiencia de otro mundo, nos enriquece. De hecho, podemos argumentar que el cuento de hadas en sí no podría haber existido con las fronteras y que la emigración no es una cuestión policial, sino la posibilidad misma de constituir la poesía popular.
(Vladmir Propp).
Según el pensamiento de Walter Benjamin, el hombre moderno es como un ángel melancólico que transita su tiempo acompañado de una sombra que se cierne sobre él. Avanza inexorablemente hacia el progreso con las alas extendidas,
...trae noticias de una integridad y de una felicidad originales del género humano, destrozado por el paso del tiempo y el acontecimiento del 'progreso'. Una tormenta es, de hecho, el progreso, un viento destructor que arrasa y borra a las personas, a los pueblos, a las lenguas, a las memorias, a las culturas y al propio ángel que vuela en su interior, empujado contra su voluntad pero con la mirada vuelta hacia el pasado, bloqueada por el horror por esa masacre, por esos escombros que no pueden elevarse hacia el cielo.
(Walter Benjamin)
Todo esto se presenta como una sombra oscura que lo arrastra a un estado de melancolía creciente debido a una «laceración incurable, una pérdida de sentido cada vez más radical, una decadencia de lo humano y de la historia». Sin embargo, de este estado surge el deseo de dar sentido a la vida y la tensión emocional encaminada a encontrar rumbos para el futuro. «Y es precisamente el cuento de hadas el que nos proporciona valores positivos, a pesar de su lógica de claroscuros y de ausencia de moral, creando unos estilos de vida individuales y colectivos que pueden abrir nuevos horizontes».