Hoy en día (culminando el último trimestre del año 2024) prácticamente un buen porcentaje de las cortinas metálicas de los comercios de Montevideo (ciudad capital de la República Oriental del Uruguay) están cubiertos de grafitis de aerosol. Mas no precisamente de imágenes de arte figurativo o abstracto (conocido como arte urbano) sino más bien de firmas, símbolos o garabatos de iniciales o de mensajes subliminales, entendibles sólo para el autor o el colectivo de grafiteros que los realizan.

De facto, un youtuber que narra en su canal las experiencias que registra en su bitácora de viajes por el mundo, cuando vino a Montevideo una de las cosas que más llamó su atención fueron estos grafitis que como una invasión sigilosa y sin ton ni son pululan por las cortinas metálicas de los comercios citadinos, y así lo expresó en el episodio correspondiente a la crónica de la capital uruguaya.

El hecho es que estas imágenes se acercan más al vandalismo en sí, por el hecho de que se percibe que es como una marca en un espacio a invadir, que puede asociarse como un ocupa de fachada, diríamos, dado que los realizan sin el permiso de sus respectivos dueños.

En efecto, para que puedan ser catalogadas como arte urbano, estas imágenes tendrían que tener o acercarse a las siguientes características:

  • Demostrar dominio de la escala y de las proporciones para la construcción de una imagen;
  • Portar un mensaje iconográfico con énfasis en el elemento del dibujo o en el color.

En algunos casos, estas creaciones, construidas y pensadas, son encargos específicos de los comerciantes para llamar a sus clientes. Para ello, emplean imágenes de percepción tridimensional sobre la superficie de las cortinas que invita a perder la vista y descifrar significados en estos avisos de publicidad creativa, inédita y exclusiva, aunque siempre manteniendo su carácter urbano.

De hecho, han sido muchos los artistas consagrados a quienes se les ha encargado realizar un mural en paredes u otros soportes en avenidas principales, o de autopistas o autovías. Eso se acerca más, digamos que, a las influencias o derivaciones del muralismo mejicano que en los años veinte del siglo pasado emergió como una respuesta social a nuevas realidades sociopolíticas y que, teniendo como marco muros en el espacio público, permitió la generación de una identidad nacional de las artes visuales mexicanas. Todo esto le otorgó un carácter nacionalista y de pertinencia cotidiana de la vida de los ciudadanos mexicanos.

Por otra parte, para ser considerados obras de arte efímeras urbanas o arte de la calle, sería necesario que estas imágenes puedan cumplir con las siguientes características:

  • Ser obras originales;
  • Contar con un mensaje de inquietudes sociales ante un hecho particular;
  • Demostrar manejo de la técnica en cuanto a dibujo, color, composición y perspectiva;
  • Permitir dar una idea clara del mensaje a través de la creación;
  • Despertar sensibilidad estética en los receptores que la contemplan.

Para el caso mencionado de los grafitis montevideanos, sin querer generalizar del todo, se podría decir que, aunque algunas imágenes tienen sentido y cumplen con estas características de creación artística, muchas otras no responden a los patrones de creatividad y técnica, además de que no despiertan ese goce estético al transeúnte; sino, por el contrario, producen una expresión de desagrado de que símbolos sin forma y sin alguna coherencia o manejo de la técnica invadan la visual de las zonas comerciales de la ciudad. En consecuencia, parecen más una moda de momento sin sentido lógico de letras en una casi perspectiva que no se completa y que no logra la difusión de algún mensaje en sí.

Por lo que correspondería a los responsables pertinentes de la ordenanza citadina, canalizar esa voluntad mediática de algunos de hacer garabatos en propiedades privadas, convocarles a una iniciativa formativa para que, al manejar debidamente la técnica, puedan por qué no, dedicarse al arte urbano bien pensado y exclusivo y sobre todo no invasivo ni masivo, en ciertos espacios propicios idóneamente pensados para enmarcar sus expresiones artísticas para el disfrute visual de sus ciudadanos.