Si bien faltan unos días para el comienzo de un nuevo año convencional, es importante destacar algunos retos de la región de Oriente Próximo para mantener equilibrios e intentar que la situación no se degrade más de lo que ya está. Por una cuestión de espacio no se pueden abordar todos los países, pero sí los territorios donde se destacan mayores cambios en el último año.
En términos generales algunos de los temas destacados en la zona son los siguientes.
Escenario sirio
Continúan los choques sectarios y las divisiones en Siria donde trasciende la importancia de conservar al régimen gobernante como parte del equilibrio favorable a la Federación Rusa; máximo poder de la región en los últimos años, con un importante papel en las conexiones mediterráneas para la potencia euroasiática. En Siria también trasciende el rol de territorio «neutral» donde otros actores se dan cita; tanto actores globales como el caso de las potencias occidentales, como regionales y grupos no gubernamentales apoyados directa o indirectamente por gobiernos de la zona.
Sin embargo, a lo mencionado anteriormente, el régimen de Bashar Al Assad por el favor ruso está logrando estabilizarse y el peligro que corría de sucumbir se hace menos probable. La participación de Moscú en el tema sirio le ha ayudado a bajar las revoluciones de la inestabilidad, por lo que tanto Irán como Arabia Saudita están perdiendo protagonismo en el financiamiento de grupos subversivos y en ampliar su zona de influencia, principalmente Irán.
En Siria también, el Gobierno de Turquía ha tenido sus manos metidas a fondo. Es quizás de las últimas fuerzas extranjeras que siguen siendo un foco de inestabilidad en este país, principalmente en el norte donde financian a opositores de Al Assad a cambio de amedrentar y desplazar a miles de kurdos cercanos a la frontera turca con la finalidad que la labor autonómica de las regiones kurdas sirias no lleguen a influenciar en los millones de kurdos que forman parte del Kurdistán turco; a quienes además el régimen de Recep Tayyip Erdogan vende como traidores del nacionalismo islámico turco dirigido por él.
La silenciada «crisis» yemení
Otro tema importante; aunque poco se mencione en los medios de prensa occidentales, es el elemento humanitario de la crisis en Yemen; otro de los escenarios de guerra híbrida donde se enfrentan ideológicamente (y militarmente) tanto sauditas como iraníes, estos últimos a través de las guerrillas hutíes opositoras al gobierno de Sanaa.
Yemen sucumbe ante las necesidades de la población, donde según las Naciones Unidas al menos 24 millones de personas; cerca del 80% de los habitantes del país necesitan atención inmediata producto de la inanición, enfermedades, pestes y demás males que aquejan el territorio.
En los últimos días se ha intentado negociar un acuerdo de paz para contrarrestar los males del país, pero no ha sido suficiente para poder encontrar una salida absoluta a la crisis que enfrentan y sin duda cada año que pase será trascendental para acabar con esta grave crisis.
De Irak a Irán pasando por Líbano
Irak, Líbano e Irán están en medio de protestas sociales contra el gobierno. En el caso iraquí hay protestas exigiendo reformas económicas y acusando al gobierno de ser una entidad corrupta, sumergida en favoritismos sectarios debido a la enorme cantidad de grupos que sucumben en cuotas de poder a lo interno del país.
El jueves 26 de diciembre se anunció la renuncia del presidente iraquí Barham Salih al negarse a aceptar al candidato a primer ministro de corte proiraní Assad Al Aidani, lo que pone en manifiesto una vez más el riesgo del enfrentamiento sectario y la atomización de un país que no termina de unificarse tras la caída del régimen de Sadam Hussein a principios del siglo en manos de la coalición occidental.
Los enfrentamientos en Irak de los últimos meses han cobrado la vida en dos meses de al menos 400 ciudadanos que se oponen al gobierno y quienes además han manifestado su negativa a que Irán se involucre en los temas internos iraquíes, algo que en las últimas semanas se ha visto en resultados donde la influencia ha mermado relativamente.
La crisis financiera en el Líbano sumada a los enfrentamientos políticos acentúan las diferencias del país, donde hace menos de 15 días se designaba como Primer Ministro a Hassan Diab quien curiosamente pertenece a la comunidad sunita, pero debido a que ha recibido el visto bueno del grupo islamista chiita Hezbollah ha sido visto con malos ojos por el bloque sunita del parlamento, debido a que la agrupación islamista e importante fuerza política del parlamento libanés recibe órdenes directamente de Teherán, algo que durante años se ha criticado por involucrar al Líbano en los conflictos regionales según la agenda del régimen de los ayatolás.
Sobre la República Islámica de Irán, el país ha estado sumergido también en protestas sociales de aquellos que se oponen a las políticas de los líderes religiosos y que ha cobrado la vida de al menos 1.500 personas según los últimos informes al respecto, los iraníes además están en medio de diversas presiones internacionales como las sanciones económicas de los Estados Unidos debido a las sospechas de que su plan nuclear no se ha detenido hasta este momento.
Dichas sanciones perjudican su principal fuente de ingresos como lo es la venta de hidrocarburos, lo que afecta fuertemente la economía iraní y al mismo tiempo también perjudica a otros mercados dependientes del producto con son algunos países asiáticos que han buscado una tercerización del mercado para no perder su abastecimiento.
Parte de las protestas han exigido además la salida de Irán de los conflictos de la región y que dejen de meterse e invertir recursos del Estado en los temas de otros países, tales como Siria, Irak, Líbano y los territorios palestinos.
El eterno conflicto
Con respecto a las regiones palestinas, estas siguen estando en una situación poco clara. Sigue el debate interno sobre la carencia de un gobierno de unidad y hasta el momento la realidad sigue en un interminable impasse; en parte ante la poca voluntad de los grupos palestinos para resolver sus tensiones domésticas y en parte por supuesto por el casi inexistente diálogo con las autoridades israelíes.
Para los palestinos el futuro es poco halagador porque además por los temas regionales han perdido centralidad en los debates de Oriente Próximo y todo señala que el tiempo corre en su contra. La aceptación de algunos países de tener sus embajadas en Jerusalem; así sea la región occidental, lanza una señal de que se está rompiendo con el statu quo y se está legitimando el movimiento político que comenzó en la guerra del 67 con la unificación de la ciudad bajo dominio israelí y que se fortalecería con la ley de Jerusalén del año 1980 que declararía la ciudad unificada como la capital única e indivisible del Estado de Israel.
Las medidas adoptadas en los últimos años por los palestinos de elevar los temas a foros internacionales, y a espacios políticos tampoco les ha ofrecido mayores garantías, las movidas de este tipo les han generado pocos réditos reales a los intereses de la población palestina; quizás no se podría decir lo mismo de los liderazgos que ganan puntos con estos actos, pero para beneficios del colectivo esto es poco efectivo.
Mientras las divisiones políticas sigan y los enfrentamientos de clanes en los territorios no cesen, la inestabilidad e inoperancia seguirá siendo una piedra en cualquier intención de lograr un Estado palestino en la fórmula de dos Estados que técnicamente ya ha dejado de existir alguna garantía para que esto se dé así y por el contrario, todo apunta hacia un federalismo o autonomía controlada, nada más nefasto para la población que lleva décadas viendo cómo hay cúpulas de poder en los dos territorios más importantes guiándose conforme a sus propios intereses políticos.
Siguiendo en la lista de los países destacados de la zona, no se puede hablar de los palestinos sin mencionar también la situación israelí. Este país va a las terceras elecciones consecutivas, lo que ha llevado a polarizar a la población; aunque quizás después de los comicios internos del partido oficialista Likud liderado por el primer ministro Netanyahu quien barrió en la interna se puede transformar en una catapulta para hacerse con el próximo parlamento que se designará en el mes de marzo.
El país continúa con temas caseros que deben ser abordados en el año que comienza, por ejemplo, temas económicos que se han degradado levemente donde no hay un crecimiento de sectores de manera homogénea sino todo lo contrario; al exitoso desarrollo en la parte tecnológica hay sectores que no tienen la misma suerte.
A esto se suman por supuesto problemas con algunas de las minorías del Estado que resienten y reclaman un supuesto de trato diferenciado en temas como educación o impulso económico. Recordando que Israel es el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con los índices de pobreza más elevados de dicha organización, donde destaca que al menos el 10% de la población ultraortodoxa del país y el 20% de los árabes israelíes están por debajo de la línea de pobreza. Agregar a lo anterior que el déficit fiscal del país alcanzó la cifra de 3,7% del PIB, y un aumento del gasto público de 6,1%.
Sin duda el análisis queda corto en cuanto a la situación de otros países, pero para futuras columnas del 2020 se estarán abordando situaciones como las vividas en el Golfo con el nuevo impulso de relaciones económicas y comerciales, así como el rol de las grandes potencias en su involucramiento con los países de la región, el binomio cooperación – conflicto donde están presentes, así como la influencia con actores estatales y no estatales de la zona.
Esto ha sido solo una pincelada de un tema que no se termina, y que además se debe complementar con la situación de los países del Magreb donde también la dinámica puede cambiar el ajedrez geopolítico de los intereses globales y obviamente de la composición del área contemplando en que cada vez más se va reconfigurando el mapa político mundial.