Analizar los datos, identificar las estrategias y sobre todo los errores, comparando país con país, nos aportará una idea precisa de quienes lo han hecho bien y quienes lo han hecho mal. Especialmente en los países, donde existen los recursos materiales y culturales necesarios para poder elegir. Las preguntas son muchas y conciernen al sistema sanitario, público o privado, al sistema político, la cultura local, ideología de los gobernantes, espíritu pragmático y capacidad de implementar soluciones programadas, adaptándolas a la situación contingente. En esta perspectiva, podemos ya afirmar que países como Japón, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, junto a Nueva Zelanda y Canadá han obtenidos resultados importantes y que otros, como EEUU, Brasil y México, por el contrario, se encuentran en la situación opuesta. En Italia y España hemos visto atrasos e incapacidad de ejecución y planificación. En el Reino Unido y Suecia un cambio de paradigma y en Alemania, por el momento, observamos una política que se ha mostrado eficaz.
Uno de los elementos que rápidamente se manifiesta como ventaja, siguiendo lo que se hace y no se hace para combatir la pandemia del Covid-19, es la flexibilidad mental, la agilidad de poder intervenir velozmente y poder redefinir las medidas sin temer caer en contradicciones y contando con la participación y apoyo informado de la gente. Unas de las tantas barreras que se evidencian son: la burocracia, contaminación ideología y veleidosa necesidad de aparecer y dominar la opinión pública sin ofrecer soluciones válidas. En realidad, la pandemia ha dejado desnudos en su impotencia a líderes no preparados y sistemas sociales paralizados por conflictos internos e incapaces de funcionar efectiva y comunitariamente.
Viktor Orbán en Hungría se acaparra el poder y suspende la democracia, Donald Trump en su impotencia e incapacidad ataca la Organización Mundial de la Salud y propone el uso de medicinas maravillosas, cuyo efecto en relación al Covid-19 no ha sido demostrado. Boris Johnson en el Reino Unido trata de brillar con soluciones poco convencionales y fracasa rotundamente en el intento. La lista de atrocidades hechas por políticos de todos los tipos es casi infinita y sin embargo en algunos pocos lugares, las intervenciones funcionan y protegen la población casi sin alardes y esto sucede, especialmente, cuando los políticos con madurez saben que es el momento de actuar en conjunto, de escuchar, aprender y dejar espacio a los expertos.
La que sorprende siempre es que los políticos son elegidos y hoy esta tragedia de enormes proporciones, que nos cambiará la vida, nos ha demostrado cuán ciegos somos al elegir nuestros gobernantes y cuán lejos se encuentran estos últimos del bien y sentido común, como para llegar a ser considerados sabios estadistas y competentes en sus funciones. Desgraciadamente, esta crisis, que no tiene precedentes, desembocará en un desastre económico y nuevamente podremos apreciar la incompetencia e intereses personales y la arbitraria ley que rige el momento. Uno de los tantos resultados e implicaciones de esta enorme prueba, que no ha sido exclusivamente sanitaria, será un cambio radical en el orden mundial con su eje visiblemente inclinado hacia el este.