Desde siempre la mujer ha jugado un papel muy importante en la cocina, siendo tradicionalmente las madres y abuelas las encargadas de cocinar. Tras su incorporación en el mercado laboral, lo normal es compartir las tareas del hogar y la paridad en la organización de la casa y la cocina.
Pero esto no es siempre así, podemos observar que en el mundo de la alta cocina reina la testosterona masculina. Cada vez son más las cocineras que trabajan por y para alimentar sus pasiones y mostrar al mundo de lo que son capaces, aun así, resulta complicado encontrar mujeres regentando restaurantes de renombre. No es fácil brillar en la alta cocina y mucho menos siendo mujer.
Aproximadamente, solo un 10% de los establecimientos españoles galardonados por la Guía Michelin están a cargo de una mujer, y sin embargo, representan el 50% de los asalariados en el ámbito gastronómico.
Marie Bourgeoise y Eugénie Brazier fueron las primeras en recibir el considerado por cocineros y medios como la máxima distinción culinaria, las tres estrellas Michelin. Desde ese momento han pasado 88 años y solo 11 mujeres más han conseguido ese honor. Por lo que, a día de hoy, únicamente 11 de los 119 restaurantes «triestrellados» en el mundo tienen una jefa de cocina.
Elena Arzak fue la primera cocinera española galardonada con las tres estrellas; además, en el año 2012 la organización 50Best la declaró mejor chef del mundo, lo que marcó un punto de inflexión en su carrera. Tras ella llegó Carme Ruscalleda que se ha convertido en la mujer con más estrellas del mundo, contando con un total de siete y siendo un gran referente en la gastronomía. Ellas allanaron el camino a muchas otras, hoy nos suenan nombres como Susi Díaz, Begoña Rodrigo y Lucia Freitas, por nombrar a algunas, mujeres que regentan sus restaurantes y triunfan en un mundo claramente dominado por el sexo masculino, demostrando su valía con talento y esfuerzo.
En octubre de 2018, en una reunión de amigas cocineras nació MEG (Mujeres en la gastronomía), movimiento de espíritu colaborativo con el objetivo de impulsar la visibilidad de la mujer en la gastronomía, respaldando el talento femenino e impulsando nuevos proyectos empresariales, académicos y científicos. A la cabeza de este proyecto se encuentra María José San Román, chef y restauradora, galardonada con una estrella Michelin, dos soles Repsol y propietaria de seis restaurantes y una panadería.
La asociación pretende ser un referente en la búsqueda de la visibilidad de la mujer y de la igualdad de géneros en el campo gastronómico. Intentando que la paridad se materialice en el día a día del sector, pretendiendo romper estereotipos establecidos, diagnosticando situaciones de desigualdad e impulsando el liderazgo femenino.
Pero no solo en España surgen asociaciones de este tipo. En argentina podemos encontrar M.I.G.A. (Mujeres Impulsoras de la Gastronomía Argentina), creado con el fin de visibilizar el papel de las mujeres en la gastronomía del país. Este proyecto nació en el año 2019 de la mano de las cocineras Florencia Barrientos Paz y Raquel Tejerina, y las periodistas gastronómicas María De Michelis y Graciela Guiñazú.
En el año 2018, los datos del EPA indicaban que las mujeres representaban un 53% de los trabajadores en el sector gastronómico y de todas ellas, solo un 7% trabajaban en la alta cocina, siendo jefes y recibiendo conocimiento. En el año 2022 hemos llegado al 10%. Cada vez más mujeres toman el mando y se ponen al frente de sus negocios, siendo además premiadas por ello.
Aún queda mucho camino que recorrer y muchas puertas que abrir para que el sueño del empoderamiento femenino y de la igualdad en la cocina sean una realidad. Se necesita el apoyo de toda la industria gastronómica para que más mujeres destaquen, reciban ascensos o puedan tener su propio negocio. Se trata de incentivar el talento y la igualdad de género. El triunfo se consigue con trabajo y esfuerzo, lo que no debería importar es el sexo de la persona, algo que se conseguirá con el tiempo. No debemos olvidar que la cocina es ingrediente, pasión, trabajo y conocimiento, algo de lo que las mujeres vamos sobradas.