Estamos en un momento de gran avance en la tecnología y el conocimiento científico teórico y aplicado que se desarrolla de manera exponencial generando alta esperanza y alta incertidumbre en todos los aspectos del ser humano y de la humanidad.
En anteriores artículos he hecho referencia a la necesidad urgente de que cada país, la humanidad como un todo, ha de reconocer que se viven momentos de gran incertidumbre que nos obligan a reconocer que necesitamos cambiar el actual paradigma de «lucha entre opuestos por prevalecer». Una referencia la tenemos en el artículo publicado el 22 de enero 2023 Simultaneidad y complementariedad; Algunas «ideas fuerza» sobre nuestra actitud de vida.
Es necesario ir alimentando un proceso de cambio del paradigma actual trabajando sobre nuestra propia consciencia. Pero simultáneamente se requiere generar cambios en la educación de jóvenes y niños para que dispongan de herramientas de trabajo para que, de manera libre y creativa, puedan también desenvolver la consciencia.
Es fundamental que profesores y monitores de esas «herramientas» no sean «adoctrinadores» sino facilitadores de un trabajo interior libre, voluntario, creativo. No basta con «protestar» para cambiar. Es fundamental ir tomando consciencia y ser consecuentes nosotros mismos para que «el cambio requerido» sea posible. Es un proceso de «incluirnos en la diversidad» hacia una nueva cultura de cada cual y de la sociedad como conjunto: hacia un paradigma de «opuestos en un esfuerzo de inclusión mutua».
Desenvolvimiento interior a fin de vivir valores éticos y humanistas; lo que se traduce en nuevos modos de relación, donde nos respetemos en lo diverso sin descalificarnos. Donde apliquemos la ciencia y la tecnología sobre la base de dichos valores.
Es sabido, aunque no está muy divulgado, del adelanto que existe en materias científicas y tecnológicas que influyen y continuarán influyendo aún más y de gran manera en las relaciones humanas, en las soluciones de problemas, y también en la complejidad e incertidumbre de nuestras vidas. Buena parte de ello pareciera desarrollarse de un modo casi silencioso. No forma parte de las noticias, pero está muy presente: por ello la mayoría de nosotros y de la sociedad en que vivimos somos inconscientes al respecto.
Asimismo, estamos en plena «revolución industrial 4.0» y entrando a la «quinta revolución», según lo señalan los entendidos, con altos niveles de incertidumbre y con avances exponenciales en diversas materias. (Consultar: Marc Vidal La era de la Humanidad. Hacia la quinta revolución industrial).
Una autora que complementa lo que expone Vidal es Amy Web en su libro Nueve Gigantes. Para efectos del presente artículo tomaré párrafos referenciales del libro de Vidal. La idea es dar una «pincelada» acerca del mundo en que estamos desde la ciencia y la tecnología y su posible influencia en alimentar un posible cambio del paradigma actual en que está hundida la humanidad.
Vidal señala en su introducción: «La historia de la humanidad está jalonada de fases decisivas para su avance social, cultural y económico. Llamamos ‘revolución’ a cada uno de esos periodos cruciales y denominamos ‘revolución industrial’ a los que entrañan un cambio tecnológico profundo que mueve todos los cimientos de la sociedad, causando primero grandes desajustes y después grandes avances y conquistas humanas. Podemos contar ya cuatro revoluciones industriales y vivimos inmersos en la cuarta (también llamada ‘industria 4.0’, la de la trasformación digital promovida por los sistemas inteligentes, interconectados y capaces de ser autónomos en la toma de decisiones».
Continúa Vidal diciendo que: «Tal vez no hayamos empezado a percibir esta cuarta revolución sino desde muy entrado 2010, pero considero que se gestó a mediados de la década de los noventa del siglo XX. Su inmenso componente tecnológico (nanotecnología, drones, impresión 3D, realidad virtual, realidad aumentada, primeros estadios de la inteligencia artificial, robótica, gestión masiva de datos, hiper conectividad, etc.), va acompañado de profundos cambios en lo económico y en el trabajo humano, en el empleo, las profesiones y su definición misma. Y esos cambios no han estado hasta hoy asumidos y afrontados de igual manera en los diferentes países para garantizar el bienestar y las perspectivas de futuro de las personas».
Vidal agrega: «Lo que planteo en este libro es que esta cuarta revolución es tan sólo la antesala de otra trasformación de mucho más alcance ‘la quinta revolución industrial’, inminente, y, por ello de urgente atención. Esa quinta revolución tiene que ver con cosas que aún no han pasado, pero para las que nos podemos preparar a nivel económico, empresarial, cultural, social, laboral, político educativo y personal. Su marca diferencial será la expansión de la inteligencia automatizada, que quizás sea incluso más perturbadora para los modelos sociales existentes de lo que podemos prever ahora. La inteligencia automatizada y la robótica avanzadas, combinadas con el trabajo físico automatizado, serán siempre más rentables que cualquier trabajo repetitivo y previsible que hagamos los humanos. Y esto plantea un reto global cuyo abordaje es de extraordinaria urgencia».
«No creo en el catastrofismo de quienes auguran sin más que las máquinas nos quitarán el trabajo, sino que apuesto por un futuro donde, gracias a la automatización y a la tecnología, el ser humano podrá trabajar de manera creciente en ámbitos más propios de las capacidades singulares humanas, y menos en las alienantes tareas repetitivas que una máquina podrá hacer mejor. El reto es como orquestar ese tránsito para evitar, en lo posible, los traumas temporales que conllevan esos decisivos cambios de paradigma».
Marc Vidal resalta que: «Esa híper transformación del todo que nos espera en muy pocos años culminará con lo que se ha llamado ‘singularidad tecnológica’, que se prevé se desarrollará en tres fases. En la primera fase, los ordenadores alcanzarán un nivel de computación que asemejará funciones del cerebro humano (hacia 2025-2029); en la segunda, la inteligencia artificial aplicada a ordenadores y hardware robótico empezará a tener la capacidad de mejorarse a sí misma (hacia 2029-2035); y en la tercera fase, la más compleja, las computadoras podrán plenamente mejorarse a sí mismas (hacia 2040 como muy tarde)».
Señala también: «No sólo tengo claro que esta revolución es un curso que hemos de tomar irremediablemente para conquistar el futuro inmediato, sino que, además y especialmente, no tengo duda de que, bajo un punto de vista humanista, esta revolución industrial y tecnológica que vivimos no busca prescindir de las personas en los procesos, sino que los humanos nos dediquemos a aquello para lo que somos la única especie capaz de hacerlo».
Es interesante que son pocos los países que se destacan en prever los aspectos sociales y económicos que se nos vienen encima. En la página 54 - 55 de la referencia, Vidal menciona a Irlanda como el haber asumido esa tarea. Señala: «…uno de los elementos diferenciadores es su política fiscal. Como he dicho, mientras mantiene una fiscalidad empresarial muy baja y con enormes ayudas, la que afecta a las personas es muy distinta… El déficit público ha pasado desde el 32% del PIB de 2010 a menos del 0% actual. La competitividad laboral ha mejorado más de un 20%. Y se encuentra en el séptimo puesto en el ranking del índice de libertad económica elaborado por la Fundación Heritage y The Wall Street Journal».
En la página 66 Vidal indica que: «En lugar de esperar la desaparición del empleo como lo conocemos hoy, podemos ir pensando en una nueva filosofía socioeconómica que sea capaz de retribuirlo todo, e incluso podemos definir en qué consistirá ese nuevo empleo en un mundo en el que nada va a permanecer estático».
Hay países que hace mucho tiempo que lo interpretaron, y otros no. Unos van ajustando políticas de base tecnológica a necesidades socioeconómicas, y otros siguen prometiendo empleo masivo en sectores donde no va a crearse trabajo ni echando agua caliente. Escuchamos voces de quienes prometen acciones políticas a cambio de recibir votos. Aseguran conocer la metodología para crear empleo, pero no incluyen en la variable el hecho de que ese empleo que prometen crear no existirá, por lo menos en su forma actual.
Agrega Vidal: «Pongamos un ejemplo. En Estados Unidos, Israel o el Reino Unido cada vez hay más hectáreas cultivadas sin ninguna intervención humana, ni en la siembra, ni en el cuidado, ni en la recogida. El número de trabajadores del campo que ven que su actividad va siendo sustituida por automatismos, robots o sistemas inteligentes también aumenta. Hay quien ve esto como una amenaza, como siempre, y otros lo vemos como un desafío, una oportunidad inédita».
Redondea Vidal diciendo que «El sector agrícola tiene tres referencias mundiales cuando hablamos de cómo le afecta la industria 4.0, y son Silicón Valley, el Reino Unido e Israel, y especialmente este último, un país que crea dos startups cada hora y no hace más que trasladar todo el talento e innovación a todos los campos industriales que puede. De ahí que los israelíes no diferencien entre incorporar la IA a un coche autónomo o a un campo de cultivo de remolacha. Para ellos supone lo mismo: eficiencia y futuro sostenible».
Como última referencia al libro de Vidal, en la página 79 señala: «El problema esta vez es sistémico y redunda en la falta de políticas al respecto» (Frente a los acontecimientos que se nos vienen). Al respecto resalta Vidal que «El Informe sobre Competitividad Mundial Global 2017-2018 del Foro Económico Mundial, es una clasificación sobre la situación de la innovación en un total de 137 países. En el figuran: Suiza como primer clasificado; Estados Unidos, segundo, e Israel tercero. Finlandia 4°puesto; Alemania 5°, los Países Bajos 6° y Suecia 7°».
En referencia al libro de Vidal he tratado de entregar un panorama de las revoluciones industriales 4.0 y 5.0 en desarrollo, y el posible efecto de las mismas en el paradigma en que vivimos. Hay esperanzas y mucha incertidumbre. Es por ello que hay que escuchar voces que nos alertan de las «amenazas» o peligros que significan estas tecnologías, las que debemos considerar en cuanto sociedad organizada.
En el artículo ChatGPT y la precaución tecnológica, Franco Mansilla advierte: «Los expertos en estos temas recomiendan ser muy precavidos al usar estas tecnologías, ya que son herramientas poderosas que pueden persuadir a personas influenciables. De hecho, hay empresas que bloquearon el uso de estas debido a que los trabajadores se basan en las respuestas automáticas para tomar decisiones; entregar resultados, cargando información sensible de la empresa en el chat para que esta herramienta permita hacer análisis, resumen o insight. El problema de esto es que la IA aprende y, al hacerlo, utiliza la información sensible de la empresa, ofreciendo dicha información a una gran masa de usuarios». Y agrega: «El dicho ‘el que no conoce a Dios a cualquier santo le reza’ hace alusión a lo que hoy en día ocurre en el mundo con la herramienta ChatGPT. -Me explico- dice Mansilla: «Muchas empresas con enfoque tecnológico están buscando servicios-productos que ayuden al bienestar social, desde problemas físicos individuales hasta operaciones o gestión empresarial. Así como en 1985 apareció el primer prototipo de Excel que ayudaba a la eficiencia de los cálculos y administración de datos, replanteando los trabajos que en esa época se estaban haciendo, mas no reemplazándolos».
«Esta herramienta, desarrollada por Open-AI y puesta a disposición de los usuarios el año 2022, comenzó sus desarrollos con un enfoque en la investigación, la que ahora, por su avance, se transformó en una empresa comercial, la cual quiere replantear, mas no reemplazar, lo que hoy existe. Lo importante, sin embargo, es ser precavidos y comprender su funcionamiento y limitaciones.», concluye Mansilla.
Nuestra realidad actual nos muestra que la mayor parte del liderazgo planetario, de los políticos, de quienes están a cargo de la gobernanza en el planeta, no tienen muy presente la actual realidad tecnológica y científica ni sus posibles efectos socioeconómicos en el corto plazo. Es preocupante ser testigos de la enorme falta de consciencia acerca del mundo real, tan poco conocido por la ciudadanía.
La posibilidad de un cambio de cultura, la adaptación socioeconómica de los diversos países y quizás del planeta Tierra para enfrentar los cambios que se nos vienen como un todo, de manera que sus efectos sean positivos para la humanidad, parece depender de un cambio del modo de gobernarnos.
La esperanza de un posible cambio de quienes nos gobiernan, de que en el corto plazo se traspase la gobernanza desde los actuales políticos hacia el mundo científico y tecnológico es una esperanza. Un cambio donde se priorice las necesidades, el bienestar de la ciudadanía en lugar de continuar con los actuales desgastes inútiles, «politiqueros», normalmente motivados por ambiciones personales. Algo de eso fue lo que ya ocurrió en muchos países en el caso de la pandemia de COVID donde los políticos de hecho dieron un paso al lado, para dejar que las gentes competentes que sabían del tema de salud asumiera a plenitud ese desafío. Y funcionó. En Chile afortunadamente eso también ocurrió.
De suceder algo similar para otras temáticas de la gobernanza, por ejemplo, en la medida que la educación nacional de los países se pueda ir planificando y modificando para preparar a la juventud a ser ciudadanos conscientes, a relacionarse en el respeto a la diversidad, viviendo con sentido los valores éticos y humanistas, alimentaremos un proceso que conduzca hacia un nuevo paradigma que nos lleva hacia un sistema socioeconómico, a una sociedad y a una cultura diferente.
Que la gobernanza surja desde los valores éticos y humanistas, sostenidos por los avances científicos y tecnológicos nos podría conducir hacia un nuevo paradigma que cambia todo el modo como nos relacionamos y como solucionamos nuestras dificultades. Todo ello requiere de visiones integrales para mejorar la Institucionalidad vigente.
El camino a recorrer es urgente: transitar desde la actual «lucha entre opuestos por prevalecer», hacia «La integración de los opuestos, en el respeto mutuo, en la diversidad, para incluirnos en una convivencia equilibrada y con sentido».
Volveremos a tratar este importante tema que vincula la urgente necesidad de ir alimentando el cambio de paradigma actual y de las esperanzas de poder hacer a tiempo esos cambios, antes de que la humanidad siga acumulando medios y amenazas que podrían significar su autodestrucción.