Hay un tema que sobre cualquier otro a nivel mundial debe ser tratado con extremo cuidado y sobriedad: la guerra mundial. No es necesario dar muchos argumentos, estamos hablando de la causa más probable de la desaparición de la vida sobre la Tierra. Al menos todos sabemos que existen acumuladas, suficientes armas nucleares como para destruir el planeta o al menos toda posibilidad de vida, animal y vegetal.
Dicho esto, hoy en día no podemos obviar el tema, por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, asistimos a una escalada permanente en el uso de armas, en las declaraciones y resoluciones cada día más peligrosas cuyo fin no aparece por ningún lado. Si esta guerra que se libra en el corazón de Europa, el continente donde comenzaron todas las anteriores guerras mundiales, no inicia un proceso de negociación y que la encamine hacia su fin, la realidad se va imponiendo... y la realidad es de extrema gravedad.
Hace pocos días y por primera vez desde el fin de la Guerra Fría y de la Unión Soviética, Rusia desplazó armas nucleares intercontinentales y tácticas hacia la zona del Báltico.
El presidente estadounidense, Joe Biden, también tiene previsto visitar Polonia para mostrar el apoyo inquebrantable de Washington a Kiev para continuar la lucha. Está claro que las conversaciones de paz dependen de Washington y Moscú, no hay la mínima posibilidad de que Kiev a un año de comenzada la invasión y la guerra, inicie conversaciones y negociaciones. Todo depende de las dos superpotencias y eso hace la situación muy peligrosa.
Un artículo de The Washington Post titulado El Pentágono busca reiniciar programas de alto secreto en Ucrania contiene información interesante sobre lo que las fuerzas de operaciones especiales de EE.UU. estaban haciendo en Ucrania en el período previo a la invasión rusa el año pasado, y qué están programados hacer allí en el futuro.
«El Pentágono está instando al Congreso a reanudar la financiación de un par de programas de alto secreto en Ucrania suspendidos antes de la invasión de Rusia el año pasado, según funcionarios estadounidenses actuales y anteriores», escribe Wesley Morgan del Post. «Si se aprueba, la medida permitiría a las tropas de Operaciones Especiales estadounidenses emplear agentes ucranianos para observar los movimientos militares rusos y contrarrestar la desinformación».
Uno de esos programas implicó el envío de comandos estadounidenses y agentes ucranianos «en misiones de reconocimiento subrepticias en el este de Ucrania» para recopilar información sobre Rusia. El otro consistía en administrar secretamente propaganda en línea, aunque, por supuesto, The Washington Post no lo describe como tal. «Teníamos gente que desmantelaba la propaganda rusa y contaba la historia real en los blogs», le dijo al Washington Post una fuente descrita como «una persona en la comunidad de Operaciones Especiales».
La explosión en la tubería que llevaba el gas de Rusia a Alemania (Nord Stream) ocurrió el 26 de septiembre de 2022 y, hasta ahora, su origen es un misterio. El prestigioso periodista Seymour Hersh publicó un trabajo en el que asegura que fue una misión coordinada entre la marina estadounidense y la Armada noruega. La Casa Blanca lo desmiente y otros renombrados periodistas norteamericanos se han sumado a las acusaciones de sabotaje por parte de las fuerzas especiales norteamericanas. En realidad, si se analiza el daño realizado, este fue directamente contra Alemania.
El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció el martes la suspensión del cumplimiento por parte de su país del Start III o Nuevo Start, último tratado de desarme nuclear aún vigente entre Rusia y Estados Unidos.
Las premisas de una escalada que lleve a utilizar armas nucleares se aceleran a diario. En los países nórdicos ya se ha distribuido a la población cartillas informativas sobre las medidas a adoptar en prevención de un ataque nuclear. No se trata de un delirio periodístico.
Otro factor fundamental a tener en cuenta es la industria armamentística, la gran beneficiaria de todas las guerras, que en este caso está aumentando su facturación en miles de millones de dólares, con cada día de conflicto. El poder del lobby de este sector es imponente, ha sido denunciado incluso por el presidente de los Estados Unidos Dwight Eisenhower durante su mandato.
¿Cuáles son los límites previsibles? La invasión rusa y el compromiso creciente de todas sus fuerzas armadas muestran uno de los límites muy claros: Rusia no aceptará nunca que por las vías que sea, por la cantidad de ayuda militar de todo tipo de la OTAN o su directa o indirecta participación en el conflicto en territorio ucraniano, la derrota militar sea una opción. Lo han dicho con todas las letras sus máximos líderes.
Si por las circunstancias que sea, en el terreno de la guerra convencional, lo consideran necesario harán uso de todo su potencial militar, incluyendo primero armas nucleares tácticas: artillería, misiles y bombardeos. Si alguien tiene dudas de esa opción, está muy equivocado.
Las pérdidas civiles y militares aumentarían en forma exponencial y sería imposible circunscribirlas al territorio del conflicto, y sería un paso adelante y sin retorno en una nueva fase de la guerra. ¿Y después qué? Sería una guerra sin ganadores.
No existe a nivel mundial, de los organismos de las Naciones Unidas, de las personalidades en el mundo, de la mayoría de la prensa, una real alerta ante esta posibilidad.
En mis más de 50 años de actividad periodística nunca desee con tanta fuerza equivocarme totalmente en esta alerta.