Resumir adecuadamente el pensamiento de un filósofo es tremendamente difícil de lograr. Depende de lo que uno ha encontrado y considerado importante de sus biógrafos. Por esa razón pueden existir omisiones o fallas, sobre todo, cuando se trata de uno tan complicado como Schopenhauer. Sin embargo, aunque la concepción que tiene del hombre y del mundo es muy pesimista, vale la pena leerlo, pues no deja en muchos aspectos de ser real.
Schopenhauer nació en 1788, en Dánzig —en ese entonces de Polonia, luego de Prusia (Alemania)—, en una rica familia de comerciantes. Su padre lo metió en negocios y lo hizo viajar por tal razón por Francia y Austria; lo sorprendió la suciedad, el desorden, el desempleo y la pobreza del pueblo, el abandono de los cultivos de los campos por sus moradores, producto del paso y destrucción de los ejércitos napoleónicos, al principio triunfadores, luego vencidos, así como de la coalición de ejércitos europeos que los derrotaron y consumieron todas las reservas alimenticias de los pueblos, nuevamente destruyendo todo a su paso. Ese ejemplo lo entristeció, por esa razón prefirió dedicarse al estudio de la naturaleza del ser humano. Primero estudió medicina, luego filología e historia y, finalmente, filosofía. Falleció en 1860.
Su madre era una escritora de éxito con la que no se llevaba bien. Ella tenía reuniones literarias con personas prestigiadas y lo invitaba, pero él no aceptaba pues era un misántropo que no se llevaba bien con la gente. Su padre temeroso que Dánzig pudiera ser anexado a Prusia y perdiera su capital, al parecer se suicidó. Hay, además, el dato que su abuela materna se había suicidado. Todo lo señalado anteriormente pudo influir mucho en el pesimismo que mostraba este filósofo durante su vida, agregado a que su madre al morir su esposo se dedicó al amor libre, por lo que él decidió no continuar viviendo con ella y se fue a vivir a una pensión con una habitación y dos cuartos por sus últimos 30 años, gracias a un dinero heredado.
No tenía familia, ni hijos ni amigos y vivía muy solo, todo ello lo condicionó a su pesimismo permanente, se hizo sombrío y suspicaz; eso sí, escribía con gran honestidad, yendo al grano en sus textos. Una vez que estudió al filósofo Emanuel Kant y sus postulados, se convenció de que la filosofía por fin había hecho avances importantes, ya que él dividía la realidad entre aquello que es susceptible de experimentarse y lo que pertenece inaccesible al conocimiento humano. Pero difería de Kant en varias cosas, por ejemplo, para Kant la base de la ética es la razón, para Schopenhauer la compasión, ya que él consideraba que, es la única y verdadera esencia de la ética y del amor entre los seres humanos. Además, para él solamente hay tres formas a priori, el espacio, el tiempo y la causalidad.
Sus estudios lo convirtieron en un crítico de la sociedad, para él, «la vida es un constante proceso de agonía», lo cual lo convertía en el máximo representante del pesimismo filosófico. Señalaba, además, que «la característica principal de todas las cosas, incluidos los seres humanos es la voluntad, la cual es ciega, irracional, absurda y una fuente de inmensos sufrimientos en el mundo».
Aunque fue alumno de Fichte en Berlín, terminó siendo enemigo de él y, sobre todo, de Hegel. Al parecer se debió a que, para él, la filosofía debe partir no de principios abstractos como pretendían ellos, sino de la experiencia en todo el amplio sentido del término. Por eso fundó un sistema filosófico sobre estudios científicos e históricos, con el fin de tener un conocimiento preciso del tema que trataba. La ciencia es la puerta de entrada a todo conocimiento, aun teniendo en cuenta que tan solo puede abordar los objetos del mudo empírico.
Su obra más importante es el libro El mundo como voluntad y como representación. Ahí trato de enseñar que el mundo es, por un lado, representación, ya que se trata de un mundo aparente o fenoménico constituido por representaciones intuitivas concretas y, por otro lado, en cambio, es voluntad, por cuanto se trata de un mundo real. Concebía la vida como una navegación entre el dolor y el tedio, entre el deseo y su cumplimiento efímero. La vida es una ilusión que acaba en desilusión, un engaño que acaba en desengaño, una admiración que acaba en decepción. La filosofía de él parte del pensamiento de que, «el ser es voluntad y quiere ser siempre voluntad». El aceptaba el señalamiento de Aristóteles, al que admiraba, respecto a que la voluntad es una determinación de vivir, una resolución de obtener lo máximo de la vida. Insistía en cuanto a la voluntad de reproducirse. Señaló que la reproducción es el propósito último de cada organismo, su instinto más fuerte, pues solo así puede la muerte ser conquistada. Y para asegurar eta conquista de la muerte, la voluntad de reproducirse se halla colocada casi por entero más allá del control del conocimiento o de la reflexión.
Cabe señalar que Schopenhauer se contradice en este punto, pues nunca se casó o tuvo hijos. Decía que el amor es un engaño practicado por la naturaleza, el matrimonio es el quebranto del amor y ha de ser decepcionante. Solo un filósofo podría ser feliz en el matrimonio, pero los filósofos no se casan.
Para Schopenhauer el conocimiento más elevado era «la moral»; consiste en un saber más elevado que el que proporciona el intelecto y la razón, y su principio está en la piedad, es decir, en el reconocimiento intuitivo de la unidad de todos los seres, donde la piedad debe poseer el poder de eliminar del ánimo del hombre la maldad, que es lo que hace enemigos a los hombres entre sí. Señalaba que cuando algo es verdad se deberá aceptar, pues esta tarde o temprano sale a la luz.
Para ser feliz hay que ser tan ignorante como la juventud. La alegría y la vivacidad de la juventud en parte se deben al hecho de que cuando subimos la colina de la vida, no es visible la muerte; está en la falda, al otro lado hacia el final de la vida. A la postre nos encontramos con la muerte. Apenas la experiencia empieza a coordinarse formando sabiduría, desmerecen el cerebro y el cuerpo. «Todo dura solo un momento, y se precipita y si la muerte tarda es porque está jugando con nosotros, como un gato juega con un ratón indefenso».
Sobre el dinero decía:
Se reprocha a la gente por desear el dinero sobre todas las cosas y por amarlo más que cualquier otra; pero es natural e incluso inevitable que la gente ame aquello que, como un Proteo incansable, está siempre dispuesto a convertirse en cualquier objeto que los caprichosos deseos o los múltiples anhelos le fijen.
No obstante, una vida dedicada a la adquisición de la riqueza es inútil, a menos que sepamos como convertirla en alegría, y esto es un arte que requiere cultura y sabiduría.
Si quieres que todo se te someta, sujétate tú a la razón. La mayor de todas las maravillas no es el conquistador del mundo, sino el dominador de sí mismo”.
Fue un filósofo que se declaró ateo debido a que, para él, la idea de un Dios con forma de persona no es más que una manifestación de antropomorfismo, debido a que toda nuestra concepción acerca de la naturaleza se establece a partir de un modelo humano.
Afirmaba que, si uno se fija en el reino animal y el de los seres humanos, en ambos se manifiesta la violencia como una necesidad desde la aparición de la vida en la Tierra. La mayoría de las criaturas en todo nivel sobreviven cazando y devorando a otros animales… Si nos vamos al mundo del hombre, la violencia y la injusticia forman parte del pan de cada día, al extremo de que la vida de toda persona se convierte en una tragedia sin sentido, cuyo final inevitable es la muerte.
Él estaba muy influenciado por la filosofía y las religiones orientales, especialmente el taoísmo y el budismo ya que en estos la realidad, la vida de la mayoría de los seres humanos transcurre esclavizada por los deseos de todo tipo como: dinero, comida, bebida, sexo, el saber, el poder, etc., tan pronto se satisface de uno, otro toma su protagonismo. Su filosofía sirvió como un puente entre la filosofía europea con la filosofía oriental. Los filósofos hindúes eran más profundos que los pensadores de Europa, porque su interpretación del mundo era interna e intuitiva; no externa e intelectual; el intelecto lo divide todo, la intuición lo une todo. Los hindúes vieron que el «yo» es una ilusión, que el individuo es meramente fenoménico y que la única realidad es el «uno infinito» que nos hace ver que todos somos miembros de un organismo, que todos somos pequeñas corrientes de un océano de voluntad.
De acuerdo con eso, el ser humano vive en un estado de insatisfacción permanente que, como decía Buda, el vivir se convierte en una inagotable fuente de sufrimientos. Cuando se le señalaba que eso no era así para todas las personas, el afirmaba que por lo menos sí lo era para una gran mayoría, pues la vida solo les depara injusticias, tristezas o temor; aún los ricos que tienen más ansían más y sufren por eso.
Sin embargo, esa manera de ver el mundo es muy pesimista y a la pregunta si hay alguna manera de escapar a esto, respondía. Sí, yo creo que, aquellos que hacen arte, así como quienes componen música, poseías, dramas, pintan y hacen esculturas escapan, gracias al esfuerzo de su creación, a la miseria de la vida. Como eso también valdría para los buenos religiosos, los místicos, los profetas, los filósofos, los científicos, los médicos y otros más que crean o hacen el bien. La respuesta de Schopenhauer señala que es cierto, el ser humano, en esos casos, se encuentra en una dimensión más allá del mundo empírico, donde no existen las nociones de espacio, tiempo, ni tan siquiera de nosotros mismos ni de nuestras limitaciones físicas.
Causa profunda tristeza lo misógino que era, decía que la veneración por las mujeres es producto del cristianismo y del sentimentalismo germánico, los asiáticos reconocen sin más la inferioridad de la mujer.
Cuando las leyes dieron a las mujeres iguales derechos que a los hombres, las deberían haber dotado por un igual de intelectos masculinos.
Cuanto menos tengamos que ver con las mujeres tanto mejor. No son ni siquiera un mal necesario.
Es posible que esta sea una respuesta amarga a que nunca tuvo una relación sentimental con una mujer y tampoco un hogar. Hay que acordarse de que nunca quiso asistir a las sesiones culturas de mujeres que organizaba su madre. Nunca tuvo un trabajo estable. En el fondo de la infelicidad de este filósofo estaba su rechazo a una vida normal, a las mujeres, el matrimonio y los niños.
Una de las cosas que llaman la atención es la enorme influencia que ejerció en el siglo en diferentes figuras de la historia como es el caso del musico Richard Wagner, que hizo la ópera Tristán e Isolda basado en sus escritos. Sigmund Freud reconoció que el análisis de la represión, uno de los pilares del psicoanálisis, también lo tomó de sus libros. Una serie de novelistas señalan que él ejerció gran influencia en ellos, tal es el caso de los rusos: Tolstoi, Turgenev; los franceses: Zola, Proust y Maupassant; el alemán Thomas Mann e incluso el argentino Borges, quienes se inspiraron en algunos de sus postulados. Nietzsche reconoció que se hizo filósofo tras leer sus obras, también el matemático y filósofo Wittgenstein. Posiblemente sus estudios que hacían una profunda introspección en la naturaleza del ser humano y su bella y exquisita prosa influyeron en ello.
Notas
Brethier, E. (1988). Schopenhauer. Historia de la filosofía. Vol. II. Madrid,
España: Editorial Tecno, S. A. XI; 400-406.
Durant, W. (1986). Schopenhauer. Historia de la Filosofía. México, D. F. México: Editorial Diana. 7; 343-394.
Geymonat, L. (1985). Schopenhauer. Historia de la filosofía y de la ciencia. Tomo III. Barcelona, España: Editorial Crítica. 5; 94-100.
Magee, B. (1999). Schopenhauer. El encuentro de la filosofía occidental con la oriental. Historia de la Filosofía. Barcelona, España: Ed. Arte.
Blume, S. L. 138-145.