El tema de los migrantes es serio, y el de los refugiados además es triste, sin embargo cada vez más vemos a Gobiernos que se empeñan en caricaturizarlo y, peor aún, ponerlo al servicio de sus intereses. En relación a los migrantes y los refugiados venezolanos han hecho un festín, comenzando con tratamiento indistinto de los dos términos, para ajustarlo al discurso de la crisis humanitaria que se adecua a la política de agresión del Gobierno norteamericano.
El canciller colombiano, Holmes Trujillo, ahora ministro de Defensa; anuncio en un debate en el senado de ese país, que estudian declarar a todos los venezolanos en su territorio como refugiados. De acuerdo al derecho internacional humanitario, un refugiado es aquella persona que ha cruzado una frontera internacional, con un temor fundado de ser perseguido por «motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas» en su país de origen y que no quiere o no puede acogerse a la protección de ese Estado.
En este particular enfoque de ejecutivo colombiano, todo el que sale de Venezuela tiene un temor fundado de persecución y de ninguna manera es un migrante por razones económicas, que dicho sea de paso se han agravado por el creciente bloqueo a nuestro país.
Es justo reconocer que existen personas que han invocado el derecho al refugio y que seguro tienen fundamentos, pero es desproporcionado considerar que sean todos los que salen. Y tal es así que la realidad lo confirma, pues muchos de los migrantes regresan al país, retomando su vida donde la dejaron, pues las expectativas que tenían donde llegaron no se cumplieron.
Por otro lado, en esta época de fin de año son muchos los migrantes venezolanos, los que regresan al país para pasar las fiestas con sus familia y muy particularmente desde Colombia, que el transporte es accesible; y luego retornaran a sus actividades laborales en los distintos países donde se encuentran. De tal manera que es impostergable que el Gobierno bolivariano ofrezca cifras sobre la movilidad humana, que contrasten con algunas cifras especulativas.
Se le ve la costura de lejos al oportunista Gobierno colombiano, al final lo que demanda es más dinero, supuestamente para atender a nuestros compatriotas en su territorio. No deja de fastidiar que vengan con una actitud de superioridad moral a darnos lecciones, cuando ocultan de manera deliberada su situación interna que por más de cinco décadas que ha hecho que sus connacionales estén regados por el mundo.
Ahora no está solo el Gobierno colombiano, le hacen coro la Unión Europea, en conjunto con Acnur y la OIM, que convocaron hace poco a la Conferencia Internacional de Solidaridad sobre la Crisis de Refugiados y Migrantes de Venezuela, cuyo objetivo era visibilizar el impacto en región de estos desplazamientos y curiosamente llegaron a la misma conclusión: hace falta más plata.
Algunos se convierten en traficantes de las desgracias y otros en sus cómplices, con su silencio ante sus causas y otras situaciones análogas o más graves.