Este es año de elecciones en Argentina, la Cámara Nacional Electoral fijó la fecha de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para el 13 de agosto, las generales para el 22 de octubre (presidenciales y parlamentarias) y el 19 de noviembre será el balotaje para la elección de la fórmula presidencial (Balotaje que se da por seguro).
Hay decenas de programas periodísticos en los canales de televisión y en las radios que se incrementan y concentran a medida que se aproximan las fechas electorales.
Los uruguayos y muchas otras nacionalidades pueden asistir al más feroz desfile de noticias, análisis, pronósticos y una amplia colección de insultos y agravios entre los diferentes dirigentes políticos y del propio gobierno, incluso entre los mismos integrantes de un mismo partido, los del Frente de Todos (Oficialismo) y Juntos por el Cambio (JxC) la fuerza principal de oposición.
También se puede asistir a la colección de opiniones «profesionales» de economistas, politólogos, y directores de empresas de opinión pública, que muestran tal capacidad de ofrecer interpretaciones y salidas necesarias y urgentes a la crisis que «deslumbran».
Argentina mientras tanto está alcanzando al 40% de personas por debajo de la línea de pobreza, 17 millones de habitantes, con un fuerte impacto entre niños y jóvenes, y el mes de marzo la inflación superó los pronósticos más pesimistas y alcanzó el 7.7% y a nivel anual superó el 104% y la población, su gran mayoría define sus opiniones políticas en medio de una situación económica y social muy mala y que tiende a agravarse. En realidad, más que una política económica, parece una colección de parches monetarios y de patear hacia adelante un nivel más grave todavía de toda la situación. Eso sí, con una enorme cantidad de sabios economistas criticando, asesorando o apoyando al gobierno (en este caso pocos).
Lo que todos saben es que en la actualidad y el nuevo gobierno tendrán una tarea realmente muy dura tratando de domar el potro desbocado de la economía argentina. Lo cierto es que, si bien es cierto que el anterior gobierno fracasó en sus políticas, en particular en la economía, entregó el país con el 53% de inflación y Alberto Fernández ya supero el 104% y todos vaticinan que llegará al 150% anual.
Lo cierto es que, en medio de tantos economistas ilustres en todos los bandos, la batalla contra la inflación en la Argentina ha sido una sucesión de graves derrotas para los diferentes gobiernos y han tenido un impacto en el valor del dólar (400 pesos por cada dólar «azul»), en los niveles de pobreza (39%) y en el endeudamiento del país, con 45.000 millones de dólares solo con el FMI.
Otro aspecto dramático son las opciones. El actual gobierno «K», es decir, continuador del Kirchnerismo por el papel determinante de Cristina Kirchner y su hijo y Máximo de la agrupación «Campora», que nominaron al actual presidente Alberto Fernández pero lo enfrentan un día si y el otro también, tiene pretensiones de definirse de «izquierda», con estos resultados catastróficos en sus políticas y un pasado terrible en materia de corrupción y del otro lado como «alternativa» Juntos por el Cambio, originalmente con Mauricio Macri, también con notorios fracasos de sus políticas y que ahora definirá sus candidaturas presidenciales en la PASO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.
El tercero en discordia es el ultraderechista Javier Milei, surgido de la nada hace dos años y que, si bien todavía está lejos en las encuestas, se acerca y vaticina un choque cada vez más duro contra el resto del espectro político. La izquierda tiene un porcentaje de votos marginal, no supera el 5%.
Argentina es sin duda el país con las mayores posibilidades económicas de toda la región, en proporción a su población (45 millones de habitantes). Tiene todo, enormes y muy productivas praderas agroganaderas, petróleo, gas, litio y amplias posibilidades de las más diversas materias primas e industriales. Es el país de América Latina con el mayor número de Premios Nobel, con un sector intelectual muy denso y profundo, con una producción artística reconocida mundialmente, pero tiene uno de los sectores políticos, más alejados de la sociedad, más incapaces y más ávidos que se conozcan que transmite esos valores al resto de los argentinos.
El principal fenómeno político en Argentina es el desinterés, el desprestigio generalizado de los dirigentes políticos y una sensación creciente de que hay que resignarse a este desbarranque permanente e incontrolable y salvarse cada uno como pueda.
El éxodo de argentinos para vivir en el exterior, de los más diversos sectores sociales se ha intensificado como clara señal de la desconfianza social a una salida posible.
Además, la situación es tan grave, tan reiterada, tan metida en los huesos de la economía que requerirá varios años y duros sacrificios para estabilizar el país y sacarlo adelante.
Para la Casa Rosada en la actualidad ya ni siquiera se trata de crear el mejor clima para volver a ganar las elecciones, sino directamente sobrevivir hasta el mes de diciembre cuando entregarán el gobierno sin que se alcance una inflación de dos dígitos mensuales y explote la temida hiperinflación.
Este gobierno, continuidad deforme del kirchnerismo, fue parido por la gran crisis del 2001 con la huida del presidente Fernando de La Rúa, esta crisis 22 años después va en el sentido contrario, los argentinos cansados hasta el hastío de la política no solo miran hacia Juntos por el Cambio, con un eje en las mismas fuerzas que llevaron a Macri al gobierno, sino que también hacen emerger el engendro de Javier Milei un economista anarcocapitalista, como se define que promete terminar con la «casta política», desde la más cruda ultra derecha. Propone dolarizar la economía y cerrar el Banco Central.
Milei en las encuestas está todavía lejos de los dos principales bloques políticos, pero la hiperinflación podría cambiar muchas cosas, sobre todo con un 30% de indecisos y de ciudadanos enojados con los políticos tradicionales.
Para el actual gobierno de Alberto Fernández, bastante afecto a los papelones, la situación no podría ser peor, cuando baja el salario real de los trabajadores, los gobiernos cambian, reza un dicho popular en Argentina. Y vaya si están bajando todos los meses con esta inflación.
Lo que se define es el nivel de la catástrofe en las urnas todas convocadas en el 2023.