Los tiempos que vive Venezuela en medio de la cuarentena por la pandemia mundial del Covid-19 son de una clara aceleración de la crisis que generó el modelo chavista desde 1999 y que se convirtió en una caída en lo económico desde la llegada al poder Nicolás Maduro en el 2013. El presente no se parece para nada al deterioro silente del año 2018 y de la segunda mitad del año 2019 cuando bajó la movilización política opositora ante el fenómeno Juan Guaidó. En aquel entonces por lo menos se tenía gasolina en los estados no fronterizos, aunque ya la electricidad y el agua comenzaban claramente a desaparecer (lo que la democracia había hecho normal el socialismo lo volvió un lujo).
La carencia actual de combustible en Venezuela, donde solo el 25 % del parque automotor nacional puede abastecerse y después de hacer colas en las que puedes pasar como mínimo 24 horas, es un factor que lleva a la paralización del país. Y si no se paraliza por lo menos no se podría levantar la cuarentena, porque generaría un caos o la imposibilidad de desarrollar la vida diaria de las mayorías. Esta es la razón que la gente en la calle repite: «a menos gasolina, más casos de coronavirus», para seguir en cuarentena la cual se extendió por segunda vez hasta junio. A continuación ofreceremos un análisis de los hechos que han sido noticia en este último mes en Venezuela en torno a esta agudización de la crisis, de modo que podamos intentar comprender para dónde va el país.
Lo primero es que si el problema de la escasez de la gasolina en un principio se quiso mostrar desde el régimen como algo temporal y que en parte se hacía por la cuarentena, ya no hay duda que la misma es de un profunda gravedad causado por la paralización de las refinerías que a su vez se debe a un largo proceso de deterioro que comenzó con la política chavista de expulsar de Petróleos de Venezuela (PDVSA) a 20.000 profesionales y abandonar la política de mantenimiento y meritocracia. La escasez de la gasolina no es un asunto exclusivo de las sanciones, sino de la caída de la producción petrolera. Y como todo lo que ocurre en la Venezuela «gobernada» por Nicolás Maduro: toda carencia pasa a transformarse en un negocio para la oligarquía («enchufados») y termina fortaleciendo la lealtad de los mismos. El mejor ejemplo es como hoy el acceso a la gasolina es un privilegio de esa minoría, y los cuerpos represivos le han «subido» el precio de manera informal al ser los que controlan su distribución. Venezuela pasó de tener el combustible más barato al que lo tiene más caro aproximadamente.
La caída de la producción se ha intentado suplir con la importación, pero las sanciones del Gobierno de los Estados Unidos que comenzaron en el 2019 y que se han ido fortaleciendo, ha hecho que muy pocos países estén dispuestos a mandarnos combustible. Irán ha asumido esta tarea ante su propia necesidad de ingresos ya que el Estado venezolano (señalan diversas fuentes noticiosas como la BBC) lo está pagando con oro. No por ello ha iniciado un conflicto legal contra el Reino Unido para que descongele en oro que tiene en bancos británicos. Algunos han hablado de posibles choques en el Caribe por este envío de buques iraníes, pero creemos que Estados Unidos no hará nada, debido a ser un año electoral y Donald Trump no quiere meterse en problemas de difícil solución. Cuando mandamos este artículo los buques están por llegar a aguas territoriales, dependiendo de la reacción de los EEUU se podrá confirmar la creencia que una solución a la tragedia del pueblo pueda ser o no por vía de una intervención violenta norteamericana que por ahora ni siquiera se plantea salvo en la propaganda oficialista. En lo que respecta a esta propuesta en la oposición solo María Corina Machado en los últimos días ha hablado de la necesidad de la misma, pero por vía de una coalición.
Al menos el problema de la gasolina no ha afectado la distribución de alimentos, aunque esto no significa que el hambre se haya reducido, porque la hiperinflación se mantiene y la devaluación del dólar también (para el 20 de mayo ya superó los 200 mil Bs por dólar). Más el terrible problema de las mayorías que viven del día a día y que con la cuarentena no tienen ese ingreso. Se aumentó a finales de abril el salario mínimo en un 100% y se retomó el control de precios pero dolarizada, y al ver los precios que se fijaron el nuevo salario solo serviría para comprar 15 huevos. ¿Quién puede comer? ¿Cuánto tiempo se puede seguir así?
El coronavirus en Venezuela, si seguimos las cifras oficiales, las cuales consideramos no parecen alejarse de la realidad, porque de lo contrario sería evidente el colapso del ya precario sistema de hospitales, para el 21 de mayo está en 824 infectados y el número de fallecidos se mantiene estancado en 10 personas desde el 21 de abril. No negamos que la primera víctima de los autoritarismos es la verdad y que se ha denunciado el hecho de un bajo número de exámenes, pero consideramos que sería imposible de ocultar. Algunos creen que la razón de las bajas cifras es porque la crisis que sufrimos ha llevado a una bajísima circulación interna y poca comunicación con el mundo exterior. Es decir, el chavismo nos viene acercando al estilo de vida de las naciones africanas subsaharianas o las terribles Cuba y Corea del Norte. Cual Europa en la Edad Media nos vamos quedando aislados pero esto parece que nos ha protegido de la pandemia.
El incremento del autoritarismo no se detiene, a las prácticas que explicamos en la anterior entrega (mantenimiento de presos políticos, mayor presencia de cuerpos represivos en las calles, toques de queda en todos los estados fronterizos y algunos que no lo son, el cual comienza a las 2 de la tarde y dura hasta la mañana siguiente); el 3 de mayo se dieron unos hechos que no están nada claros. Según la versión del Gobierno se realizó la «Operación Gedeón» que supuestamente pagó Juan Guaidó y el «Gobierno interino» que representa. Los noticieros del régimen señalan que buscaba secuestrar a Maduro y altos personeros y al ser descubiertos en la playa de Macuto (litoral central más cercano a Caracas) se dio un enfrentamiento en la que asesinaron a 8 «terroristas» (todavía no se sabe sus nombres) y después se apresaron más de 20 «inmersos en esos actos». A partir de este momento las amenazas con encarcelar a Guaidó aumentan. Diosdado Cabello (el segundo en el poder) amenazó con prisión a los miembros de la Academia de Ciencias que presentaron una investigación sobre el Covid-19 en el país. De ser cierto lo de la «Operación Gedeón» en Venezuela el conflicto estaría cambiando porque ahora la acción violenta por parte de la oposición comenzaría por primera vez a plantearse; y si hay gente dispuesta a morir por ello, las cosas se ponen realmente feas. El país retrocedería a la década de los sesenta cuando existieron las guerrillas, pero de muy distinto signo.
El 19 de mayo, la empresa que representaba el 40 % del mercado de televisión por cable: DirecTV abandonó Venezuela por un conflicto con el Estado venezolano. Maduro no aceptó que dicha empresa, que es estadounidense (AT&T) quisiera sacar dos canales venezolanos (Globovisión, el cual fue comprado por un empresario ligado al chavismo y el canal de PDVSA) obligada por tribunales de EEUU que acusan a los mismos de estar vinculados con corrupción. De inmediato DirectTV liquidó laboralmente a todos sus empleados y cerró las transmisiones. El impacto en la opinión pública fue muy importante, porque era un servicio que llegaba a los sectores populares, de manera que el venezolano pierde ahora un medio para informarse, formarse y divertirse. Se suma una nueva carencia en la vida de las mayorías a todas la que ha ido padeciendo desde hace más de 6 años.
Todos estos hechos parecieran confirmar con mayor fuerza algo que se viene diciendo y comprobando desde hace tiempo: al régimen chavista solo le importa mantenerse en el poder, lo demás es secundario. Entonces, ¿quién se preocupa por este rápido deterioro de las condiciones de vida de las mayorías venezolanas además de los que las padecen? Podré pecar por exagerado, pero veo la misma actitud en el resto del mundo que se ha tenido con las grandes tragedias de la historia. Solo una fuerte presión migratoria - no la estoy proponiendo, es una observación - que afecte el equilibrio y la paz del resto de los países, podrá mover a la conformación de una coalición que presione para al cambio. Es algo necesario y urgente para salvar millones de vidas. La otra gran certeza de esta agudización de la crisis es que ya las víctimas de este régimen no pueden liberarse por sí solas. No por ello deben quedarse con los brazos cruzados sino luchar por todos los medios moralmente posibles, y clamar al resto de la humanidad para que apelen precisamente a su condición de seres humanos.