Angela Merkel manifestó públicamente, hace algunos años atrás, que Putin vive en su propia realidad. Durante la pandemia, Putin se aisló completamente del mundo y las personas que tenían que hablar con él, pasaban por una cuarentena de 10 días. Así el hombre extremo, pero a la vez, pragmático, con capacidad de orientarse políticamente a pesar de su decisionismo exacerbado y su tendencia a eliminar físicamente sus enemigos más visibles, cambió radicalmente hasta convertirse en un ermitaño, cuya flexibilidad mental es comparable a la de un fanático, que sólo considera su propia versión del mundo y que habita una realidad lejos de la realidad. La única diferencia con el ermitaño tradicional es que Putin controla el segundo arsenal de armas nucleares a nivel mundial y dispone de éste despóticamente, rodeado por un círculo incapaz de oponerse a sus deliberaciones.
El enemigo principal de Putin, que le quita el sueño en sus obsesiones es la democracia occidental que desprecia con todo su ser. La misma invasión en Ucrania no es más que un intento sucedáneo y desesperado de destruirla simbólicamente por el momento. Su lenguaje como «desnazificación» y sus amenazas nucleares evoca la gran victoria soviética en la segunda guerra mundial y las gigantescas pérdidas sufridas por parte de los rusos. El hermano mayor de Putin murió durante el sitio de San Petersburgo.
El efecto inmediato de la invasión ha sido un aislamiento mayor, no sólo a nivel internacional, sino que también internamente en Rusia. Sus seudo-aliados en Europa lo han abandonado, Kazajistán se niega a enviar soldados a Ucrania y las protestas en Rusia aumentan día a día a pesar de las detenciones y fuerte represión. Las sanciones aumentan, las empresas se retiran del mercado ruso, los consumidores europeos boicotean productos rusos y la solidaridad con Ucrania aumenta en todo sentido. La resistencia en Ucrania ha sido mayor de lo esperado, el ejército no se ha dividido y lucha en contra de la invasión junto con la población civil que se enrola en gran número armándose para impedir el ingreso de los rusos en las ciudades, donde la lucha es feroz. Su llamado a un golpe de Estado y a negociaciones pacíficas no ha obtenido la resonancia esperada y se ha transformado en un eco fuera de lugar.
China tiene una posición ambigua y no apoya de manera inequívoca las acciones de su aliado, absteniéndose en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU en vez de votar en contra, a la condena propuesta por los EE.UU. y la Unión Europea. China llama a un diálogo y a un cesar del fuego en un territorio donde ha hecho grandes inversiones y con un país, Ucrania, con el cual tiene estrechas relaciones comerciales. China en este sentido tiene una relación más directa con la realidad, deja las puertas abiertas, sabiendo que el tiempo juega a su favor.
Con la amenaza de poner en estado de alerta los arsenales nucleares y el haber aludido varias veces a su enorme poder de represalia en caso de intervención en la guerra o de obstrucción de sus planes, en vez de mostrar control y superioridad militar, insinúa lo contrario y precipita las contramedidas por parte de la OTAN y el Occidente. Por otro lado, el peso de la guerra en la economía rusa es considerable y esto produce un desgaste progresivo en el aparente consenso que Putin pueda tener internamente. Más del 50% de los rusos se declaran en contra de la guerra en estos momentos, la oposición crece y se manifiesta de manera más directa. Los cálculos errados de Putin indirectamente confirman su visión no compartida del mundo que lo aísla cada vez más y cada día de guerra con una fuerte resistencia en Ucrania, lo debilita y enajena en su propia e irreconocible realidad. Jamás como hoy los destinos del mundo dependen del saber juzgar, distinguir y actuar.
El error de Putin fue haber subestimado la resistencia en Ucrania. Pensó que el ejército ucranio se iba dividir o declarar «pro-ruso» y no fue así. El coraje de los civiles en Ucrania ha estimulado la oposición interna en Rusia y ha implicado también un cambio en Europa que en estos momentos está armando la resistencia ucrania con misiles antitanques y antiaéreos. La invasión ha llevado a sanciones económicas que pondrán Rusia en una crisis económica grave. El rublo se devalúa rápidamente y el país entrará en bancarrota. Es posible, además, que Ucrania entre en la Unión Europea y que se cree un ejército europeo. Los alemanes han aumentado los gastos en defensa, duplicándolos y los franceses pondrán su artesanal nuclear a disposición de toda Europa. En pocas palabras, Putin perdió su guerra, imaginándose que Ucrania reaccionaría pasivamente como lo hizo con la invasión a Crimea 8 años atrás y que la respuesta internacional sería como entonces. Pero Ucrania bajo el gobierno de Zelensky se convirtió en un pueblo-nación capaz de defender su futuro, independencia y soberanía nacional y Europa crea las bases de una defensa única para toda la Unión.