El proyecto “Desiertos” nace en el cruce entre la narrativa fotográfica y la escritura, proponiendo un diálogo entre la errancia física y la búsqueda del hogar interior. Los relatos invitan al lector/espectador a reflexionar sobre su propia travesía interior, mientras explora paisajes lejanos y espacios imaginarios que parecen desafiar los límites de la realidad. Cada imagen y cada palabra en “Desiertos” sugieren una inmersión en la psique humana, donde el errar se convierte en un acto liberador y el hogar no es un lugar físico, sino una conquista interna.

“Desiertos” entrelaza universos narrativos —el visual y el escrito— creando un espacio donde la reflexión sobre el significado del hogar, la pertenencia y el autodescubrimiento cobra protagonismo. En un mundo en constante cambio, donde la movilidad y la incertidumbre son parte de la experiencia humana, se insta a percibir sensaciones sobre el acto de errar.

En el corazón de “Desiertos” se encuentra la historia de una mujer solitaria que habita una casa vacía, un símbolo de la ausencia física del hogar, pero también de su potencial como espacio de transformación. A medida que explora paisajes oníricos y etéreos, la protagonista parece moverse entre dos mundos: uno tangible, cargado de detalles cotidianos, y otro que se escapa de la realidad, donde los desiertos y páramos imaginarios reflejan sus estados emocionales y mentales. La narrativa visual y escrita opera en conjunto para subrayar la dualidad de la experiencia humana: la necesidad de abordar lo desconocido y, al mismo tiempo, confrontar los propios miedos y deseos.

En lugar de buscar un hogar externo, un lugar fijo donde asentarse, “Desiertos” invita a mirar hacia dentro. Al proponer la errancia como una forma de abrazar la incertidumbre del presente, se ofrece una visión renovada del concepto de hogar, no como un lugar geográfico, sino como un estado mental y emocional que se construye a través de la aceptación de la impermanencia.

El desafío de la errancia en este proyecto implica aceptar lo inesperado y abrirse a nuevas posibilidades. En este viaje, los relatos y las imágenes actúan como guías que invitan a una reflexión sobre nuestra relación con nuestro entorno, con nuestra historia y, sobre todo, con nosotros mismos. La aceptación de la impermanencia es clave en esta travesía: el verdadero hogar reside en el autoconocimiento y en la capacidad de habitar el presente con plena conciencia. A medida que nos adentramos en los relatos y las imágenes, nos confrontamos con preguntas sobre el sentido de pertenencia, la necesidad de conexión y el deseo de encontrar un lugar en el mundo.

Uno de los aspectos de “Desiertos” es combinar la narrativa visual y la escrita de manera contrapuesta. Las imágenes fotográficas ofrecen un contrapunto a las palabras, creando un diálogo que enriquece la experiencia de los relatos. A través de esta combinación, se invita a hacer conexiones inesperadas entre los relatos y las imágenes, a construir sus propias interpretaciones y a proyectar sus pensamientos y emociones en los mundos alternativos que se van describiendo con las palabras.

En su vínculo con los lectores, “Desiertos” busca ser una herramienta de interpelación, una invitación a pensar nuestras nociones tradicionales de hogar y a considerar la posibilidad de que el verdadero sentido de pertenencia no dependa de un lugar fijo, sino de un estado de conexión consigo mismo, con los otros y con la naturaleza.

Finalmente, “Desiertos” nos desafía a redescubrir la belleza de la errancia y a celebrar la búsqueda continua de nuestro ser. Nos invita a entender que cada paso en este viaje, ya sea en el desierto físico o en el interior de nuestra mente, es una oportunidad para crecer, aprender y conectarnos. Así, el final de este viaje no es un destino, sino una revelación: el hogar siempre ha estado dentro de nosotros, esperando ser reconocido en cada experiencia, cada emoción y cada encuentro. En última instancia, la errancia se transforma en una celebración de la vida misma, un recordatorio de que cada desierto que atravesamos nos acerca un poco más a nuestro verdadero yo.