La operación Al-Aqsa, lanzada por Hamás durante Simjat Torá, intensificó el conflicto Israel-Palestina, desestabilizando Medio Oriente. Este ataque, simbólicamente programado, ha renovado tensiones históricas, destacando el papel de Jerusalén y movilizando actores regionales e internacionales en una compleja lucha de poder y resistencia.

El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más complejos del mundo contemporáneo, y su historia está marcada por una serie de fluctuaciones en las relaciones entre ambos pueblos, cada una de las cuales ha tenido profundas implicaciones para el equilibrio geopolítico de Oriente Medio. En sus primeros días, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel en 1948, las tensiones entre judíos y árabes se intensificaron, desencadenando guerras y desplazamientos masivos de población. La Declaración Balfour de 1917 y las promesas hechas tanto a judíos como a árabes fueron las semillas de un conflicto cuyas raíces profundas complican cualquier intento de resolución.1

Evolución del conflicto

Con el tiempo, las relaciones entre Israel y Palestina han pasado por períodos de extrema violencia y momentos de distensión. Durante las décadas de 1950 y 1960, los países árabes vecinos apoyaron a los palestinos en su rechazo al establecimiento de Israel, lo que llevó a varios conflictos armados, incluyendo la Guerra de los Seis Días, en 1967, que resultó en una significativa expansión territorial israelí. Esta guerra no solo rediseñó el mapa de la región, sino que también exacerbó las tensiones al dejar a Israel en control de territorios con grandes poblaciones palestinas, como Cisjordania y Gaza. Estos eventos modificaron radicalmente la dinámica del conflicto, haciendo de la ocupación y el asentamiento una cuestión central y perpetuando un ciclo de violencia y represalias.

En los años 70 y 80, la relación entre Israel y Palestina se vio influenciada por la emergencia de movimientos políticos y militares, como la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que buscó establecer un Estado palestino independiente y que fue reconocida internacionalmente como representante del pueblo palestino. El surgimiento de movimientos islamistas como Hamás en las décadas siguientes añadió otra capa de complejidad. A lo largo de estos años, el conflicto también se internacionalizó, atrayendo la intervención de potencias extranjeras y convirtiéndose en un punto focal de la Guerra Fría, donde Estados Unidos y la Unión Soviética respaldaron a las partes opuestas, inclinando el equilibrio del poder en Oriente Medio.

Avances y retrocesos

Los acuerdos de Oslo de la década de 1990 generaron una esperanza renovada, sugiriendo la posibilidad de un acuerdo de paz duradero basado en la solución de dos Estados. Sin embargo, el colapso de este proceso, junto con la violencia de la Segunda Intifada a principios de los 2000, demostró las profundas desconfianzas y barreras que impedían un avance significativo. Durante este tiempo, las iniciativas de paz fluctuaron en su efectividad, a menudo frustradas por el aumento de los asentamientos israelíes y los ataques terroristas palestinos, reflejando un equilibrio inestable que sigue afectando a las poblaciones civiles de ambas partes.

La lucha por los recursos naturales, el acceso a Jerusalén y el derecho al retorno de los refugiados palestinos son cuestiones que continúan sin resolverse, perpetuando un estado de tensión que amenaza con desestabilizar aún más la región. En resumen, la relación fluctuante entre Israel y Palestina no solo define sus propias historias nacionales, sino que también moldea el paisaje político de todo Oriente Medio.

El quiebre

El 7 de octubre de 202,3 el ya frágil equilibrio en Medio Oriente dejó de ser tal y se produjo un hecho que impactaría al sistema internacional en su conjunto. El grupo armado Hamás, que controla la Franja de Gaza desde 2007, eligió la festividad judía de Simjat Torá para lanzar el ataque más mortífero contra judíos desde el Holocausto.

Hamás llevó a cabo un ataque complejo en múltiples frentes, el tipo de ataque coordinado que lleva meses planificar y ejecutar. Además, decenas, si no cientos, de militantes de Hamás participaron en el ataque combinado por aire, tierra, mar y cohetes, lo que sugiere que el círculo de conocimiento era amplio. El New York Times informó que los servicios de inteligencia israelíes emitieron una advertencia específica a los guardias fronterizos inmediatamente antes del ataque, señalando un aumento de la actividad, pero esas advertencias no fueron atendidas por razones poco claras. Asimismo, el momento de la operación, que coincidió con el sabbat, el día de culto y descanso judío, creó un factor de choque que dificultó la reacción inmediata de las fuerzas israelíes.

En este ataque, los militantes de Hamas mataron a 1.200 personas y tomaron a más de 250 rehenes, según recuentos israelíes. Los medios israelíes también trazaron rápidamente paralelismos con la Guerra de Yom Kippur de 1973, evocando la noción de un “ataque sorpresa” para explicar el fracaso del gobierno y el ejército a la hora de estar adecuadamente preparados para un acontecimiento de esa magnitud.

La grieta en Israel

En el momento de los hechos, la reforma de la Corte Suprema fue la causa de la profunda tensión vivida al interior de Israel. Las posturas eran tan irreconciliables que, durante Yom Kippur, estalló un enfrentamiento sin precedentes en Tel Aviv entre fieles religiosos y militantes laicos. Estas circunstancias repercutieron directamente en el ejército, rompiendo el pacto implícito que lo mantenía al margen de los conflictos políticos por la seguridad nacional.

Sin embargo, la respuesta de Tel Aviv ante los acontecimientos del 7 de octubre no se hizo esperar y declaró el "asedio total" de Gaza. El enclave, hogar de más de 2 millones de palestinos, llevaba ya 16 años bajo bloqueo. Israel ordenó a los residentes de la ciudad de Gaza, donde vivían más de un millón de los 2,3 millones de habitantes, que evacuaran la ciudad y se trasladasen al sur. El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, afirmó que no se permitiría la entrada de "electricidad, alimentos ni combustible".

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, impopular antes del 7 de octubre y acusado ahora de no proteger al país, llegó a un acuerdo de reparto de poder con su rival político, Benny Gantz, para formar un gobierno de unidad de emergencia que dirija la guerra.

Una de las primeras medidas fue la convocatoria por parte del Ejército Israelí de 360.000 reservistas para unirse a la lucha contra Hamás, lo que marcó una de las mayores movilizaciones de su historia. Esta medida generó especial antipatía en las filas del movimiento de reservistas “Hermanos y hermanas en armas”, que amenazó con no cumplir con su deber si eran movilizados para “apagar los incendios” que este gobierno de extremistas religiosos ultranacionalistas estaba provocando en Cisjordania. La grieta abierta en Israel fue el cuadro perfecto para que Hamás diera su golpe de gracia frente a un país dividido y gobernado por una coalición débil de ultranacionalistas radicales.

El informe de Hamas

El grupo de resistencia palestino Hamás publicó el domingo un informe de 16 páginas que destaca los motivos detrás de su ataque transfronterizo del 7 de octubre contra Israel y su conexión con la causa palestina, al tiempo que contrarresta las acusaciones israelíes.

El informe, titulado "Nuestra narrativa... Operación Inundación de Al-Aqsa", destinado a refutar las afirmaciones de Israel, dijo que la Operación Inundación de Al-Aqsa era un paso necesario y una reacción natural contra los planes de Israel de eliminar la causa palestina, apoderarse de tierras, judaizar las tierras palestinas y establecer un control completo sobre la Mezquita de Al-Aqsa y los lugares sagrados.

Subrayó que la Operación Inundación de Al-Aqsa representaba una medida estratégica para aliviar el bloqueo en la Franja de Gaza, liberarse de la ocupación israelí, restablecer los derechos nacionales, alcanzar la independencia, dar forma al destino palestino y establecer un Estado palestino con Jerusalén como su capital.

La respuesta de Human Right Watch

Los grupos de derechos humanos no tardaron en hacer oír su voz a través de un informe en el que señalaron a Hamás como el responsable de cometer delitos contra la humanidad. Basado en entrevistas con 144 testigos y una extensa documentación fotográfica y en video, el informe dice que el ala militar de Hamás, las Brigadas de Ezedin al-Kasem, y al menos otros cuatro grupos armados palestinos identificados como participantes en los ataques, “cometieron numerosos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad contra civiles”.

“La investigación de Human Rights Watch concluyó que el ataque encabezado por Hamás el 7 de octubre tenía como objetivo matar civiles y tomar como rehenes a la mayor cantidad posible de personas”, afirmó Ida Sawyer, directora de crisis y conflictos de HRW.

Lo cierto es que esta guerra se extiende hasta nuestros días sin perspectivas de mejora y constituye una catástrofe en términos humanitarios.

image host Fuente: Al Jazeera

Los números pueden parecer un dato bastante frívolo, pero sirven para dar cuenta de la dimensión del daño generado a casi 300 días desde lo ocurrido el 7 de octubre de 2023. La situación es aún más alarmante si tenemos en cuenta que las cifras reflejadas en la imagen citada ut supra aumentan incluso mientras se escriben estas líneas.

La muerte de Ismail Haniya: la metástasis del conflicto

Ismail Haniya, el jefe del ala política de Hamás, murió en una explosión en su casa de huéspedes en la capital iraní, Teherán, el 31 de julio de 2024. Ismail Haniya fue el rostro de la diplomacia internacional de Hamás desde que comenzó la guerra, el 7 de octubre del año pasado, y había estado participando en los esfuerzos negociados internacionalmente para alcanzar un alto el fuego en Gaza.

La respuesta regional al asesinato de Haniya ha sido instantánea. Irán, que respaldó a Hamás en su conflicto con Israel en Gaza, culpó a Israel por el asesinato y prometió castigos severos en represalia. Las autoridades israelíes no han reivindicado la responsabilidad. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (CGRI) se refirió a Israel como un “régimen sionista” y lo responsabilizó directamente de los ataques. “Esta acción fue planeada y ejecutada por el régimen sionista con el apoyo del gobierno criminal estadounidense”, afirmó el CGRI. Israel “recibirá decisivamente la respuesta a este crimen”, que es un “castigo severo” que llegará en “un momento, lugar y manera apropiados”, dijo el CGRI.

Sobre el hecho también se expidió la Organización para la Cooperación Islámica (OIC por sus siglas en inglés), que postuló a Israel “como la potencia ocupante ilegal, completamente responsable de este atroz ataque”, que describió como “una grave violación” de la soberanía de Irán.

De manera similar, el movimiento hutí de Yemen ha expresado su preocupación por las implicaciones más amplias de estos acontecimientos, y Turquía ha advertido de que el conflicto de Gaza puede desembocar en una crisis regional. Si bien Haniya no estaba a cargo de los acontecimientos cotidianos sobre el terreno en Gaza, ya que ese era el dominio del comandante militar Yahya Sinwar, como líder de Hamás en el exilio fue un interlocutor crítico en las negociaciones mediadas por Catar, Estados Unidos y Egipto.

La muerte del líder de Hamás aumentó aún más las tensiones en un momento ya de por sí volátil, aumentando los temores de que el conflicto de Israel con Hamás y sus aliados pueda convertirse en una guerra de múltiples frentes en el Medio Oriente. Este asesinato puso, además, de relieve una estrategia en curso para desmantelar el liderazgo y las capacidades operativas de Hamás.

Conclusiones

La descomunal respuesta militar israelí a la operación armada de la resistencia palestina del 7 de octubre de 2023 ha alcanzado magnitudes nunca vistas. Este momento abre una nueva etapa en la confrontación entre el proyecto colonial sionista y el pueblo palestino. Hamás, que se beneficia de este ataque porque intenta monopolizar la representación del pueblo palestino y con ella afianzar su carácter de actor político en una región en la que las alianzas se están recalibrando y desean sacar ventaja de este nuevo equilibrio. El 7 de octubre, más allá del inesperado golpe militar recibido, de la captura de militares y ciudadanos israelíes y de la masacre de civiles, la arrogancia y la superioridad israelí fueron heridas profundamente.

El conflicto entre Israel y Palestina ha escalado a niveles alarmantes tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, desestabilizando aún más una región ya marcada por décadas de tensiones. Este incidente, lejos de ser un evento aislado, ha intensificado las divisiones internas dentro de Israel y exacerbado la violencia en Gaza, donde el asedio y las represalias militares continúan sin tregua. La situación sigue siendo extremadamente volátil, sin señales de resolución ni perspectivas de un acuerdo de paz en el corto plazo. La muerte de figuras clave como Ismail Haniya y la creciente implicación de actores regionales indican que este conflicto podría prolongarse indefinidamente, con consecuencias devastadoras para la población civil y la estabilidad de Medio Oriente.

Referencia

1 Harms, Gregory y Ferry, Todd M. (2005). The Palestine-Israel Conflict: A Basic Introduction. Londres; Ann Arbor, Michigan: Pluto Press.