Sábado. 9 de la mañana. Busco fotos de cheat meals mientras pienso en comerme una buena hamburguesa. A las 9 de la mañana, sí. Mientras le doy mordiscos a una manzana, sí. Pero las fotos son demasiado apetecibles y ahora solo quiero una de esas hamburguesas que rebosan calorías, grasas, muchas cosas insanas pero también felicidad (o eso es lo que pienso).
En el mundo de la nutrición y el fitness, el concepto de cheat meals o comidas trampa ha ganado popularidad en los últimos años. Ir al gym y disfrutar de un buen «ñam» después. Hacer deporte y llevar una alimentación healthy y equilibrada pero teniendo ese hueco para una comida trampa semanal en la que te zampas lo que más te gusta sin contar calorías y sin apenas masticar porque le tienes tantas ganas a esa hamburguesa, pizza, hot dog o dulce que lo engulles como una pitón a su presa.
Las cheat meals se han convertido en una forma controvertida pero atractiva de equilibrar las restricciones dietéticas con los deseos culinarios pero ¿son buenos estos momentos de trampa que nos generan tanto placer?
La idea que hay detrás de las cheat meals es darle una pausa a las restricciones dietéticas y permitirnos disfrutar de nuestras comidas favoritas de vez en cuando. Comidas que suelen incluir opciones poco saludables, ricas en calorías, carbohidratos, grasas saturadas y muchos aditivos tentadores.
No hay nada más placentero que disfrutar de una comida calórica e insana y esto tiene una explicación. Según un estudio del National Geographic, comer alimentos grasos y con azúcar pueden aumentar la dopamina en el cuerpo hasta un 200% por encima de los niveles normales, un aumento similar al observado con la nicotina y el alcohol.
Por ello, si hablamos de beneficios de las comidas trampa, el principal sería la satisfacción psicológica. Seguir una dieta más o menos estricta a menudo puede llevarnos a sentimientos de privación, y las cheat meals pueden ser la forma de aliviar esa sensación y evitar que la dieta se sienta como una carga constante.
De hecho, según un trabajo publicado en el Journal of Consumer Psychology, las cheat meals funcionan bien para aquellas personas que ven estas comidas como una recompensa después de una dura semana de trabajo o entrenamiento y son capaces de no excederse y seguir haciendo deporte. Es esa motivación que necesitan para seguir entrenando sin comprometer la dieta durante el resto de días.
Por otro lado, en el mundo de la musculación, las comidas trampa también están relacionadas con el llamado dirty bulking que tan de moda está. Consiste básicamente en aumentar volumen ganando masa muscular pero también grasa. Por ello, las cheat meals pueden ser esos festines que equilibran los objetivos dietéticos y de fitness con nuestros antojos.
Sin embargo, es importante evitar que estos días trampa se conviertan en algo regular que dificulta el progreso. Hay que tener en cuenta que elegir opciones de cheat meals ricas en calorías pero pobres en nutrientes puede tener un impacto negativo en la salud a largo plazo, por lo que una estrategia inteligente puede ser optar por opciones más moderadas. Si se incorporan de manera sensata y consciente, pueden proporcionar satisfacción psicológica y ayudar a mantener la adherencia a una dieta a largo plazo.
El concepto de comida trampa también está muy ligado a las redes sociales, donde los hashtags #CheatDay y #CheatMeal gozan de popularidad, siendo utilizados cerca de 4 millones de veces en publicaciones de todo el mundo. ¿Acaso compartir nuestros cheat days nos hace sentir menos culpables? ¿Y por qué tenemos que sentirnos así siquiera? ¿Puede ser que el hecho de llamarse cheat meal le otorga a esta comida más connotaciones negativas de las que realmente debería tener? ¿Tenemos que castigarnos si hacemos más de una comida trampa a la semana? ¿O es mejor pecar un poco pero varias veces que arruinar todo el esfuerzo semanal en una sola cena?
Comer tiene que ser un placer siempre, no solo ese día en el que intentas satisfacer tus deseos culinarios «prohibidos» y acabas con hinchazón, ardor y una digestión pesada. Como con cualquier aspecto de nuestra vida, la moderación y el equilibrio son la clave para un enfoque saludable y sostenible.
Yo, por ejemplo, ya me he terminado la manzana y ahora me voy a por una hamburguesa. Al final, se ha quedado buen (cheat) día.