Doña María, como todos los días, se toma su café mientras lee el periódico. El encabezado es sobre un taxista acribillado porque no quiso pagar los «peajes» de una banda de narcotraficantes. La mujer piensa que la criminalidad está fuera de control y se recuerda que su prima Lupita, que vive en Tibás, (otro distrito de San Jose) la han asaltado, en su propia casa, tres veces. En la última le robaron hasta el joyero de su dormitorio. «Las joyas eran todas falsas — nos dice — pero ella tenía la chapa de los dientes ahí guardada».
Pero doña María está tranquila. Es más, como ella misma admite ser algo «despistada», nos cuenta que a veces de le olvida cerrar el candado y a pesar de esto, «me siento muy segura». En realidad la mujer paga por su seguridad una suma bastante cómoda, unos diez mil colones ($20) mucho menos que lo que desembolsan sus familiares en otros cantones.
Aunque nos sorprenda, doña María no vive en Escazú, el distrito más caro, sino que en Tejarcillos de Alajuelita en donde existe «una banda que extorsiona a taxistas y comerciantes, por medio del cobro de un peaje» a cambio de no ser asaltados.
Le preguntamos qué opina de don Carlos, el presidente, quien asegura que las bandas son un fenómeno atípico de Costa Rica y que pronto serán eliminadas.
«Don Carlos vivió mucho tiempo fuera», responde nuestra entrevistada: «y se creyó el cuento de que los ticos no somos centroamericanos».
«La verdad es muy diferente. Los ticos somos hoy los verdaderos centroamericanos. Panamá, con su metro, es la nueva Alemania y Nicaragua, con su canal, es la nueva Holanda. Nosotros, por el contrario, estamos siendo demandados por Suiza. Ellos vinieron y tomaron muestras de agua en nuestros ríos y en nuestros mares y han demostrado que están contaminados de coliformes fecales por lo que no podemos llamarnos más la Suiza de Centroamérica».
Doña María opina que, contrario a ser un fenómeno pasajero, los peajes y el control de las comunidades por las bandas, es el futuro. «Vea usted que Alajuelita está cerca de Escazú, el cantón más rico y capitalista de Costa Rica. Entonces no es coincidencia que aquí empecemos con el sistema de peajes».
Pero doña María, indagamos, ¿qué tiene que ver el capitalismo de Escazú con las bandas de criminales de Alajuelita.
«En ambos cantones tenemos el futuro del capitalismo. En Escazú, los negocios heredados (no trabajados como en el capitalismo norteamericano) y los de lavado, ambos viviendo de la renta. En Alajuelita, la renta de que se torna en un negocio. O sea, igual que en las finanzas internacionales, pagamos un alquiler, o sea peajes, por productos (Windows, Apple, Starbucks o MacDonalds). Pues en Alajuelita, pagamos por la seguridad, no por el antivirus de Windows, sino al maleante que no nos rompa las ventanas».
«Como en el Medievo — continúa ella — la gente vive pagando, ya sea por la tierra, la vivienda, la electricidad, el agua, la educación, las comunicaciones y también por la seguridad. Y las bandas, a diferencia de la policía, nos ofrecen un servicio más barato y efectivo».
¿Pero no vive usted aterrorizada?, insistimos. «En realidad, no», contesta la mujer. «Aquí uno paga 10.000 colones y sabe que no le van a robar. Ningún ratero de otro lugar se va a atrever a meterse con nuestra banda.Y además, ya no las llamamos bandas de criminales sino la Junta de Progreso de Alajuelita (JUPA)».
Doña María, ¿cree usted que yo pueda conseguir un apartamento aquí?
«Es difícil porque hay mucha demanda, pero si usted llama a los de JUPA, puede apuntarse en la lista de espera».