Una hormiga diminuta y cabezona, conocida como Pheidole megacephala, está desafiando al mismísimo rey de la selva. Se trata de una voraz especie invasora que está alterando la cubierta vegetal de la sabana africana, dificultando así que los leones puedan cazar a las cebras, su presa favorita.
Según explica Teresa Guerrero, especialista en el tema, «pese a su aspecto inofensivo, esta hormiga está incluida en el ranking de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, una lista que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Es más, se puede decir que ya está «fichada» por los científicos que vigilan los estragos que causa la llegada de estas voraces especies a zonas en las que antes no vivían, como es el caso del Este de África».
Como recuerda el ecólogo Todd Palmer, profesor de Biología en la Universidad de Florida y autor de esta investigación, hace unos 15 años que empezaron a detectar los impactos de la hormiga leona, conocida en inglés como hormiga cabezona, aunque ya llevaba un tiempo colonizando nuevos territorios. «Anteriormente, ninguno de nosotros se dio cuenta de su presencia porque no son agresivas con los animales grandes, incluidas las personas. Sin embargo, ahora vemos que están transformando los paisajes de formas muy sutiles, pero con efectos devastadores», advierte.
Un estudio revelador
Para Guerrero, «el estudio que se revela en la revista Science sobre cómo el insecto está complicando la vida al cazador más emblemático de África es el resultado de tres décadas de observaciones ante lo complejo y frágil que es un ecosistema, pues ilustra la red de interacciones que hay entre hormigas, árboles, leones, cebras, búfalos y elefantes». Es más, según añade Palmer, «estos pequeños invasores están tirando de los lazos que unen un ecosistema africano, determinando quién es devorado y dónde».
Para hacer la investigación, combinaron observaciones in situ con tecnologías como cámaras trampa, collares colocados en los leones para seguir sus pasos vía satélite, o modelos estadísticos. Así, «los investigadores descubrieron que la invasión de hormigas cabezonas en el Ol Pejeta Conservancy, una zona de vida salvaje situada en el centro de Kenia, ha provocado de manera indirecta que los leones sean menos efectivos a la hora de matar cebras, su principal presa», argumente la especialista.
Esto se debe a que estos insectos invasores matan a las hormigas nativas que protegen a las acacias evitando que sus hojas sean devoradas por los elefantes y otros herbívoros que viven en esa región, un papel protector que se conoce desde principios de siglo. «Para nuestra sorpresa, descubrimos que esas pequeñas hormigas actúan como eficaces defensores de los árboles, estabilizan la cubierta arbórea de estos paisajes y hacen posible que las acacias sobrevivan en una zona en la que viven grandes mamíferos herbívoros», cuenta Palmer.
Pero la llegada de la hormiga cabezona trastocó ese equilibrio. «Sin la protección de las hormigas nativas, cuyas colonias son devoradas por la especie invasora, los elefantes y otros animales no tienen obstáculos para comer las hojas de estos árboles, que poco a poco van quedando desnudos o semidesnudos. Con menos cobertura arbórea para esconderse, los leones lo tienen más difícil para tender una emboscada a las cebras».
Adaptación al cambio
No obstante, los leones están adaptándose a la nueva situación y, según Palmer, empiezan a prestar más atención a los búfalos africanos ante las dificultades para cazar cebras.
Así, los científicos determinaron que la matanza de cebras en los lugares a los que no había llegado la hormiga cabezona era 2.87 veces más alta que en lugares invadidos por esta especie invasora. Desde 2003 a 2020, la proporción de cebras que han matado los leones cayó del 67% al 42%, mientras que la de búfalos muertos subió del 0% al 42%.
Por eso, la buena noticia es que desde que se detectó la invasión de la hormiga cabezona, la población de leones no se ha visto reducida, al menos por el momento, según los autores.
«La naturaleza es inteligente y criaturas como los leones tienden a encontrar soluciones a los problemas a los que se enfrentan, pero aún no sabemos qué podría resultar de este profundo cambio en la estrategia de caza de los leones. Estamos muy interesados en seguir esta historia», admite el ecólogo.
Una hormiga en expansión
La sabana africana no es el único ecosistema que está alterando la hormiga cabezona, pues, según asegura Palmer, se ha extendido ya por muchos lugares: «Están por todas partes, especialmente en las zonas tropicales y subtropicales. Puedes encontrarlas en tu patio de Florida, y son las personas las que las desplazan de un sitio a otro».
La hormiga leona es una plaga de algunos cultivos de café, cacao y árboles frutales, pero a su vez es utilizada para controlar algunas plagas que afectan a otros cultivos o la expansión de alguna especie de garrapata que afecta a la ganadería.
Según Palmer, están trabajando con administradores de tierras «para investigar intervenciones, incluyendo el cercado temporal de grandes herbívoros, con el objeto de minimizar el impacto de las hormigas invasoras en las poblaciones de árboles».
Nota
Guerrero, T. (2024). Una hormiga diminuta reta al rey de la selva: obliga al león a cambiar sus tácticas de caza. El Mundo. Enero, 25.