En el artículo anterior desarrollé la perspectiva de la región, tomando como enfoque la situación de Siria, Yemen, Libia e Irán, mencionando un poco la participación de otros actores globales y regionales en la situación que acontece. En esta oportunidad he de elaborar otros temas cuyo desarrollo será importante de ver dentro de la zona para entender la prioridad y los alcances que pueda tener para la estabilidad, continuidad de los conflictos existentes y el inicio de otros nuevos.

Claro está que, como cualquier análisis que traiga consigo relaciones humanas, lo planteado acá son posibles escenarios donde el cambiante entorno podría endosarle cambios sin mucho aspaviento.

Palestina e Israel

En el artículo mencionado, marcaba algunos elementos que considero se podrían mantener por un tiempo más. En primer lugar, la división interna que los mantiene en una interminable lucha de poder podría acabar o modificarse con el fin de la era del actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen, ya que, al igual que con el fin de Arafat, debió impulsar un cambio que continuara con el proyecto palestino desarrollado desde inicios de los 90, cuando se les dio un mayor reconocimiento político de importancia.

El segundo tema, no menos importante, que sigue estando pendiente para la causa palestina es que han sido relegados a un lugar poco trascendental en la actualidad de la región. Con los «Acuerdos de Abraham» entre países del Golfo e Israel, el tema palestino perdió centralidad, tanto así que, en septiembre de 2020, el gobierno de Ramala, a través de su representante ante el bloque regional, Muhanad Akluk, realizó una solicitud formal de condena por la normalización de estos países árabes con Israel, ante lo cual el bloque regional de la Liga Árabe se abstuvo de adoptar dicha resolución.

Los citados acuerdos, que han sido promovidos desde el gobierno saliente del presidente Trump, generaron un cambio en el paradigma de las relaciones árabes-israelíes, que antes estaban supeditadas a la solución del conflicto palestino para impulsar la normalización. Ante las nuevas amenazas que contempla el mundo árabe, directamente Irán y, de algún modo, la influencia del eje «turco-qatarí», la alianza con Israel les asegura un enroque militar que les da cierta tranquilidad; además de apoyo tácito que, eventualmente, podrían recibir por parte del gobierno estadounidense para generar un movimiento que equilibre sus intereses en la región.

El cambio de gobierno en Washington le da cierta esperanza a los palestinos de contar con un presidente norteamericano que tenga un poco más de empatía en su agenda y les devuelva un poco del protagonismo que fue, sin duda, perdido en la gestión Trump, para brindarlo con mayores impactos a su relación con Israel.

Es posible que el nuevo mandatario norteamericano decida reactivar el apoyo económico a organizaciones asociadas con los palestinos como la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que había dejado de ser financiada por el gobierno estadounidense ante la negativa de Trump de reconocer el número de refugiados que esta organización señala que existen hasta la fecha: poco más de seis millones, según los datos de la organización, que tiene parámetros muy particulares para la designación de la cualidad de refugiado tal y como lo explicaba en un artículo de 2018.

También, con Biden es probable que se retome el diálogo que impulse la solución de dos Estados, enterrando el Acuerdo del Siglo de Trump, aunque no todo fue perdido si se ve en su contexto de dónde se desprenden los «Acuerdos de Abraham».

El tema palestino sigue siendo un gran pendiente en la región que no se resolverá en el 2021, sino que, dependiendo de lo que pase con los líderes palestinos, puede que más bien descalabre la situación interna a un plazo mayor, impidiendo tener relevancia en el entorno regional o en la agenda global.

Sin duda, con Biden esperan grandes cambios, pero lo que ocurra internamente tendrá un papel dominante sobre los alcances de cualquier proyecto que se pretenda sentar a negociar o imponer a Israel y el gobierno de Netanyahu, que puede no sea tan cercano al del presidente electo, pero que sigue teniendo una relación con él de años, y con Kamala Harris, que tiene un vínculo importante con el lobby judío sionista del país el AIPAC, pese a la idea de que veían a un gobierno demócrata cerca del lobby judío progresista J-STREET, por lo que la política de Trump con Israel se verá modificada, pero no dañada de ninguna manera, ya que para los gobiernos tradicionales norteamericanos de los dos partidos históricos es su aliado más firme en la volátil región que se mueve mucho más a base de intereses.

Incertidumbre en el «País de los cedros» (Líbano)

Es probable que el 2021 no sea el año de los grandes cambios en el Líbano, al menos no positivos. Este es un país que sufre actualmente la corrupción de algunas de sus figuras públicas, y donde el extremismo y sectarismo están a la orden del día; un país que, como diría en una entrevista, realizada en agosto de 2020, el Señor Mousse Shehade Mrad, argentino-libanés: «no es un país pobre sino empobrecido».

La crisis económica ha sido nefasta, con la tercera deuda pública más alta del mundo y con desempleo del 25% de la totalidad de la población trabajadora, más los efectos de la explosión que sufrió Beirut en el mismo mes de agosto, aumentando las tensiones sobre los actores externos que tienen participación en la situación libanesa y con los problemas políticos que vive el país.

Líbano es una pieza importante en los intereses de explotación gasífera en el Mediterráneo Oriental y, a través del apoyo estadounidense, se logró concretar una reunión con Israel para poder llegar a un acuerdo sobre la explotación de recursos en esta zona. Encuentro que estuvo apoyado por casi la totalidad de las fuerzas políticas del país, incluyendo el movimiento Amal, donde confieren fuerzas chiitas moderadas y, a la vez, partidarios del grupo islamista Hezbollah, con el apoyo indirecto de Irán para evitar mayores sanciones.

La posibilidad de que Biden negocie con Teherán y suavice las medidas restrictivas, aumenta el temor de que el sectarismo se siga haciendo más pronunciado en el país, de que eventualmente la agenda política estadounidense con el Líbano dependa de alguna forma de la visión Demócrata del conflicto palestino-israelí y, además, de que la geopolítica norteamericana con respecto al «País de los cedros» se estanque en ese tópico importante para Beirut, pero no trascendental para los intereses generales de estos.

«Erdoğanismo» a la carta

El gobierno de Erdoğan seguirá siendo cada vez más claro respecto a hacia dónde quiere llegar. El islamismo político implementado por el presidente turco es cada vez más pronunciado, tanto a nivel interno como en su política exterior.

Su alianza con Qatar le ha salvado económicamente para poder llevar a cabo movimientos militares con ocupación de territorios en Libia y Siria, además le ha abierto las posibilidades de poner en un claro riesgo la estabilidad de Egipto, que ha marcado un límite a los alcances políticos turcos cercanos a los Hermanos Musulmanes que puedan poner en riesgo la estabilidad del gobierno en el Cairo.

Turquía, bajo esta política de su presidente, seguirá entrometiéndose en otros temas de la región, así como también ha comenzado a gestar alianzas con otros países de la zona y la influencia del gobierno en Ankara, que los lleva a tener políticas fuertes que son la sensación entre el mundo árabe (pese a que Turquía no es un país árabe), tal y como lo señalaba una encuesta destacada por el diario islamista turco Yeni Şafak, donde el presidente turco obtuvo 51% de aprobación entre la juventud árabe musulmana como el líder más influyente de la región.

Parece una encuesta sin sentido, pero, definitivamente, demuestra que las dotes de liderazgo religioso por parte del presidente turco, además de sus acciones políticas, son aceptadas por un mundo árabe carente de liderazgos fuertes, principalmente aquellos del Levante y el Magreb y que ven en el presidente turco un referente para asumir el papel de líder del mundo musulmán en general.

El 2021, si no hay algo que golpee a lo interno a Turquía, seguirá siendo igual en cuanto a sus acciones relacionadas con la situación en países como Libia, Siria, la influencia en los territorios palestinos, el entrometimiento en la situación libanesa y su competencia contra Arabia Saudita por la influencia islámica sobre Meca y Medina, así como su discusión con el gobierno israelí con el interés de transformarse en el guardián religioso de la explanada de las mezquitas (Haram Esh Sharif) y su sentimiento de islamización, que llevó al gobierno de Ankara a islamizar la Hagia Sophia en una muestra de fuerza contra el cristianismo oriental.

Esto, más la práctica del mercenarismo, que le ha llevado a institucionalizar grupos de yihadistas al estilo de la Guardia Revolucionaria de Irán, pero con un alcance mercantilista e ideológicamente islámico, se encuentra detrás de la aparición de SADAT A.S. International Defense Consulting, que «tiene como objetivo establecer la cooperación entre los Países islámicos en el sentido de industrias militares y de defensa, con el fin de ayudar al mundo islámico a tomar el rango que se merece entre las superpotencias globales como potencia militar autosuficiente, entregándoles los servicios relacionados con la organización de Fuerzas Armadas, consultoría de defensa, entrenamiento militar y artillería», poseyendo, además, apoyo de la inteligencia turca (MIT) y con presencia en el extranjero similar a las Fuerzas Quds iraníes.

Resumen final

El resto de los países de la región seguirán en una dinámica similar a la actual. Por ejemplo, en el Magreb, el gobierno de Mohammed VI de Marruecos seguirá en su política de represión y enfrentamiento contra la población saharaui que, desde finales de los 70, lucha por su autodeterminación y el gobierno de Rabat no lo permite porque proclama la existencia de un territorio histórico que incluye las regiones reclamadas por la denominada República Árabe Saharaui Democrática.

La reactivación económica seguirá siendo un tema importante a nivel global y en la región ni se diga. Los efectos económicos ocasionados por la pandemia se mantendrán latentes mientras no haya una disminución de los casos o una forma médica de contrarrestar los efectos.

Los temas de conflictos mantendrían una dinámica similar y, lo que quizás habría que tomar en consideración, es la respuesta de los actores de estos en el agravamiento de sus acciones o la conservación de un estatus similar, o que al menos administren de una manera más responsable los picos de violencia que se puedan estar dando.

En el transcurso del 2021, como ya se ha hecho costumbre, seguiré desarrollando los temas acá abordados de una manera un tanto «superficial», con el evidente compromiso de ahondar aún más conforme se vaya dando una evolución que amerite crear nuevos contenidos al respecto.

Notas

BBC. (2020). Lebanon: Why the country is in crisis. Agosto, 5.
France24. (2020). Líbano: la explosión en el puerto de Beirut sembró el caos en los hospitales. Agosto, 4.
Kampeas, R. (2020). 5 Jewish things to know about Kamala Harris. The Jewish News of Northern Carolina. Agosto, 11.
Karmon, E. (2020). Erdogan construye sus propios guardias islamistas, ¿con Palestina como principal objetivo?. Infobae. Noviembre, 30.
Vohra, A. (2020). If Biden Wins, Lebanon Is Afraid of Losing. Foreign Policy. Noviembre, 2.
Yeni Şafak. (2019). Erdoğan most popular world leader among Arab youth: Poll. Junio, 24.