Es de todos conocido que lo único que todos y cada uno de nosotros tenemos asegurado en la vida es su contraparte: la muerte. La muerte es nuestro destino final; pero no solo el de usted y yo; lo es, lo fue y lo será, el todos y cada uno de los seres vivos que habitamos el planeta en este momento, lo fue el de los que murieron en el pasado o lo será el de los que nacerán en el futuro. Incluso, lo será, en un momento, esperemos que, muy distante, el de nuestro planeta y el de todo lo que haya existido.
Pero, perdonando la redundancia, fuera y más allá de ese destino ineludible de todo lo que existe, de todo lo que existió y de todo lo que existirá. ¿Existe algún otro destino que no esté predeterminado por la muerte o la destrucción? Cambio de preguntas y de razonamientos. ¿Fuera de la muerte y la destrucción, existe algún otro destino predeterminado? ¿Podemos predeterminar nuestro destino? ¿Estamos predeterminados por el destino?
Yo creo que la respuesta a las tres preguntas depende de una sola cosa, depende de la causalidad. Esa «ley en virtud de la cual se producen los efectos». Ese efecto irresistible justo como el de un hado (fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos). Eso que «causa, origina o principia» un «encadenamiento de los sucesos considerado necesario y fatal». Sin importar la «circunstancia de serle favorable o adverso a alguien o a algo». Esa relación entre causas y efectos constituye en sí misma un principio natural. El principio de causalidad.
No obstante, hay personas que literalmente piensan que «el destino (también llamado fatum, hado o sino) es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad»; es decir, que el destino está predeterminado o que hay predeterminación en el destino. Basados en la falsa creencia de que se puede «determinar o resolver con anticipación algo»; pero triste y lamentablemente, eso no es más que, una falacia. ¿Por qué?
Usted puede «decidir algo» con anticipación; usted puede «establecer o fijar algo»; también, usted puede «señalar o indicar algo con claridad o exactitud»; incluso, usted puede «ser la causa de que algo ocurra o de que alguien se comporte de un modo determinado» y, de igual forma, usted puede «hacer que alguien decida algo». Lo que, usted nunca podrá hacer es «despejar la incertidumbre sobre ello» anticipadamente. Simple y sencillamente porque: física, matemática y literalmente, usted no podrá «hacer que algo tenga lugar antes del tiempo señalado o previsible, o antes que otra cosa».
Y eso es así porque el tiempo y el espacio (espacio-tiempo) se mueven un continuo. Y ese movimiento es irreversible; siempre en una misma dirección: del pasado, al presente y de ahí al futuro (flecha del tiempo). Con tres características adicionales: el pasado es inmutable, no se puede alterar; el presente es un instante, al momento de que usted lea esto, ya pasó, física y literalmente ya es pasado; el futuro es incierto, física y literalmente nadie, ni nada lo puede predecir, solo anticipar. En otras palabras, usted únicamente podrá comprobar lo que decidió anticipar hasta que haya ocurrido, para bien o para mal.
Y eso no es predeterminación, es causación: «acción y efecto de causar». Accionares cuyos efectores no están determinados por el destino, sino por leyes y principios matemáticos, físicos y químicos. Mismos principios que rigen el mundo, la naturaleza y el universo.
Y, lo que es más importante, efectores que están determinados, no por la acción de una sola persona, sino por la acción de todos los hechos y acontecimientos que ocurrieron y concurrieron antes y previos a esa acción. Hechos, acciones y acontecimientos que usted, sin duda alguna, no podrá corregir, ni modificar: porque ya pasaron.
O sea que, usted puede aprender de la historia, puede aprender de sus errores; puede aprender de los errores de otros, puede querer corregirlos, incluso puede anticiparlos y puede querer tratar de evitarlos. Pero cierta y definitivamente no podrá hacerlo (evitarlos), si es que la cadena de eventos y acontecimientos que ocurrió en el pasado (previo al evento que usted quiere anticipar) lo conduce por efecto de las causas-efectos previos al evento que usted quiere evitar, aunque lo anticipe. Y eso no es destino, es causalidad; así de simple.
Pero no se desilusione; aunque las acciones futuras no se pueden evitar por el efecto de las causas pasadas que las originaron, hay algo que usted si puede hacer aquí, hoy, en el presente, al momento de leer esto. Usted puede lograr que el futuro sea otro, para usted y para otros (disculpen la redundancia). ¿Cómo? Procurando modificarlo aquí, hoy, en el presente, al momento de leer esto; para para usted y para los otros, con sus acciones a partir de este instante. Encausando esas acciones para que el futuro forme un pasado que conduzca al efecto que usted quiere causar. Y a eso sí podemos llamar predeterminación.