Leí un artículo de Chris Patten titulado en español La democracia liberal y sus enemigos. Donde el autor inicia con este par de párrafos
Cuando el dramaturgo alemán Bertolt Brecht escribió que «todo el poder viene del pueblo», luego formuló la pregunta importante: «¿Pero a dónde se va?». El logro notable de la democracia liberal en los cincuenta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial fue responder a esa pregunta de una manera que promovió el consenso social y la solidaridad
Para mí, confirmando lo que dijo Bertolt Brecht, sin demeritar, me parece que lo dicho por Chris Patten, es una falacia ideológica. Primero porque lo correcto sería decir «el logro notable de la democracia». Y si quería añadir un calificativo, este debió ser «representativa», no «liberal».
Ya que la democracia representativa se ejerce a través de representantes surgidos de elecciones libres y periódicas. Es decir, acorde con el concepto de Bertolt Brecht de «todo el poder viene del pueblo».
En tanto que la democracia liberal se basa en el reconocimiento de los derechos individuales y se ejerce a través de los representantes políticos de los ciudadanos. En otras palabras, no promueve en manera alguna el «consenso social y la solidaridad», como afirma Chris Patten.
Por lo que me gustaría traer a colación otro artículo escrito por Joseph E. Stiglitz titulado El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia. Que inicia con estos otros dos párrafos:
Al final de la Guerra Fría, el politólogo Francis Fukuyama escribió un famoso ensayo titulado «¿The End of History?» [¿El fin de la historia?], donde sostuvo que el derrumbe del comunismo eliminaría el último obstáculo que separaba al mundo de su destino de democracia liberal y economía de mercado. Muchos estuvieron de acuerdo...
Hoy se demuestra que Fukuyama estaba equivocado, por las razones equivocadas. El derrumbe del comunismo no eliminó el último obstáculo que separaba al mundo de su destino de democracia liberal y economía de mercado. Simple y sencillamente porque lo que antes era comunista, salvo por contadas excepciones como Cuba y Venezuela. Se volvió y convirtió en liberal, a su manera.
Así las cosas, como bien señala Patten, «China, (es) hoy la economía más grande del mundo en términos de paridad de poder adquisitivo, distorsionó las reglas del mercado internacional para beneficio propio».
Por otro lado, como bien señala Stiglitz, «hoy la credibilidad de la fe neoliberal en la total desregulación de mercados como forma más segura de alcanzar la prosperidad compartida está en terapia intensiva, y por buenos motivos. La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando la democracia».
Lo cual irónicamente también significa, distorsionar las reglas del mercado internacional para beneficio propio. De nuevo, así las cosas, ¿cuáles son las verdaderas amenazas a la economía y la democracia liberal alrededor del mundo?
La verdadera y real democracia, ya que si «todo el poder viene del pueblo». Y el poder político es ejercido por los ciudadanos como declama la definición. Entonces el reconocimiento de los derechos ciudadanos no se basa en el individualismo sino en el colectivismo. Y la toma de decisiones; así como, el Estado de Derecho, también sería el todos, no, nunca, para el individuo.
Conclusión y corolario la verdadera y real democracia se ve amenazada por el liberalismo. Las libertades individuales, aunque parezca contradictorio, se defienden a través de la generalidad. Si todos tenemos los mismos derechos, todos nos sentimos igual de representados. Ese es el verdadero y real significado de un Estado de Derecho.
De nuevo, así las cosas, ¿tenemos alguna alternativa? ¡Para afrontar a los nuevos enemigos de la democracia moderna! Efectivamente, ¡Siempre hay una! Hoy día, en pleno siglo XXI la mejor alternativa que podemos implementar y/o exigir a nuestros gobernantes y gobierno representativo es la democracia participativa.
Si el pueblo tiene capacidad de tomar las decisiones en, valga la redundancia, las decisiones importantes de gobierno central. Así como, en las de los gobiernos locales. Entonces, luego no tiene el derecho de quejarse de que la decisión que se tomó no les satisface, fue tomada con un fin o un criterio meramente político, no acorde con el interés de la ciudadanía, o acorde con el interés de un grupo particular o del gobernante de turno.
Ya que, si el pueblo participa, la decisión es suya. Tal y como ocurre en una verdadera y real democracia. Desde que los griegos decidieron su destino votando todos y cada uno de ellos con una piedra blanca o negra.